Arminda Aberastury y Telma Reca: Pioneras del psicóanálisis de niños en Argentina
Enviado por Jerry • 19 de Diciembre de 2018 • 2.727 Palabras (11 Páginas) • 284 Visitas
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Arminda Aberastury tiene la convicción de que lo que puede colaborar a la eliminación del síntoma es el esclarecimiento, “se trata de insistir en la importancia de transmitir los aspectos ocultos de la historia de un niño (adopción, muerte de un hermano, datos filiatorios y otros) y brindar información específica acerca de la sexualidad humana (diferencia sexual, relaciones sexuales y origen de la vida)”[8] . El niño necesita saber la verdad, aunque sea dolorosa, porque el no saber acarrea sufrimiento. También, para la autora, es necesario el esclarecimiento de la sexualidad. Es la falta de este saber lo que lo enferma.
Telma Reca. Si bien para esta autora la interpretación tiene un lugar importante en la psicoterapia de un niño, esta no es exclusiva ni se da desde el principio. Es muy cautelosa y específica en indicar en qué momentos hay que interpretar, y en qué momentos no hacerlo y qué efectos puede tener una interpretación fuera de tiempo o errónea.
Comparte con Anna Freud la concepción de que no se debe interpretar simbólicamente los estratos más profundos del inconsciente si antes no se ha trabajado las resistencias y las defensas consientes y preconcientes.
Para la autora, la psicoterapia tiene como fin brindarle al niño la posibilidad de expresar mociones reprimidas, desconocidas para él, posibilitando así recuperar su evolución normal, lo que le permitirán desarrollar sus potencialidades de forma armoniosa.
También, de un modo similar a Aberastury propicia desde el inicio una relación del niño con el terapeuta no mediada por los padres, para que el niño pueda ser escuchado sin la influencia de ellos. De este modo, la relación terapéutica se constituye en un vínculo distinto a los demás de su vida cotidiana.
Sin embargo tiene una posición muy distinta sobre el modo de interpretar la inhibición o la angustia iniciales como si se tratase de síntomas, porque pueden deberse a factores que escapan al conflicto psíquico. A su vez dirá, que si bien la relación terapéutica se inicia en el primer encuentro entre el niño y el terapeuta, la psicoterapia propiamente dicha solamente comienza, cuando el paciente, además de sus conflictos manifiesta su anhelos de resolverlos. Claramente aquí encontramos una diferencia notable con la autora antes citada.
Reca propone que la forma de intervenir variara según la edad y las características del niño. Cuando es muy pequeño, simplemente la presencia del terapeuta será suficiente para que pueda manifestar y elaborar, a través del juego, sus angustias y dificultades. Este despliegue lleva a la resolución del conflicto. Prácticamente no es necesario hacer intervenciones. Cuando los niños son más grandes o cuando los casos son más graves, se hace necesaria la interpretación simbólica del mismo mediante la formulación verbal de lo que esa situación pone en evidencia.
Para esta autora interpretar es dar significación a aquello que no es evidente, es decir develar el sentido oculto de una acción, una conducta, un síntoma. Pone mucho énfasis en que dicha significación debe poder deducirse de lo que va surgiendo en el transcurso de la sesión y debe formularse de modo que no despierte una angustia innecesaria que detenga el despliegue de las asociaciones. A su vez remarca que es necesario que las lecturas que se hacen no estén comandadas por hipótesis teóricas.
“Las interpretaciones eficaces son solo aquellas que promueven la afluencia de nuevos contenidos. Por eso se podrá interpretar o no, según se considere conveniente, el significado simbólico que suelen tener las expresiones del niño- juegos, relatos, fantasías. En ocasiones una interpretación adecuada posibilita la continuación del relato, la sucesión de nuevas imágenes, la ampliación del juego. Pero puede ocurrir que una interpretación errónea o formulada a destiempo, interrumpa la secuencia asociativa impidiéndole al niño avanzar en la expresión del conflicto.”[9]
Por otra parte, afirma que el terapeuta debe excluir todo intento de imponer sus criterios e ideales de vida. Debe evitar emitir opiniones o responder de manera convincente a las preguntas de los niños como hacen los otros adultos; porque esto traerá como consecuencia la detención de las asociaciones, el desgano y el aburrimiento.
Telma Reca en su artículo “La interpretación en psicoterapia”[10] critica a los psicoanalistas en dos aspectos: la interpretación de los símbolos y interpretación de la transferencia del “aquí y ahora”.
Allí, pone de manifiesto que la simbolización es una actividad exclusiva y fundamental del funcionamiento del psiquismo humano. El pensamiento y la vida afectiva están íntimamente ligados al universo simbólico. “El lenguaje juega un papel fundamental, aportando, junto con las imágenes, la materia prima al carácter permanentemente renovado de los símbolos con los que cada ser humano procesa sus experiencias. El inconsciente realiza a su vez, una labor creativa que impide generalizar el significado de los símbolos y por lo tano a hacer una única interpretación. Revela en cambio el carácter singular y las condiciones de apropiación subjetiva que les dan cualidades particulares, especificas y siempre singulares a los símbolos”.[11]
Así denuncia que ciertos psicoanálistas interpretan de un modo prefigurado, que es contrario al carácter singular en cada sujeto simboliza lo que proviene de la experiencia. “Se pierde de este modo la connotación personal, y con ella la posibilidad de entrar en la dinámica, siempre individual, del proceso de simbolización” [12]
Generalmente el sentido de una simbolización no es claro, por lo tanto el terapeuta no está autorizado a atribuirle significados arbitrarios. ¿Qué deberá el analista hacer en estos casos? Facilitar a que el paciente pueda seguir asociando para que pueda llegar por sí mismo al sentido de lo que enuncia. Para acompañar en esta tarea da algunos consejos prácticos. El analista podrá hacer acotaciones marginales, exclamaciones o interjecciones en momentos decisivos del relato, con la repetición textual de alguna frase significativa del paciente. “La manifestación oral imprecisa cumple la función de hacerle saber que se ha advertido aquello que para él puede resultar significativo, y simultáneamente la de centrar su propia atención en ello. Tratase en definitiva de no imponerle al paciente interpretaciones azarosas, sino de obtener un desarrollo expresivo de su personalidad y un despliegue de su mundo interior mediante interpretaciones validas”[13]
Para la autora, el fin de la interpretación consiste en reconocer los sentimientos que se pueden ir develando sobre
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