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Estudios Historiográficos. Alvaro Matute

Enviado por   •  6 de Marzo de 2018  •  2.204 Palabras (9 Páginas)  •  274 Visitas

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Gabino Barreda es considerado pionero en el positivismo al utilizar los tres estados de Comte, aunque la primera obra considerada positivista fue escrita por el doctor Francisco de Asis Flores y la llamó Historia de la Medicina en México; y en su obra se ve la fuerte influencia de Comte, a quien siguió de manera ortodoxa, en palabras del autor.

Vicente Riva Palacio figura en esta lista porque, aunque criado en el romanticismo hizo uso del positivismo al aclarar sus dudas sobre el mestizaje, pero nunca fue considerado un positivista. Su obra se basaba en un equilibro del cual pendían su romanticismo nacionalista y su positivismo evolucionista, sin caer en ninguna de las dos.

Justo Sierra fue un positivista que asimiló la doctrina, ya que no necesita citar a otros autores para hacer notar su inclinación.

Emilio Rabasa es quien publica la última obra positivista en 1920, llamada Evolución histórica de México.

Por ultimó menciona la disolución del positivismo a partir de la revolución, y en negativa a esta ideología surgen dos corrientes a las que Matute llama tradicionalismo empírico y pragmatismo político.

El tradicionalismo empírico es una reacción en contra del presente, que amenaza con erradicar tradiciones mexicanas, y se dedica a rescatar el pasado colonial, publicando documentos inéditos. Un neo-romanticismo, que servía ya sea para apoyar o atacar a la revolución.

El pragmatismo político, por otra parte a partir del presente aprovecha el pasado inmediato para hacer una historia enfocada en lo que está pasando o acaba de ocurrir. Surge a partir de la caída del régimen de Porfirio Díaz. Ninguna de estas posturas requiere de algún apoyo filosófico.

Setenta años de Historiografía Mexicana es el nombre del capítulo siguiente y cuenta que, a partir de 1921 se desarrollaron dos corrientes ideológicas; el inmediatismo, que se enfocaba en la historia de los hechos pasados inmediatos; y por otro lado la erudición, los cuales se enfocaban a estudiar los hechos pasados, rescataban información, recopilaban archivos y juntaban bibliografía, cosa que ayudó a no olvidar eventos históricos lejanos. Otra corriente que aparece es la explicación científica del pasado, en donde sus seguidores buscaban más el porqué del hecho histórico ignorando los cómo y los cuándo; siendo ellos los herederos del positivismo.

Tambien menciona que una vez concluida la revolución mexicana la historia sufrió una politización en su escritura. También en este punto las autobiografías y el periodismo ayudo para hacer historia, en este caso de la revolución mexicana, ya sea parciales o totales. Esta historia la caracteriza su politización que duró hasta los años cuarentas.

En un subtítulo denominado academia menciona a las instituciones que fueron precursoras en este trabajo, empezando por el Ateneo de la juventud, luego el colegio de México, seguido del surgimiento del Museo Nacional de Antropología. Luego, en 1929 la recién formada UNAM apoyó y formalizó la carrera de Historia. Menciona la década de los cuarentas como el año en el que la historiografía del país se actualizó, y como evento cumbre se celebró el primer congreso de Historia en Monterrey contando ya con historiadores de Estados Unidos. Aquí también ve la luz por primera vez la Historia del Arte, fundada por Manuel Toussaint.

Aparece en escena también Edmundo O ‘Gorman, principal representante del historismo, que puso en jaque el “empirismo académico” del cual Zavala fue creador. En esta misma década se empiezan a ver los primeros textos marxistas y la corriente de los anales en el país, de origen francés.

El otro subtitulo es nombrado Profesionalismo definitivo, y aquí hace un listado de los historiadores que más resaltan como el campo de su estudio. A partir del academismo surgen trabajos monográficos, y los alumnos del maestro José Gaos son los que retoman el labor, como Leopoldo Zea y después Luis Villoro quienes retoman el quehacer filosófico en el área de la historia.

Luis Chávez Orozco es nombrado como pionero en la Historia económica; Cosio Villegas trabajó la Historia moderna de México, resaltando otras personalidades como Fernando Rosenzweig y Francisco Calderón, sin dejar de lado a Jan Bazant.

En la Historia social aparece Moisés González Navarro. En el campo de la microhistoria aparece el reconocido maestro Luis González y González que también manejaba otros temas con maestría; y se concentraba también en dar a conocer su obra dentro y fuera de la academia.

José Fuentes Mares, un conocedor de la filosofía desarrolló su estudio en el siglo XIX, biografías e Historia diplomática, con una clara tradición conservadora. De este historiador se hablará en un capítulo más adelante.

En el campo del México prehispánico aparecen personalidades como Ignacio Bernal y el maestro Wigberto Jiménez Moreno. Gonzalo Aguirre Beltran resaltaría en la Etnografía e Histria.

Concluye que, en el año de 1968 la generación de los cuarentas ya había pasado por un proceso de maduración, y uno de los problemas que se empieza a tratar es que la especialización académica no debe estar peleada con el público. Como otro detalle hace un comentario en el que dice que, mientras en sus orígenes el conservadurismo era anti yanqui, en el año del sesenta y ocho los conservadores eran pro yanquis.

En los próximos dos capítulos hace referencia a dos historiadores, por la importancia que tuvieron en la historiografía mexicana. El primero lo dedica a Luis Chávez Orozco quien, empezando su labor como autodidacta fue contratado en el año de 1926 por la secretaria de Guerra y Marina, hecho que lo hizo especializarse en la Historia militar. Cardenista en su vida, siempre combinó su trabajo de historiador con el archivo.

El otro personaje es José Fuentes Mares, del cual ya se habló un poco anteriormente, se caracteriza por ser uno de los historiadores más leídos por el público no especializado y de manera voluntaria. Poseedor de una escritura elegante y directa, que sazonaba con humor e ironía. Era conservador, hispanista, por ende anti-yanqui que enfocó su trabajo en refutar la historia oficial.

El último capítulo se titula el 68 y la Historiografía de México. Hace varias menciones de congresos e intercambios con historiadores internacionales, antes de la matanza del 2 de octubre. Por otro lado, es interesante ver que después del evento ya mencionado, la población se interesó más en la lectura de la Historia. El marxismo tiene su auge por medio del maestro Suarez Gaona.

Finaliza

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