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Instituto de Desarrollo Infantil y Departamento de Pediatría, Universidad de Minnesota, Minneapolis, Minnesota.

Enviado por   •  21 de Diciembre de 2017  •  2.508 Palabras (11 Páginas)  •  623 Visitas

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La reorganización del cerebro basado en experiencia selectiva no está limitado a las ratas. Por ejemplo, Mühlnickel, Elbert, Taub y Floor (1998) han reportado que adultos que sufren de tinnitus (zumbido en los oídos) mostraron una reorganización dramática de la región de la corteza que lidia con la audición. Este mismo grupo (Elbert, Pantev, Wienbruch, Rockstroh, & Taub, 1995) también mostró que en los músicos que tocan instrumentos de cuerda, la región de la corteza somato sensorial (la región del cerebro que ayuda al sentido del tacto) que representa a los dedos de la mano izquierda (la mano que requiere un aprendizaje motor más fino) es más grande que el área que representa a la mano derecha (que es la usada para tocar), y mucho más grande que el área izquierda de no músicos. Finalmente, Ramachandran, Rogers-Ramachandran, y Stewart (1992) han observado descubrimientos similares en pacientes que han experimentado amputación de miembros. La región de la corteza somato sensorial que se encuentra adyacente a la región previamente representada por el miembro perdido invade esta zona. Esto probablemente explique por qué los pacientes experimentan una sensación en el miembro amputado (por ejemplo el antebrazo) cuando esta nueva área (que representa a la mejilla) es estimulada (Ramachandran et al, 1992). Colectivamente, este trabajo sugiere que la corteza de un humano adulto puede ser reorganizada basada en experiencias que ocurrieron relativamente de manera tardía en la vida.

¿Qué ocurre con la plasticidad durante la infancia? Tallal y Merzenich (Merzenich et al., Tallal et al., 1996) han especulado que en algunos niños, la dificultad de analizar gramaticalmente un discurso en proceso en segmentos de sonido conlleva a una dificultad para discriminar los sonidos del habla. Estos autores han reportado mejoras en ambos tipos de discriminación del habla y comprensión del lenguaje cuando a tales niños les es dado un entrenamiento intensivo en procesamiento del habla. Aunque el cerebro de esos niños no fue examinado, presumiblemente, el tálamo-cortical-auditivo sufrió cambios debido a esta experiencia.

Estos son solamente algunos ejemplos de cómo el cerebro es modificado por las experiencias; algunos otros, en varios dominios del funcionamiento, y en varios puntos del desarrollo, podrían proporcionarse. Sin embargo, con esto no se pretende decir que los cambios por experiencias-inducidas son posibles en todos los dominios o campos del comportamiento en todos los puntos del tiempo. Por ejemplo, existe evidencia de estudios de privación donde aquellos niños que no se expusieron a ambientes de cuidado normales durante sus primeros años de vida probablemente sufrieron cambios duraderos en su progreso socioemocional (aunque algunos individuos mostraron de manera notable la preservación o recuperación de la función). De manera similar, hemos sabido por varios años que tener la habilidad para ver con un solo ojo en los primeros años de vida produce déficits intratables en la percepción profunda binocular, y que una privación lingüística prolongada conlleva de manera similar a un déficit intratable del lenguaje, de la percepción del habla o ambos. Incluso en estos casos, sin embargo, hablar de la importancia de la experiencia, así como de la falta de experiencias normativas muestra que el desarrollo no es normal.

IMPLICACIONES DEL TRABAJO EN PLASTICIDAD NEURONAL PARA DESARROLLO DEL COMPORTAMIENTO

Las observaciones precedentes, sugieren que el debate entre lo “innato” –contra- “lo aprendido” es una falacia. Un ejemplo de la literatura en percepción facial ilustra este punto (algunos aspectos del desarrollo del lenguaje pueden ser otro ejemplo). Algunos investigadores han discutido que el reconocimiento facial es innato, por lo que (presumiblemente) quieren decir que se desarrolla sin el beneficio de la experiencia. Como sea, sabemos que los infantes se encuentran en contacto con rostros desde el momento que nacen. Por lo tanto, parece razonable pensar que la experiencia conduce el desarrollo del tejido neural (quizás seleccionado por presiones evolutivas, dada la importancia del reconocimiento facial en la sobrevivencia) que asume esta función y que este tejido se especialice rápidamente. (Las estructuras cerebrales responsables del reconocimiento facial en los adultos se encuentran en la corteza temporal derecha e incluye el giro fusiforme.) Este proceso permitiría a la habilidad para reconocer rostros aparecer en un desarrollo temprano, pero esto no es lo mismo que decir que esta habilidad es innata condición innata. Al contrario, el pensar que el reconocimiento facial es “aprendido” no hace justicia al hecho de que tal aprendizaje por defecto necesita de cambios en el cerebro, mismos que en turno alteran qué genes son expresados (activados). Aún si uno piensa que la habilidad es “genética” (aunque probar tal conclusión pueda parecer imposible sin el beneficio de ser capaz de especificar genes), la expresión genética es influenciada por la experiencia, y una vez que la experiencia ocurre, el cerebro es alterado, lo que provoca una alteración en el gen de la expresión etc.

¿Cuáles son las implicaciones prácticas del acercamiento que estoy abogando? Vienen a mi mente dos. La primera pertenece a la intervención. Entendiendo precisamente cómo el cerebro es modificado por la experiencia, podemos identificar mejor las experiencias necesarias para atraer a los niños a una trayectoria que les permita un desarrollo normal, o prevenirlos para que no cambien de trayectoria. Además, podemos enfocar nuestras intervenciones más juiciosamente, en lugar de enfocarnos en todo el niño. Finalmente, usando las herramientas de la neurociencia, podremos ser capaces de examinar el cerebro antes y después de una intervención, y al hacerlo determinaremos más eficazmente en dónde ocurrió el cambio en el sistema nervioso. Por ejemplo, si el daño en el camino del tálamo cortical auditivo parece ser el responsable de problemas en el aprendizaje del lenguaje, quizás procedimientos no invasivos como potenciales relacionados con eventos (actividad eléctrica generada por el cerebro en respuesta a eventos presentados de manera discreta) o una resonancia magnética siendo usada para (a) confirmar o negar esta hipótesis y (b) evaluar la eficacia (o la falta de la misma) de una intervención brindada y sus efectos en la estructura y función del cerebro (ver Nelson & Bloom, 1997)?

Una segunda implicación de la perspectiva sugerida en este ensayo pertenece a nuestro entendimiento de la competencia y resistencia. Tal y como el trabajo de Masten y Garmezy (Masten et al., en prensa) lo muestran, no todos los niños criados en condiciones subóptimas (incluyendo

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