Psicoanálisis de Freud.¿Por qué se dice que a partir del Psicoanálisis la Conciencia deja de ser sinónimo de la vida anímica o psíquica?

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Los niños poseen tanto necesidades y excitaciones como satisfacciones al igual que los adultos, pero encuentran formas diferentes de cumplirlas. La sociedad y la educación se encarga de reprimir las pulsiones sexuales en los niños, para que desarrollen su infancia como una vida asexuada, pero las primeras expresiones sexuales de la niñez comienzan a aparecer en los bebés lactantes. Estas se manifiestan como acciones destinadas a obtener alimento, satisfaciendo la pulsión de la nutrición. Esta satisfacción de haber saciado el hambre luego le generará otra al bebé al adormecerse en el pecho de la madre. El niño, entonces, seguirá buscando repetir esta satisfacción, pero ya sin necesidad de recibir alimento, ya que la pulsión que lo lleva a reclamar esta satisfacción no es más la de la nutrición, sino que se guía por el recuerdo de haber obtenido cierto placer a partir de la succión del pecho de la madre. Esta satisfacción puede vincularse con lo que, más avanzada la vida, sería la satisfacción brindada por un orgasmo sexual. Por lo tanto, el placer generado en el niño es de carácter sexual y se da únicamente a partir de la sensación en la boca de la succión (como con el uso de un chupete), lo que permitiría hablar de la boca como una zona erógena.

Al evolucionar la vida del niño, deberá separar del pecho de su madre este placer que recibió alguna vez de allí, por lo que pasará a chuparse el dedo o su propia lengua. Así es como irá experimentando satisfacción en otras partes del cuerpo y descubriendo sus propias zonas erógenas, que, como mencionamos anteriormente, no son exclusivamente lo órganos genitales. Busca de alguna forma organizar su libido.

Se relaciona también con la vida sexual infantil la excreción. Esta le genera un placer que admira y realiza con el objetivo de sentirse mejor, pero al crecer y comenzar a recibir las limitaciones que le presenta la vida en sociedad, debe aprender a reprimirlas y realizarlas en los momentos adecuados (cuando se le sea permitido). Estas satisfacciones brindadas por la excreción (el acto de defecar más precisamente) se asocia con las perversiones en los adultos a las que Freud alude, que tienen como zona erógena al ano. Quienes satisfacen sus deseos sexuales de esta forma, son aquellos perversos que han separado su sexualidad de su sexo biológico. El papel de la vagina en el acto sexual pasa a ser reemplazado por el ano.

Con esto, Freud afirma que la sexualidad perversa es el equivalente a una sexualidad infantil en su máxima expresión, y que las neurosis que devienen en estas perversiones encuentran su origen y causa en insatisfacciones de la infancia de las pulsiones sexuales mencionadas.

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3) La obra freudiana tuvo rompió con el conocimiento científico de la modernidad temprana en dos aspectos claves:

- Manera distinta de abordar los síntomas neuróticos

- Nueva concepción del sujeto

Freud plantea que el sufrimiento y padecimiento de los “síntomas neuróticos” corresponden a un proceso “psicológico”, es decir a sedimentos de procesos anímicos transcurridos, que no son solo originados por una causa orgánico-anatómica, sino que también son inconscientes. Por eso rompe con la medicina y la psiquiatría anterior a él, porque estas se centraban solo en lo físico, en lo anatómico, en lo que se podía observar visualmente; no en lo psíquico. El aparato psíquico no podía ser estudiado de la misma forma que la medicina, ya que aquí no se podía ver el problema una vez y reconocerlo en los casos siguientes. Cada manifestación del inconsciente en cada paciente es un caso singular y único, pero que responde a leyes universales: el inconsciente se manifiesta en síntomas, chistes, actos fallidos, olvido, sueños.

Esta ruptura se puede muy claramente ver en las dos afirmaciones de Freud:

En la primera, Freud niega que haya una identidad entre lo psíquico y lo consiente. La identidad entre lo psíquico y lo conciente establece a la conciencia como conductora de todo el aparato psíquico, y por lo tanto todo lo que hacíamos, decíamos o pensábamos provenía de nuestra conciencia. Freud dice que el sujeto no sabe todo de sí mismo y no dirige sus propios actos. Los síntomas neuróticos son actos nocivos o inútiles que el sujeto lleva a cabo contra su voluntad o que se le imponen y que lo llevan a tener sensaciones displacenteras o dolorosas que terminan dañándose por el esfuerzo psíquico que insume la lucha entre esas conductas y otras que tratan de impedirlas.

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Freud estudió distintos fenómenos como los sueños, los chistes, el olvido y los actos fallidos. Estos fenómenos tienen varias características en común: No pueden ser atribuidos a la intención consciente del sujeto e implican un decir o un hacer que indica un punto de fracaso respecto de la voluntad. Al no poder ser explicados por aquel en quien se presentan introducen la dimensión del enigma. La ciencia los desecha (sueños), los atribuye a la casualidad (olvidos y actos fallidos) o pretende adjudicarles causas orgánicas. Freud plantea que estos fenómenos tiene un sentido y que responden a una legalidad. En relación con esto, el psicoanálisis hará su primer gran afirmación de ruptura: Los procesos psíquicos son inconscientes y los procesos conscientes son actos aislados o partes de la vida anímica total. Existen un pensamiento que se piensa sin un pensador que se reconozca como tal y un saber no sabido por el sujeto de la conciencia, pero que tiene consecuencias en su vida. A este, Freud lo llamó inconsciente.

La segunda afirmación La segunda afirmación refiere a ciertas mociones pulsionales sexuales que causan enfermedades nerviosas y mentales. Estas habían, hasta la aparición de Freud, sido ignoradas o no tenidas en cuenta como posibles causas de estas enfermedades. La sexualidad presentada por Freud es muy distinta a la pensada antes de él, la aludía a lo obsceno, a lo moral. La sexualidad, para Freud, genera sufrimiento y perturbaciones anímicas, así como también está presente el las creaciones artísticas y culturales.

De esta forma, si tomamos estos dos conceptos desarrollados por Freud: la sexualidad y el inconsciente, tendremos los primeros dos pilares de la teoría psicoanalítica, pero hay un tercero: el lenguaje. El lenguaje es un elemento clave en el tratamiento desarrollado por Freud. Ya que el lenguaje hace referencia a la “charla”