Neuropsicologia y conducta sexual.
Enviado por Ledesma • 21 de Marzo de 2018 • 12.718 Palabras (51 Páginas) • 391 Visitas
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2.- CONDUCTA SEXUAL DEL SER HUMANO: ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DE LOS ÓRGANOS SEXUALES FEMENINOS Y MASCULINOS.
Anatomía y fisiología de los órganos sexuales femeninos
Los órganos genitales femeninos constan de dos partes:
• Órganos genitales internos, situados en la pelvis: los ovarios, las trompas uterinas, el útero y la vagina.
• Órganos genitales externos: la vulva, en la que se incluyen los labios mayores, los labios menores, el clítoris y
En la vulva se pueden distinguir los órganos siguientes: los labios mayores, pliegues de piel que cubren el resto de las estructuras y están recubiertos de vellos; los labios menores, pliegues de piel más pequeños que se unen por encima del clítoris y el clítoris, un botón extremadamente sensible que constituye la fuente de mayor placer sexual de la mujer.
Los principales órganos del aparato reproductor femenino humano son los anteriormente mencionados, de los cuales los más importantes son los ovarios, las trompas de Falopio, el útero y la vagina. La reproducción comienza con el desarrollo de los óvulos en los ovarios. En la mitad de cada ciclo sexual mensual, se expulsa un único óvulo de un folículo ovárico hacia la cavidad abdominal, de los extremos fimbriados de las dos trompas de Falopio. Este óvulo atraviesa una de las trompas de Falopio y llega al útero; si ha sido fecundado por un espermatozoide, se implanta en el útero, donde se desarrolla hasta ser un feto, una placenta y unas membranas fetales, y convertirse finalmente en un recién nacido.
2.1 El acto sexual femenino
El éxito de la realización del acto sexual femenino depende tanto de la estimulación psicológica como de la estimulación sexual local.
Los pensamientos eróticos pueden provocar el deseo sexual en la mujer; esto ayuda notablemente a la realización del acto sexual femenino. Este deseo depende mucho de su educación, así como de su impulso fisiológico, aunque el deseo sexual sí aumenta en proporción al nivel de secreción de hormonas sexuales. El deseo también varía según el ciclo sexual, y alcanza un máximo en la proximidad del tiempo de ovulación, probablemente debido al alto nivel de secreción de estrógenos durante el periodo preovulatorio.
La estimulación sexual local de la mujer es más o menos igual que la del hombre, pues el masaje y otros tipos de estimulación de la vulva, la vagina y ciertas regiones del periné crean sensaciones sexuales. El glande del clítoris es especialmente sensible para iniciar estas sensaciones.
Como en el varón, las sensaciones sexuales se transmiten a los segmentos sacros de la médula espinal a través del nervio pudendo y del plexo sacro. Una vez que estas señales han penetrado en la médula espinal, son transmitidas al cerebro. También los reflejos locales integrados en la médula espinal sacra y lumbar son, en parte, responsables de algunas reacciones en las relaciones sexuales femeninas.
2.2 Erección y lubricación femeninas
En torno al introito, extendiéndose hacia el clítoris, existe tejido eréctil casi idéntico al tejido eréctil del pene. Tal como el del pene, este tejido es controlado por nervios parasimpáticos que se dirigen, a través de los nervios erectores, desde el plexo sacro a los genitales externos. En las fases tempranas de la estimulación sexual, señales parasimpáticas dilatan las arterias de los tejidos eréctiles, probablemente como resultado de la liberación de acetilcolina, óxido nítrico y péptido intestinal vasoactivo (VIP) en las terminaciones nerviosas. Esto permite una rápida acumulación de sangre en el tejido eréctil, de forma que el introito se tensa en torno al pene durante la penetración; esto a su vez, ayuda mucho al hombre a lograr la estimulación sexual suficiente para que se produzca la eyaculación. Las señales parasimpáticas, también se dirigen a las glándulas de Bartolino, situadas bajo los labios menores, para provocar la secreción de moco inmediatamente por dentro del introito. Este moco supone buena parte de la lubricación durante el coito, aunque también el epitelio vaginal secreta mucho y una pequeña parte procede de las glándulas uretrales masculinas. La lubricación es necesaria para establecer durante el coito una sensación satisfactoria de masaje en lugar de una de irritación, que se puede producir si la vagina está seca. La percepción de masaje es el estímulo óptimo para provocar los reflejos pertinentes que culminan en el clímax masculino y femenino.
2.3 Orgasmo femenino
Cuando la estimulación sexual local alcanza una intensidad máxima y especialmente cuando las sensaciones locales son apoyadas por señales adecuadas de condicionamiento psicológico del cerebro, se inician reflejos que producen el orgasmo femenino, llamado también clímax.
El orgasmo femenino es análogo a la emisión y a la eyaculación del varón, y quizás ayuda a promover la fecundación del óvulo. Las intensas sensaciones sexuales que se desarrollan durante el orgasmo también se dirigen al cerebro y causan una gran tensión muscular en todo el cuerpo. Pero tras la culminación del acto sexual, esto da paso, en los minutos siguientes, a una sensación de satisfacción caracterizada por una plácida relajación, un efecto denominado resolución.[1]
2.4 Anatomía y fisiología de los órganos sexuales masculinos
Los órganos genitales masculinos comprenden: los testículos con sus túnicas, los conductos deferentes con las vesículas seminales, la próstata, las glándulas bulbouretrales (de Cowper) y el pene, compuesto por los cuerpos cavernosos y la uretra masculina que tiene un carácter mixto, urogenital. El testículo en el hombre y el ovario en la mujer elaboran las hormonas sexuales y por eso pertenecen a las glándulas de secreción interna.
El testículo está compuesto por hasta novecientos túbulos seminíferos en espiral, cada uno de más de medio metro de longitud, en los que se forman los espermatozoides. Estos últimos se vacían después al epidídimo, otro tubo en espiral de unos seis metros de longitud que desemboca en el conducto deferente, que se ensancha para formar la ampolla del conducto inmediatamente antes de que este penetre en el cuerpo de la glándula prostática. Dos vesículas seminales, localizadas una a cada lado de la próstata, se vacían en el extremo prostático de la ampolla;
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