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Josefina Contte decada 50

Enviado por   •  21 de Marzo de 2018  •  1.693 Palabras (7 Páginas)  •  317 Visitas

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1956. “El Gran Cambio”

A juicio de Ethel Almoznino, el año 1956 es el del “gran cambio”, y ella señala que

“En la interioridad del Contte, el cambio fue sobre todo formal. El problema era que Corrientes no tenía nada más que Consejo de Educación. En la década del cincuenta, me parece que hacia 1958, pasa algo muy importante en la provincia: se forma la Dirección General de Enseñanza Media a la que le agregan > y allí entramos nosotros, la Academia”.

En aquel entonces, durante 1956 y 1957, se desempeña como Rector el conocido poeta Carlos Gordiolla Niella. En ese último año, - 1957 -, adquieren especial relieve los festejos por las Bodas de Oro de la Institución.

Testimonio de José Antonio Ramirez

“Ingresé a la Academia de bellas Artes e Idiomas “Josefina Contte” en 1949. Se debía pagar un canon para ayudar a la Institución administrativamente.

La señorita Honorina Moreira, fundadora de la “Asociación Amigos del Arte”, hermana de mi madre, solventó mis estudios hasta 1952, época en que el Gobierno provincial se hizo cargo de los haberes de los profesionales de la enseñanza. Mi primera profesora en ese establecimiento fue Etelvina Guerrero Leconte a quien cariñosamente llamábamos “señorita Myri” hoy señora de Márquez.

Con ella desarrollé todo tipo de trazado lineal, delineado de las formas de contorno homogéneo y luego el dibujo tonal.

Estas etapas de tipo académico yo las ejecutaba muy velozmente a causa de mis ejercitaciones anteriores en el taller de Antonio José Ballerini, que exigía el rigor científico de la representación “realista” de los modelos con sus efectos lumínicos y atmosféricos sobre los objetos tridimensionales, el realce de los volúmenes mediante el claroscuro y un doble trabajo de observación y corrección exagerada de las sombras, luces y brillos, disolución de los contornos de las formas y reverberación de los valores.

El ritmo de trabajo en ese momento, no era tan exigente, dada la cantidad de alumnos y solo nueve horas reloj a la semana. En la siguiente etapa de aprendizaje, el estudio del color con observación acerca del pigmento fue mi periodo de solaz y entusiasmo.

De hecho, el titular de la Cátedra don José Negro, discípulo del profesor Adolfo Mors estupendo clasicista, aplicaba una metodología diferente excluyendo los modos, a partir de los “mordientes” y las veladuras, su especialidad era el empaste típico del “impresionismo”. José Negro no se detenía en explicaciones analíticas ni comparaciones de los diversos teóricos de la visión y la interpretación de las formas, de la luz y el color. Este era un empírico: enseñaba de acuerdo al problema que surgía del trabajo de cada alumno, tanto si se trataba de una aguada o de una composición para el óleo. Con él aprendí el encuadre de la obra, a reconocer el mejor ángulo de visión del modelo, la proporcionalidad de las partes y el planteo de la ubicación de los objetos basada en la perspectiva renacentista, pero no en la resolución de otras indicaciones del espacio en el plano pictórico. En el gabinete se aprendía a elaborar el bodegón o “naturaleza muerta” y los avances y retrocesos del color, valores y división del tono. Dependía de la intuición y conocimiento del aprendiz. El profesor se limitaba a observar y evaluar. Cuando el error era grosero, intervenía. Cuando abandonó la enseñanza en 1952 a raíz de la estatización de la Academia por parte del gobierno (peronista), los planteos de la figura humana y del retrato fisonómico, los aprendí de la flamante profesora Elsa Elena Gómez Morilla, exigente docente que siempre ha logrado excelentes resultados en su metier. Me gradué con nota sobresaliente y mención honorífica en 1953.”

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