Francisca Hernández, “Principales tendencias del pensamiento museológico”, en Francisca Hernández, Planteamientos teóricos de la museología. Madrid, Ediciones Trea, 2006, pp. 200-226

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De este modo, el papel educativo del museo se torna evidente y, para la comprensión de cómo debe desarrollarse éste, la autora expone las “distintas aportaciones de las teorías constructivista y transformativa del aprendizaje a los museos”[1]. Según Merizow, el aprendizaje transformativo es “un sistema o proceso en el que los estudiantes examinan críticamente sus opiniones, tomas de posición y valores a la luz de la adquisición de nuevos conocimientos que les lleva a emprender un proceso de cambio social y personal”[2]. Esta definición puede ser extrapolada al conjunto de la sociedad y a su relación con los museos, con el fin de obtener desde la museología planteamientos teóricos y estrategias metodológicas que faciliten la intervención de la sociedad en la conformación de espacios museísticos y en la difusión y educación cultural.

Sin embargo, la apertura del museo debe ser total y, por lo tanto, no debe centrarse únicamente en el público, sino también en la ampliación y dinamización de la relación entre academia y museo, así como con otras instituciones culturales y científicas. La colaboración entre este extenso conjunto de instituciones posibilita al museo conformar exposiciones y espacios museísticos más completos y de mayor interés para el público ya que, le garantiza una mayor creatividad así como un análisis más complejizado y detallado. Según Shelton, debe darse una reconfiguración y fragmentación de los espacios museísticos que permita dar un nuevo enfoque expositivo más democrático y participativo.

Refiriéndonos de forma más concreta a los museos históricos, el acento debe ponerse en la concienciación de la sociedad de que el pasado forma parte de ella misma y de que está ligado de forma intrínseca con el presente y el futuro, por lo cual, debe ser comprendido y asimilado como una realidad propia y necesaria de ser analizada para la resolución de problemáticas presentes. En este sentido, la autora señala que el público debe, en primera instancia, conocer los objetivos epistemológicos de la disciplina histórica para así comprender la importancia del pasado y de su representación en el museo. En palabras de la propia Dra. Hernández, “se trata de que en la forma de exponer el museo, se llegue a dar un verdadero encuentro físico, intelectual y emocional entre la obra y el visitante, cosa que no siempre suele lograrse”[3].

A modo de conclusión, mencionar que la museología crítica ha de ser concebida como un intento de definición y conformación de la propia disciplina destinada a posibilitar una mejor explicación y presentación de los contenidos museísticos caracterizada por una mayor didáctica, crítica y participación tanto de los especialistas como del público en general. La postura de Shelton frente a la museología crítica se nos aparece como pertinente y acertada ya que creemos también que la museología crítica debe incluir “la democratización de los museos y las exposiciones interdisciplinares y multidisciplinares, así como la utilización de los museos como crítica social”[4].

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