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Teoría del Desarrollo Infantil

Enviado por   •  20 de Abril de 2018  •  1.734 Palabras (7 Páginas)  •  306 Visitas

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El niño acepta de manera acrítica la presión paternal y la generaliza y sigue con excesiva rigidez. En este caso, el niño se vuelve estrictamente autocontrolado, desarrollando una gran escrupulosidad y orientación exagerada hacia el orden y la limpieza. Este tipo de carácter, que a veces continúa hasta la adultez (un fenómeno otra vez de fijación, como los descritos para la anterior etapa), expresa una resistencia reprimida hacia la autoridad. Comportamientos como el deseo de acumular dinero o poder o conductas autoritarias y rígidas podrían ser expresiones adultas de este carácter anal.

La etapa fálica

Entre los tres y los seis años el niño entra en una tercera etapa: la etapa fálica. El acontecimiento que domina esta etapa es uno de los más conocidos (e importantes) dentro de la teoría freudiana del desarrollo, el complejo de Edipo .

El complejo de Edipo se puede caracterizar como una crisis que acontece a partir del momento que el niño comienza a interesarse por su pene, cuando la libido se traslada a esa zona de su cuerpo. En esas primeras fantasías sexuales en las que participa el pene, la madre se supone que juega un papel fundamental. El niño desarrolla deseos sexuales incestuosos, que toman la forma de comportamientos reales o imaginados en los que se ve a sí mismo besando a su madre, durmiendo con ella, casándose con ella, etc. Sin embargo, el niño pronto se dará cuenta que estos deseos son irrealizables, ya que topa con la figura del padre, que se convierte en su rival para obtener los favores y el amor de la madre.

El poder del padre y la conciencia de su superioridad puede despertar en el niño lo que Freud denomina un miedo a la castración. Al mismo tiempo, el niño ha de manejar también sus sentimientos de amor y la necesidad que tiene del padre. De hecho, esta presencia o ausencia de pene representa una idea recurrente en los niños según Freud. El niño varón se imagina que todos, independientemente de su sexo, tienen unos órganos genitales similares a los suyos. Esta convicción se mantiene de manera firme y es mantenida incluso ante la presencia de contradicciones. En los varones esta lucha por mantener esa creencia refuerza el miedo a la castración al que nos referíamos, al pensar que a las niñas les ha sido efectivamente arrebatado su pene. En las niñas la creencia equivalente refuerza lo que Freud denomina envidia del pene o el deseo de tener un órgano similar al de los varones.

Esta situación contradictoria y conflictiva característica del Edipo se resuelve mediante dos tipos de movimiento: por una parte reprimiendo el amor incestuoso hacia la madre, encerrándolo en el inconsciente y sublimándolo en forma de amor puro y asexual. Por otra, el odio hacia el padre se soluciona mediante su identificación con él: el niño desea fervientemente llegar a ser como su padre. El resultado de esta identificación será muy importante desde un punto de vista evolutivo, ya que da lugar a la interiorización de normas morales (representadas en la figura del padre), a la formación del superyo.

A pesar de que los sentimientos edípicos se reprimen, permanecen sin embargo en el inconsciente y pueden manifestarse en ciertos comportamientos adultos, como un deseo excesivo de poder y competición o viceversa, la huida de situaciones competitivas y de autosuperación (que evocan el miedo a la castración edípico).

Esta descripción del Edipo se ajusta al desarrollo sexual de los hombres, pero, ¿qué sucede con las mujeres? Freud describió un proceso similar de deseo sexual hacia el padre y competencia y hostilidad hacia la madre en las niñas, proceso que denominó complejo de Electra . La resolución de este conflicto no puede llevarse a cabo por la misma vía que en los hombres, en los que el miedo a la castración juega un papel fundamental, aunque parece que Freud nunca llegó a aclarar del todo como se producía. Esta centración en el desarrollo del varón y olvido o subordinación de la mujer ha sido señalado, incluso desde las propias filas psicoanalistas y especialmente desde ámbitos feministas, como uno de los puntos débiles más importantes de la ortodoxia psicoanalítica freudiana.

Etapa genital

Tras la resolución del Edipo, el niño pasa por un periodo que Freud denomina de latencia, en el que las fantasías sexuales permanecerían reprimidas y estables. Esta fase sería entonces de relativa calma, calma que se rompería sobre los 11 años y con la aparición de la adolescencia.

En esas edades, los impulsos sexuales aparecen con fuerza. Los miedos y fantasías edípicas vuelven a aparecer y entonces resulta importante para el desarrollo poder librarse de nuevo de ellos. Esta liberación se lleva a cabo mediante una separación de los padres y ruptura de dependencia familiar. El niño (el ahora adolescente) ha de superar su amor sexual hacia la madre buscando el mismo una mujer diferente, u objeto sexual alejado de ella y debe superar también la rivalidad con el padre afirmando su independencia.

Para Freud, esta búsqueda de autonomía e independencia nunca es fácil, y la adolescencia se convierte así en una etapa vital problemática, caracterizada por el conflicto. Esta visión de la adolescencia marcada por los problemas y el conflicto intenso ha influenciado y sigue influenciando nuestra visión de esta etapa hasta nuestros días.

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