Investigación en Desarrollo Humano y su vinculación con el ámbito educativo

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La Adultez Emergente (AE) se manifiesta como un fenómeno cultural en sociedades industrializadas a partir de los cambios sociodemográficos de las últimas décadas, tales como el aumento del acceso a la educación universitaria, el aumento de la fuerza laboral, y la postergación de hitos como el matrimonio y tener hijos. (Arnett en Barrera, 2016).

Es sobre todo una década de transición cuyos partícipes están en continuo cambio. Un período caracterizado principalmente por la progresiva autonomía, la madurez psicológica, la productividad y la capacidad de ocuparse de personas dependientes. Por ello, la década de los 20 años los jóvenes no dependen sólo del pasado sino de cómo se proyectan hacia el futuro, de las expectativas y las propias creencias sobre el desarrollo adulto (Dávila en Uriarte, 2007).

Los adultos jóvenes y la adultez emergente se han convertido, en las últimas décadas, en un asunto de debate e investigación evolutiva y social, tanto en psicología, como en otras disciplinas relacionadas (Arnett, 2000; Scabini, Marta y Lanz, 2006). Este reciente interés se justifica en la tendencia contemporánea de las sociedades occidentales industrializadas a la prolongación de la adolescencia y la postergación del comienzo de roles adultos comunes (Arnett, 2000; Fierro Arias y Moreno Hernández, 2007).

Si bien puede definirse de forma general este período de reciente interés como la “transición de la adolescencia a la adultez” (Arnett, 1997; Scabini, Marta y Lanz, 2006; Harwood, 2008), no es lo mismo hablar de “joven adulto” que de “adulto emergente”. Estos dos conceptos se pueden confundir fácilmente, pues tienen una intersección en su definición: mientras que “adulto emergente” corresponde al período de 18 a 25 años (Arnett, 2000, 2004; Fierro Arias y Moreno Hernández, 2007), “adulto joven” suele definirse para el período de los 20 a los 29 años (Scabini, Marta y Lanz, 2006; Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2008).

En la actualidad, debido a cambios en la sociedad industrializada occidental se han provocado cambios en el momento que los jóvenes terminan de estudiar, se independizan económicamente y buscan formar una familia; esto a su vez genera la definición de un nuevo periodo evolutivo comprendido entre los 18 a 25 años que se le conoce adultez emergente. Durante este periodo los jóvenes exploran las posibilidades que sus vidas les proporcionan y se hace necesario lograr desarrollar habilidades y competencias que este periodo exige (Cruz).

Sin embargo, la definición de estos conceptos va más allá de una delimitación de edad. En las teorías clásicas del desarrollo humano emergió, primero, el concepto de adulto joven, para definir la etapa posterior a la muy estudiada y teorizada adolescencia.

Arnett define la adultez emergente como un período del desarrollo humano entre los 18 y los 29 años, claramente diferenciado de la adolescencia y de la adultez joven. Los adultos emergentes exploran una variedad de posibles direcciones de vida en el amor, el trabajo y las visiones del mundo. Sin embargo, esto no supone, necesariamente, una actitud de tensión o rebeldía. Arnett plantea que el concepto de “adultez” emergente se sustenta tanto teórica, como empíricamente, y se constituye así en un aporte novedoso a las teorías del desarrollo humano. (Arnett en Hernández, 2007)

Los científicos sociales tradicionalmente citan tres roles significativos de la adultez: empleado, conyuge y padre. Estos roles se esperaban, aun deseados, una vez que se pasara a la pubertad. Los niños deseaban ser “totalmente adultos”, y anticipar privilegios (como beber o conducir) que estaban negados a ellos.

Por contraste, muchos jóvenes adultos evitan estos tres roles clásicos y en especial en naciones industrializadas. El periodo entre los 18 a 25 se caracteriza por mas educación, matrimonios más tardíos, menos nacimientos y postergación de la elección de la profesión. Es un tiempo para la exploración, no para establecerse. Las personas que se encuentran en esta etapa prueban varios trabajos, estilos de vida, parejas, ideas y valores.

Por supuesto no todos los jóvenes alargan el tiempo entre la adolescencia y la adultez. En particular en los países no industrializados muchos comienzan a trabajar, se casan y son padres antes de los 20 años, tal como lo hicieran sus padres y abuelos. Pero la globalización ha acelerados una tendencia evidente principalmente entre la juventud de mejor nivel adquisitivo. Hoy los adolescentes y jóvenes en todo el mundo postergan los roles adultos tanto tiempo como les es posible, buscando más educación e independencia que las generaciones anteriores nunca tuvieron en sus comunidades. (Berger, 1993).

Finalmente, para el presente trabajo se definirá a la adultez temprana como la etapa del desarrollo humano que abarca desde los 20 – 30 años de edad, la cual es, sobre todo, una etapa de transición cuyos partícipes están en continuo cambio.

AMBITOS

Físico

En esta etapa de desarrollo humano ya se encuentra establecido el cimiento del funcionamiento físico de por vida, la salud se ve influida por genes y factores conductuales (alimentación, sueño, ejercicio, consumo de sustancias toxicas). En este periodo ya puede contarse con costumbres comunes como tabaquismo y alcohol, se puede presentar ya la obesidad. La dieta y su tipo de nutrición es clave para etapas posteriores, pero esta se ve afectada por contextos, emociones y la información que se tenga sobre hábitos alimenticios.

Cognitivo

Piaget describió la etapa de operaciones formales como el pináculo del logro cognoscitivo, otros sostienen que lo cambios en la cognición se extienden más allá de ella.

El pensamiento reflexivo es una forma compleja de cognición definida como “la consideración activa, persistente y cuidadosa” de la información o creencias a la luz de la evidencia que las apoya y de las conclusiones a las que da lugar. Los pensadores reflexivos cuestionan de manera continua los hechos supuestos, sacan inferencias y establecen conexiones. Crean sistemas intelectuales complejos que concilian ideas o consideraciones aparentemente contradictorias.

La capacidad para practicar el pensamiento reflexivo parece surgir entre las edades de 20-25 años; casi todos los adultos desarrollan la capacidad para convertirse en pensadores reflexivos, pocos alcanzan la capacidad optima en esta habilidad y menos aplicarla sistemáticamente a sus problemas.

El pensamiento maduro es más rico y más complejo

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