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Vikingos. El propio término vikingo está sujeto a controversia.

Enviado por   •  26 de Enero de 2018  •  2.257 Palabras (10 Páginas)  •  302 Visitas

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Realmente no se sabe mucho acerca de los esclavos (o thralls) porque parece ser que no tuvieron el honor se der enterrados en cementerios. Algunos historiadores creen que cuando moría un señor, algunos esclavos se sacrificaban para acompañar al difunto al Mas Allá. Desde luego, no se puede considerar todavía un hecho histórico, pero hay pruebas que enseñan la existencia de esa probabilidad, por ejemplo, el texto legado por el cronista Ibn Fadlan:

Lo que hacen es esto […] si él [el difunto] es rico, reúnen su riqueza y la dividen en tres partes —una para su familia, otra para proporcionarle ropas, y una tercera parte para el nabidh que beben el día en que la esclava es ejecutada y enterrada junto a su amo […]. Cuando muere un jefe, su familia pregunta a sus esclavos y esclavas « ¿Quién morirá con él?». Entonces una dice «Yo lo haré». Cuando dice eso no puede retractarse […] casi todas las que acceden son mujeres[9].

Los hombres libres (boendr o bôndi) formaban el grupo social mayoritario y el más heterogéneo. Todos ellos tenían como meta enriquecerse. El boendr se corresponde con la polifacética figura del vikingo de a pie, es decir, el granjero, pescador, artesano, deportista, escaldo… El escandinavo medio demostró una gran maestría en sus dos ocupaciones principales: la navegación y el comercio. Lógicamente, entre los bôndi existían varias categorías. La mayoría de hombres nórdicos eran karls, es decir hombres libres, ellos eran agricultores, ganaderos, artesanos, armeros, etc. Los Karls acompañaban al jarl a los saqueos. Las tierras que controlaba el jarl estaban en posesión de los karls. Las sagas nos hablan de pequeños y grandes boendr, pero entre ambos extremos hubo una masa considerable de boendr medianos, que fueron los artífices de los barcos vikingos. La escasa atención que las fuentes han prestado a esta «clase media» se traduce en un escaso conocimiento de la misma, aunque podemos asegurar que jugaron un papel fundamental en la sociedad nórdica. Los grandes terratenientes, procedentes de antiguas y reputadas familias, poseían grandes tierras que eran trabajadas por arrendatarios y, por tanto, contaban con una serie de prerrogativas de las que no disfrutaron los norteños de menor rango. Todos los boendr tenían recursos suficientes para poseer parte de un barco. De hecho, esto era lo que los definía como vikingos[10].

Como hombres libres, los bôndi tenían derecho a portar armas y a participar en el thing. El thing era una asamblea de ámbito regional que se celebraba con asiduidad para establecer leyes, resolver disputas sobre la tierra y juzgar delitos de violencia y robo. Las decisiones eran tomadas por grupos escogidos (Graham-Campbell, 1995: 43). Según Régis Boyer, cualquier vikingo podía expresar su opinión y, además, en múltiples ocasiones, los nórdicos llegaron a reprender públicamente al rey. Víctor Álvarez señala que los bôndi no veían en el rey una figura representativa. No obstante, añade que las clases dirigentes ejercían un control político y militar sobre el pueblo escandinavo y supieron influir en el sistema asambleario para favorecer sus intereses. Con el paso del tiempo, el poder fue centralizándose en los reyes y el thing se convirtió en un órgano dependiente de la monarquía. Los escandinavos desarrollaron un complejo código moral que se transmitió oralmente de generación en generación. La legislación estaba ligada a la religión, la experiencia y las conductas naturales del ser humano. En consecuencia, reconocían el derecho de venganza. Las familias de las víctimas tenían el derecho de vengarse directamente sobre el agresor, pero también sobre sus familiares. La clase de venganza estaba totalmente estipulada en sus leyes según la importancia del delito cometido, la categoría social del culpable y la del ofendido, herido o muerto (Ventura 2007: 103). La venganza de sangre solía ser sustituida por una compensación económica, pero algunos clanes, para mantener su honor, preferían dar muerte al agresor o a algún miembro de su familia. Curiosamente, en las sagas, es la mujer quien suele rechazar la compensación económica e intenta convencer al marido de que opté por la venganza de sangre. Otras soluciones legales eran la celebración de un duelo entre el ofensor y el agraviado o el destierro del culpable. El desterrado perdía todas sus posesiones y derechos, de modo que cualquiera podía atentar contra su vida sin ser castigado por ello. Cuando el destierro era temporal quedaba prohibido matar al sujeto en cuestión[11].

En la cúspide social nos encontramos con los jarl y los reyes, figuras que tienden a confundirse. La diferencia entre unos y otros radicaba en el ámbito de actuación. Los jarl eran la máxima autoridad legislativa, militar y religiosa de una región[12]. Disponían de salones rectangulares de grandes dimensiones que servían de local de recepción tanto para las reuniones como para los banquetes, eventos que presidían desde su trono. Dirigían los asuntos privados de su territorio y organizaban las levas cuando era necesario. En cambio, los reyes, nombrados por una mezcla de elección y sucesión (Álvarez 2013: 45), ni gestionaban los asuntos públicos ni podían legislar. Sus funciones se reducían a la organización de tropas en caso de conflicto armado y a la representación diplomática de cara a otros gobernantes extranjeros[13]. El monarca asumió una carga religiosa de notable relevancia, pues fue el gran sacerdote sacrificador de los ritos correspondientes al público (Boyer 2000: 65). Con la llegada de soberanos como Harald el de la Hermosa Cabellera u Olav Trygvasson, los regentes del norte, emulando a la monarquía europea meridional, se hicieron más fuertes y ganaron representatividad.

En efecto, la civilización vikinga promovió el esclavismo y estuvo fuertemente estratificada, pero si evitamos juicios anacrónicos comprobaremos que la moralidad nórdica no era más cuestionable que la del resto de sociedades de la época. Además, el sentir comunitario escandinavo no estuvo exento de bondades. La abundancia de pobres e indigentes no hizo que la colectividad se desentendiera de ellos; al contrario, diseñó un sistema rotacional[14] que consistía en acoger a los desamparados en una casa durante un periodo de tiempo, después pasaban a otra y así sucesivamente. Antes de concluir con esta breve aproximación a la sociedad vikinga, se hará referencia a los niños. La adultez se alcanzaba entre los doce y los catorce años, dependiendo del lugar y la época, e implicaba una serie de responsabilidades ineludibles. Los padres podían educar a sus hijos de forma indulgente o severa, no había un patrón exclusivo. De los jóvenes varones se esperaba que heredasen las creencias y el modelo de virilidad de

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