Cultura y construcción de los conocimientos
Enviado por Christopher • 7 de Abril de 2018 • 2.067 Palabras (9 Páginas) • 355 Visitas
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Cultura global y conocimiento común
Otro aspecto del enfoque a-histórico de la cultura concierne las discusiones suscitadas en antropología por las corrientes de investigación que se interesan en la intervención de los modelos culturales en el lenguaje y el pensamiento, así como a la antropología cognitiva. Estas corrientes se asemejan en ciertos aspectos al enfoque de las representaciones sociales, aunque pretendan ignorarlo o lo consideren menos legítimo. Su objetivo es dar cuenta de la construcción del conocimiento y de las representaciones, en función de una perspectiva puramente cognitiva y de lenguaje, desplazando la cuestión de su carácter social y del proceso de su difusión por el cual se hacen públicas y compartidas (Sperber, 1989). El interés de estas investigaciones, conducidas sobre todo en los Estados Unidos, reside en su aporte a una teoría cultural de la construcción del conocimiento a partir del lenguaje, en la medida en que asumen que los modelos de conocimiento cotidiano son construidos culturalmente, puestos en forma por el lenguaje y la metáfora, y dispuestos a nivel cognitivo individual. Además tocan otras cuestiones, evocadas aquí rápidamente porque subrayan la dificultad de pensar de forma no reductiva las relaciones entre un nivel global, constituido por el conjunto de saberes y de modos de comprensión de una comunidad codificados en un lenguaje particular, y un nivel individual o interindividual donde las versiones conocidas de estos conocimientos sirven para percibir, actuar e interactuar. En la perspectiva cognitivo-linguística, se proponen varias concepciones para remontar esta dificultad. Una primera concepción considera los modelos convencionales de la realidad cótidiana como textos culturales a interpretar en su coherencia, como sistemas de significaciones compartidas. Pero, en este caso, se hace referencia a una sujeto abstracto e idealizado, tratado como representante de la comunidad a la cual pertenece. Una segunda concepción los considera como códigos cognitivos, esquemas inscritos en el lenguaje pero reflejando variaciones individuales, coherencias parciales, contradicciones. Y en este caso se hace referencia a la producción de sujetos particularizados, al interior de interacciones contextualizadas. La tercera óptica deja a un lado el nivel global y colectivo para considerar las estrategias cognitivas permitiendo a los individuos ajustar los modelos incorporados en el lenguaje, colectivamente compartido, a situaciones encontradas en el curso de la vida cotidiana.
Estas cuestiones tocan la relación entre lo individual y lo colectivo, importante problema todavía no resuelto a los ojos de los promotores de la antropología cognitiva, que lleva a pensar la producción de modelos culturales para integrar, al mismo tiempo, su apropiación a nivel particular y su distribución a nivel colectivo. Notamos que, en todo caso, queda el riesgo de eliminar la dimensión social que presentan estas concepciones en la medida en que ellas suponen implícitamente que las reglas culturales generan la conducta y la interacción social, y que las estructuras institucionales de la sociedad resultan de las mismas reglas culturales. Pero, si consideramos las afirmaciones avanzadas desde la aproximación de las representaciones sociales, es claro que dan cabida a una complejidad en el análisis que permite remontar las dificultades antes mencionadas y los riesgos de obliteración de lo social. Porque ofrecen los marcos para examinar el papel de los factores sociales en la formación y el funcionamiento del conocimiento común y liberar los sistemas de interpretación y de pensamiento colectivos, en sujetos que son siempre sociales por sus lazos de intercomunicación y su inscripción en un contexto sociocultural y un marco histórico.
Volteando hacia él porvenir
Es en este sentido que piensan trabajar los investigadores que contribuyeron en esta obra, para producir un conocimiento científico sin fronteras, respetando siempre la dimensión ética. Este es un presupuesto fundamental de la práctica psicosocial cuya puesta en práctica es favorecida, con el enfoque de las representaciones sociales, por un reconocimiento de los puntos de vista de los actores sociales, que sirven así a una toma de consciencia. Esta dimensión ética se encuentra en el examen de las prácticas sociales que deben someterse a consideraciones morales, como son los casos en los terrenos de la salud o la política, tratándose, por ejemplo, de la exclusión o la corrupción. En el enfoque de los diferentes campos sociales, la ética aparece como un modo de regulación así como de subversión de ciertas prácticas dictadas por normas institucionales o funcionales, o por intereses de grupo. Pero la ética concierne también a la práctica del psicólogo social bajo dos vertientes. Por un lado, la vertiente del enfoque de los valores que orientan la conducta humana. Esta vertiente entra en el terreno de lo axiológico, del ideal que debe ser favorecido y defendido en nuestra disciplina. Por otro lado, la vertiente epistemológica, que viene a compensar la fragilidad de una práctica científica llamada a remontar, por una parte, el fracaso del ideal de verdad; y por otra, los riesgos del relativismo ligados al hecho de que toda realidad es construida. Con relación a la ética podemos reintroducir la problemática de la creación social, del imaginario y de la utopía. En este sentido la confrontación de la práctica de los investigadores en Europa y América Latina es instructiva. En el viejo continente --donde los investigadores están ante el reto de una influencia paradójica: la del pesimismo de la posmodernidad, en la que el porvenir está ausente; o la del control ejercido por una visión todavía positivista y pesada de nuestra práctica científica- queda poco espacio para una visión anticipadora sobre la vida social. En el nuevo continente, al contrario, más orientado hacia el cambio, la investigación está cargada de deseo, de proyección, de ideal y de utopía. A esta añadimos el hecho de que es necesario tomar en cuenta los aspectos creadores de los sistemas de pensamiento y acción poco abordados por la psicología social, pero cuyo acercamiento pasa por el tratamiento de lo imaginario, sus funciones y proceso de institucionalización, como lo sugiere Castoriadis (1975). Estos aspectos creativos son favorecidos en el espacio cultural de los países del nuevo mundo. Es entonces que a partir de una cooperación con los investigadores latinoamericanos, de un enriquecimiento por medio del intercambio, que estamos esperando un verdadero progreso en el orden del conocimiento de los fenómenos psicosociales.
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