Bullying: Múltiples caras de una problemática social

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El entorno: espectadores o testigos

En los espectadores, frecuentemente se observa que no impiden la situación, sea porque se sienten intimidados o temerosos o porque comienzan a apoyar o validar esas conductas de bullying al considerar que provienen del más fuerte (Arroyave, 2012). Es en esta dinámica que el sujeto agresor ve reforzada su conducta, encontrando sustento para la reiteración y la víctima ve mermada sus posibilidades de desarrollar estrategias o metodologías de defensa al no encontrar apoyo en su entorno inmediato.

- SINTOMATOLOGÍA DE LA VÍCTIMA Y EL AGRESOR

Según Gabarda (2014), dentro de las señales de alerta, síntomas e indicadores que se relacionan a una víctima de acoso o Bullying, se destaca la presencia de:

- Inasistencias recurrentes a clases y/o ausentismo escolar grave.

- Descenso brusco e inexplicable del rendimiento escolar.

- Síntomas depresivos: ansiedad, tristeza, apatía, irritabilidad, insomnio, sentimientos de culpa, ideas autolíticas (suicidas).

- Conductas de huida y evitación.

- Baja autoestima.

- Problemas de autocontrol.

- Negación de los hechos.

- Llanto incontrolado o respuestas emocionales extremas.

Por otra parte, Gabarda (2014) señala que los indicadores de detección de los acosadores son caracterizados en las siguientes manifestaciones conductuales:

- Agresión verbal y/o física.

- Insultos

- Bajo autocontrol

- Acoso psicológico

- Actitudes agresivas como miradas o gestos

- Amenazas

- Impulsividad

- Abuso de poder

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- PROGRAMAS

Por sus características y consecuencias el bullying se ha transformado en una preocupación central en los colegios, los cuales han desarrollado diferentes formas de afrontarlo. A partir de la década de los ochentas, principalmente en Europa y Estados Unidos, los científicos, políticos y organismos públicos comienzan a interesarse considerablemente en el tema del Bullying debido a la alta prevalencia de los casos. Durante estos años, la violencia escolar se ha relacionado a causas específicas a nivel individual o social. Por ejemplo, a nivel individual, se asocia a patologías de salud mental, presencia de delincuencia juvenil o consumo de drogas. A nivel social, se relaciona con diferencias políticas, y malestar social por desigualdades económicas (Varela &Lecannelier, 2013). Incluso, se puede concebir al establecimiento educacional como una institución que puede ser en si misma generadora de violencia. Existen programas internacionales que han demostrado efectividad, como es el “Programa Apoyo Positivo al Estudiante” (Positive Behavior Support-PBS, Sprague & Golly, 2005) y los Programas Anti-bullying en Irlanda: “Programa ABC” (Minton & O´Moore, 2008). Todos ellos se basan en una aproximación multinivel del fenómeno, la implementación de estrategias de prevención e intervención de manera sistemática, organizadas y planificadas a largo plazo. Así como también, la implementación de estrategias orientadas al desarrollo de un clima social escolar positivo y al fomento de habilidades socio-emocionales (Varela, Astudillo, Pérez & Lecannelier, 2013).

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Programas implementados en Chile

En nuestro país, se han implementado programas de prevención e intervención de Bullying y Ciberbullying. Ejemplo de ello es el programa implementado en una muestra de 320 alumnas en un colegio de Santiago de Chile, haciendo un registro de indicadores pre y post. El programa incluyó estrategias preventivas e integrales orientadas a intervenir los distintos niveles del sistema escolar: colegio, sala de clases, individuo y familia. Los resultados demostraron que el programa es efectivo en disminuir el reporte de ser testigos de Bullying y la victimización de matonaje a través de internet. La efectividad del programa se debería a que se respetaron los lineamientos de los programas que han demostrado ser efectivos (Varela, Astudillo, Pérez & Lecannelier, 2013).

Otro ejemplo es el programa piloto “Aprendiendo Juntos”, basado en el modelo de intervención del “Positive Behavior Support-PBS”. El programa se implementó en un establecimiento educacional de la ciudad de Santiago, donde se logró disminuir en un 34,7% los incidentes violentos entre los alumnos, medido a través de la disminución del promedio diario de alumnos derivados a inspectoría en los años 2006 y 2007 (Varela, Times & Sprague 2009). Otra experiencia chilena fue el Programa “Recoleta en Buena, implementado en 4 establecimientos educacionales donde se evaluó a 677 estudiantes el año 2006 y 553 el año 2008, de 5to básico a 4to medio. El programa logró disminuir el promedio de los reportes de violencia (víctimas, victimarios y testigos), demostrando efectividad a nivel primario permitiendo así impactar a toda la comunidad escolar (Varela, 2011).

Tanto la experiencia internacional como la acontecida en nuestro país, respecto a la implementación de programas de prevención e intervención de violencia en las escuelas, ha demostrado la importancia de abordar esta problemática desde un enfoque integral, apuntando a los distintos niveles del sistema escolar: políticas públicas, red educativa, familias, y personas, así como la interrelación entre estos niveles. Estas estrategias de intervención y de prevención deben ser:

- Organizadas, sistemáticas y planificadas a largo plazo.

- Orientadas a prevenir, intervenir y promover un clima social escolar positivo.

- Incrementar la empatía, el desarrollo de las competencias sociales, la promoción de conductas prosociales, la resolución de conflictos y la mediación.

A pesar de lo anterior, la experiencia ha demostrado que faltan estudios de efectividad sobre programas integrales de prevención del Bullying, a nivel de los países de Sudamérica. A continuación describiremos, a modo de ejemplo,