Tensiones y desafíos de la interculturalidad para la intervención social
Enviado por Ensa05 • 6 de Diciembre de 2018 • 3.039 Palabras (13 Páginas) • 387 Visitas
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Es lógico que, al llegar a este punto, uno se pregunte ¿Qué medidas se pueden tomar para acabar con el colonialismo? Una de los caminos que se proponen es el giro decolonial. El giro decolonial es una respuesta crítica que nos advierte sobre la colonialidad del poder que se esconde tras el discurso de modernidad y desarrollo del Estado, la cual nos muestra que las relaciones coloniales de poder van más allá de los dominios políticos y económicos, también afectan la dimensión cultural. Además, el giro decolonial propone cambiar los cimientos de las sociedades, de una moderna y opresora hacia una en la que coexistan distintas cosmovisiones y formas de satisfacer las necesidades sociales. Asimismo, se rompe la jerarquización que produce la colonización, ya no habría una división. Pero para que sea posible el giro de-colonial se requiere una toma de conciencia, es decir, que nos demos cuenta de la realidad de la colonialidad y no la neguemos. Hace falta un cuestionamiento, ¿para qué se necesita este giro? Hay que re-orientarnos hacia un compromiso real con el otro. El término girar propone entonces no callar y evidenciar los abusos de poder, nos llama a reflexionar.
La obra de Césaire denuncia la colonialidad de forma tajante y con argumentos contundentes crítica la filosofía europea, y señala que el colonialismo se ha construido “sobre el mayor montón de cadáveres de la humanidad” (Césaire, 2006: 18). Muchas culturales han muerto y se han extinguido debido a la superposición de una cultura sobre otra, debido a ejecuciones de poder de las culturas colonizadoras. La historia de América es un ejemplo, bastante violento, de lo anteriormente expuesto. Para Césaire la colonización occidental es barbarie, “la acción colonial, la empresa colonial, la conquista colonial, basada en el desprecio al hombre indígena y justificada por ese desprecio, tiende inevitablemente a modificar al que la emprende; el colonizador que, para irse haciendo a la idea, se habitúa a ver en el otro a la bestia ya tratarlo como bestia, tiende objetivamente a transformarse él mismo en bestia” (Césaire, 2006: 17). Hoy se expande la cultura occidental porque es la que tiene mayor poder económico sobre los otros. Césaire nos invita a una lucha sin descanso, a una revolución hacia la libertad, puesto que según él capitalismo jamás se cansará de oprimir y generar la idea de inferioridad en los pueblos colonizados, defiende la idea de que en toda civilización existe diversidad cultural, por lo que aceptar que una civilización sea superior a otra no tiene cabida, es un genocidio cultural.
Por otro lado, diversos autores proponen pensar la interculturalidad como instrumento decolonial. La interculturalidad supone el aporte equitativo del conocimiento, Zárate (2014) se pregunta “¿cómo ocurrirá ello si se valora más el conocimiento occidental que el de las culturas locales? Además, se concibe a las culturas originarias como estáticas: por eso las llaman conocimientos «ancestrales».” Para Taylor uno de los grandes desafíos de las democracias liberales es la representación igualitaria de todos, a este respecto el cuestiona “¿Pueden representarse como iguales los ciudadanos con diversa identidad, si las instituciones públicas no reconocen a ésta en su particularidad sino tan sólo nuestros intereses más universalmente compartidos en las libertades civiles y políticas, en el ingreso, la salubridad y la educación?” El problema radica en que el objetivo mismo de tratar a todos como iguales está mal orientado. No se puede tratar a la ciudadanía como una identidad universal porque cada persona es diferente, y cada persona es “transmisora de cultura”. Más arriba se habló de las tres fuentes del poder, la segunda era el ser, que alude simplemente al individuo, al ser humano. La colonialidad niega la existencia de las culturas originarias, no son, no piensan, son estáticos, son ancestrales, son retrasados. Por lo tanto, son inferiores. No es posible hacer una interculturalidad con tales jerarquías y estereotipos sociales (Zárate, 2014)
Moviéndonos al contexto Sudamericano, la colonialidad se hace notoria. Hay una fachada de Estado moderno liberal, donde debajo se esconde la colonialidad del poder quien va generando desigualdades de clase y de raza. Sin embargo, por sus mismas características dominantes, es inestable. Periódicamente tiene que luchar, incluso mediante el uso de las fuerzas militares, frente a las resistencias sociales. Una de las fachadas que utiliza el Estado para hacer frente a los grupos minoritarios es asimilarlos, mediante programas de educación cultural, con el fin de satisfacer las necesidades de los pueblos indígenas, el Estado se maquilla con la utopía de la diversidad cultural manteniendo su discurso dominante, financiando programas de apoyo social. El interés de asimilar estas culturas no es para nada inocente, el asimilar una cultura genera nuevas necesidades económicas que cubrir. La interculturalidad de la que se habla en la actualidad invisibiliza los conflictos bajo una fachada de “respeto a la diversidad”, sin ahondar en las estructuras de poder colonial en las cuales se basan. Otro maquillaje es el conocido “diálogo”, se habla de dialogar ¿Sería posible un diálogo en condiciones de desigualdad y discriminación social? Lo dudo.
Chile no se escapa de lo anterior, el Estado insiste en generar una política que sostiene las relaciones de poder asimétricas, intentando incluir y asimilar a la fuerza a los indígenas por medio de diversos campos. La Ley Indígena N° 19.253 establece que las “etnias indígenas” son considerados patrimonio de la Nación Chilena, parte del folclore nacional, de la historia cultural pasada de Chile. El patrón colonial de poder se mantiene. La interculturalidad es utilizada como herramienta para resguardar la estabilidad de los poderes políticos y económicos, para normar la interacción entre los grupos de forma asimétrica (Maldonado, 2016).
A pesar de que el capitalismo (que es parte del colonialismo) está en crisis, aún sigue golpeando a la naturaleza con sus enormes empresas. Sin embargo, como el pensamiento occidental está tan arraigado en nosotros, al escuchar a los indígenas hablar de sus creencias y rituales sagrados los miramos desdeñosamente ¿Qué es eso? ¿Cómo un árbol va a ser sagrado? ¿Por qué no ocupan sus bosques? El gobierno viene con el argumento del “desaprovechamiento”, los indígenas no ocupan sus recursos. Cuando lo que realmente sucede es que se tiene diferentes posturas frente a la naturaleza y su conservación. Las culturas indígenas, que para muchos pertenece a nuestro pasado, es ancestral o subdesarrollada, en realidad evidencian valores que a nosotros nos hacen urgente falta: el respeto por la naturaleza,
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