La libertad es un concepto del que todos hablamos y que sabemos

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En un gobierno, la mayoría no responde a las cuestiones que son deseables para la sociedad; entonces no es recomendable extender los alcances de la democracia ni más allá del grupo de personas que tienen derecho a votar.

La democracia no es el valor absoluto que se nos presenta, debe ser juzgada por aquello que logra a través de sus procedimientos. Se debería buscar y tratar de limitar el poder de la mayoría a su acción legitima. No podemos tolerar que el poder del gobierno de mayoría sea ilimitado, sobre todo en lo que se refiere a la democracia, pensada para limitar el abuso de poder pero que es transformada en otra forma de poder arbitrario. La aceptación de la soberanía popular es el primer paso para la transformación de la democracia en demagogia, ya que se ignoran los principios en los que se asienta y se provee legitimidad a la acción colectiva (Godoy, 1993).

La preocupación que nos debe invadir es que la democracia moderna está sirviendo de vehículo a valores colectivistas y que su rumbo está lejos de ser un medio para salvaguardar la paz interna y las libertades individuales. El sistema democrático ha perdido su horizonte de libertad y con el tiempo puede, por qué no, convertirse en un sistema tan opresivo como una dictadura. Para llegar a pensar en eso, la democracia se convierte en un nuevo dogmatismo, una especie de tabú sobre el que está prohibido cuestionarse. Hayek admite en términos estrictos que la planificación de la economía es sólo la última instancia antes que la democracia se torne en un sistema autoritario.

De pensar a la democracia como el sistema de poder limitado y respetuoso de los derechos naturales, hemos pasado a una democracia ilimitada donde un gobierno puede hacerlo, todo con el pretexto de que es mayoritario, en donde la opresión de la mayoría ha desplazado a aquellas normas y principios que eran el fundamento de la sociedad civil y que determinaban los alcances de nuestra conducta y nuestras tradiciones (Godoy, 1993). La democracia se ha pervertido en una distribución de favores donde los políticos se definen antes que nada por los intereses que protegen y no por los principios que defienden. Y esto es lo que define la falta de participación política de los ciudadanos dependientes de los regalos del Estado y nada entusiasmados en recuperar las libertades que les han quitado.

La libertad y progreso van de la mano. Sólo con pleno uso de la libertad, el hombre potencia sus habilidades y talentos, su creatividad, sus ganas de soñar y sus ambiciones de bienestar. Es por ello que las ideas totalitarias, socialistas, o con cualquier nombre pero que en definitiva limite el estado natural de libertad, son un obstáculo terrible para el progreso y para el bienestar. Igualmente, como explica Hayek, no debemos aceptar las supuestas intenciones de luchar por la igualdad y el bien social bajo ningún nombre político, a menos que exista una garantía absoluta de respeto a la libertad. Por eso Hayek siempre mantuvo una posición muy firme en contra del socialismo y cualquier intento, incluso modesto, de planificación central, puesto que ésta requiere de una maquinaria coercitiva y el poder que esta brinda atrae a líderes sin escrúpulos.

El respeto y protección de la libertad es la solución a la mayoría de los problemas socioeconómicos de la sociedad moderna que tiende, consiente e inconscientemente, a golpear y amenazar la libertad y a eventualmente destruir las posibilidades y oportunidades de evolución y progreso.

Referencias:

Hayek, F. (2008). Los fundamentos de la libertad. (José Vicente Torrente, Trad.).Madrid: Unión Editorial. (Trabajo original publicado en 1959).

Godoy, O. (1993). Hayek: Libertad y naturaleza.Madrid: Estudios Públicos.