¿Qué pasa con el ser humano cuando su única arma de defensa en medio del cinismo y la ignorancia del mundo, son las ideas y con ello las palabras?

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Hoy, como desde hace ya más de dos siglos, las facetas de la vida siguen estando en constante cambio. La guerra y la violencia han tomado partido en la brutal reconstrucción de las sociedades y en la violenta transformación que han tenido que padecer las diferentes culturas. La sociedad, para sobrevivir, se ha resignado a convivir y a ignorar la violencia con la que se ve obligada a enfrentarse a diario para no tener que ser testigo de la feroz crueldad con la que los seres humanos se han propuesto dominar el mundo.

La guerra ya no tiene un campo de batalla propio, se ha tomado el mundo entero para destrozar y descomponer el tejido social que es tan importante en los seres humanos. Se han traspasado las fronteras y las limitaciones a nivel de idioma, de diferencias culturales, sociales y demás, y se les ha intentado abatir reemplazandolas por armas, por tanques, bombas, misiles, fuerzas militares y muerte, como si esa fuera la única y la mejor solución para los eternos y siempre existentes conflictos humanos. Es evidente la impericia humana: se han perforado los límites más fuertes a nivel mundial pero, irónicamente, se ha olvidado ese sentimiento de hermandad que no conoce de diferencias. Tal vez hubiera sido mejor que en vez de armas y balas, las palabras y los buenos líderes hubieran servido para la construcción de un mejor futuro y de un tejido social global que hubiera dejado, ya no como cicatriz sino como una huella, un sentido de pertenencia y de fraternidad mundial.

Pero entonces ¿Cuáles son las estelas que ha dejado la guerra? En primer lugar, ha servido como evidencia de que el ser humano está tan cargado de avaricia y es tan ciego que lo único que se permite ver es un país sumido en la guerra, en la violencia, en el rojo de la sangre y por medio de la indiferencia y la costumbre se ha ido convirtiendo en un animal inconsciente e impasible.Sin lugar a dudas, también nos ha permitido entender que desde que existe, la guerra es episódica y por tanto la capacidad del ser humano de hacer las paces es igual de grande que la de hacer la guerra.

Tal vez, y al paso que vamos, cada día nos estamos haciendo cargo de hacer que la vida sea una guerra sin final. Nos hemos aferrado a la idea de creer que el conflicto implícitamente conlleva a la guerra y nos hemos dejado confundir tanto por las circunstancias y por la cultura en la que nos vemos inmersos, que ahora vemos la guerra como un fenómeno normal y anexo a la vida humana.

Decía un columnista colombiano en alguno de sus escritos (2): “ No me parece un mal primer paso: que la gente se insulte para que no se mate” Ojalá, por lo menos, así empezará una guerra de paz.

REFERENCIAS:

- (1). Pierre Clastres: “Arqueología de la violencia: la guerra en las sociedades primitivas”

- La guerra: Incidencia sociocultural en su estructura y fenomenología.

- Tanuro, Daniel: “Sobre el origen de las guerras y las sociedades sin guerra”.

- Bautista Alberdi, Juan: “El crimen de la guerra” http://www.iphi.org.br/sites/filosofia_brasil/Juan_Bautista_Alberdi_-_El_crimen_de_la_guerra.pdf

- Castro, M.C(2002) “Jóvenes guerreros. Elecciones, pasajes y pasos”. En Bello, M. y Ruiz, S.(comp...) Conflicto armado, niñez y juventud. Una perspectiva psicosocial. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia y Fundación Dos Mundos.

- La carrera de las niñas en los grupos guerrilleros- Universidad Complutense de Madrid http://mediaresearchhub.ssrc.org/la-carrera-de-las-ninas-en-los-grupos-guerrilleros-y-paramilitares-en-colombia-un-estudio-desde-el-punto-de-vista-del-agente/attachment

- (2) Silva, Ricardo : “Voz” Columna EL TIEMPO