COMO UNA MARCA INDELEBLE

...

De esta forma, si la educación afectiva es correcta, los escolares debieran comenzar a moldear su relación con otros, yendo desde una relación provocadora hacia una menos violenta, en la que privilegien el diálogo y la expresión verbal[4]. Esto sólo se logra si, tanto en la escuela como en el colegio, promovemos ambientes libres de agresividad y climas cálidos y acogedores. No debemos olvidar, que los compañeros de curso –a esta edad- ejercen gran influencia sobre niños y niñas, y son a la vez una excelente oportunidad para que ellos/as vayan comprendiéndose a sí mismos y aprendan a relacionarse con quienes les rodean. Pero si debido a un mal ejercicio de la afectividad, el niño(a) tiene una visión negativa de sí mismo, “se arriesgan a sufrir un aislamiento social, ya que no son capaces de enfrentar y defenderse acertadamente de los comentarios sarcásticos, insultos implícitos o ataques verbales o físicos directos”[5] que cada vez, con mayor frecuencia, parecieran darse en este período de la vida.

Una forma efectiva de poner buenos cimientos en el área afectiva cuando el niño(a) asiste al colegio, son los juegos. Allí, a medida que disfrutan del juego colectivo y de las reglas que norman cada una de estas actividades lúdicas, los niños y niñas se van volviendo más autónomos, y aparecen en ellos sentimientos de justicia, especialmente referidos a aquellos que rompen las reglas del juego. A través del juego, también comienzan a forjarse las primeras amistades, trayendo consigo varios aprendizajes, tales como la lealtad, la dependencia mutua, el respeto por el otro y su independencia, la cooperación, etc.[6] La actividad lúdica da seguridad al niño(a) frente a los aprendizajes y le permite asociar este aprendizaje a algo agradable. El juego es, sin lugar a dudas, de los momentos que las personas recordarán en su vida con mayor felicidad. Por lo tanto, tanto padres como maestros, estamos llamados a utilizar este recurso, que fortalece de gran forma el área afectiva y emocional de niños y niñas.

Finalmente, debo señalar que no debemos perder de vista que los estímulos y experiencias afectivas están íntimamente ligadas con la autoestima del niño y la niña. Esto porque la autoestima se construye en la interacción con las personas que nos rodean. “Al niño(a) que no se sienta querido(a) le será imposible quererse”[7], porque la falta de afectos en la infancia deja como resultado una huella indeleble de inseguridad que marcará profundamente la psiquis infantil, dificultando la relación consigo mismo y con los otros. Por esto es que insisto en que –padres y profesores- deben contribuir al sano crecimiento de niños y niñas, otorgándoles un sentimiento de seguridad, protección y compañía en cada una de las actividades que ellos(as) experimenten durante su desarrollo. Sólo de esta forma, tendremos niños y niñas más sanos y felices.

__________________________

Referencias Bibliográficas

Almonte, C. (2006). Psicopatología Infantil Y De La Adolescencia. Santiago de Chile: Ed. Mediterráneo.

Milicic, N; López de Lérida, M. (2009). Hijos Con Autoestima Positiva. Santiago de Chile: Grupo Editorial Norma.

Morín, J; Marfán, J; Icaza, B. (1995). Conversemos De Sexualidad. Santiago de Chile: Centro de la Investigación y Desarrollo de la Educación, CIDE.

Stassen Berger, K; Thompson, R. (1997). El Desarrollo De La Persona Desde La Niñez a La Adolescencia. Madrid: Ed. Médica Panamericana.

---------------------------------------------------------------