Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro

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Durante la edad media, se llamaba disciplina a un instrumento confeccionado con un bastón y terminales de cáñamo fijadas en uno de sus extremos con el cual el interesado se azotaba la espalda, esto con el fin de mitigar sus faltas a través del dolor físico. El valor de la disciplina a partir de estas experiencias medievales, en gran medida hoy, es la causa de que el término se asocie a la idea de castigo, es por eso que la disciplina es fundamental en la formación de las nuevas generaciones y a las cuales les debemos inculcar desde edades tempranas, para cambiar ese paradigma de la edad media que se ve evidenciado en la actualidad con el maltrato físico. Para Kant la diferencia de la animalidad a la humanidad es la disciplina, ya que ésta convierte la animalidad en humanidad e impide que el hombre, llevado por sus impulsos animales, se aparte de la humanidad. No necesariamente por su mala y alterada conducta la persona se apartara de la humanidad, simplemente no se verá con buenos ojos las actitudes y decisiones que toma con respecto al bien de la sociedad, creara un ambiente tenso que le hará caer en cuenta de lo verdaderamente correcto. (Kant, 1803:9)

Freud, en su libro “El malestar de la cultura”, habla precisamente, de que “si no existen límites emocionales en la conducta humana, culturalmente una sociedad se encontrará fuera de control”. Al respecto, Freud, planteaba el tema del control y la canalización de las emociones de la conducta humana. Le agregaríamos a este concepto que disciplina es sinónimo de control y canalización adecuada de las emociones. La disciplina es necesaria para el proceso de enseñanza-aprendizaje y para el desarrollo ordenado de una determinada cultura. Es preciso, por lo tanto, que toda una sociedad, familia, escuela, estado, replantee, revise y recupere los valores que nos hacen ser buenas personas.

Así es como los valores influyen de manera decisiva en nuestra manera de vivir, son nuestra autodefinición como personas y guían todas nuestras decisiones que tomamos. Es primordial en este sentido ayudar a nuestros alumnos a clarificar sus valores, esto no es imposible, y se puede conseguir a través de un proceso de valoración desde edades muy tempranas, por el cual, el niño, a partir de su propia experiencia y de los valores que anteriormente haya adoptado, pueda darse cuenta de lo que él aprecia, desea y de los valores que está dispuesto a realizar en su vida. Finalmente se puede ver que temas como los valores humanos no solo pasan en obras literarias como esta, sino que también hace parte de la realidad de nuestro día a día, así que como futuros docentes y las nuevas generaciones que vienen en camino, debemos generar y fomentar una cultura de cooperación social en la escuela con el fin de brindar a los estudiantes unos valores apropiados para mejorar su calidad de vida, partiendo de su conducta, conviviendo y convirtiéndolos en una sociedad democrática y sociable.