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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA

Enviado por   •  21 de Mayo de 2018  •  7.067 Palabras (29 Páginas)  •  278 Visitas

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No obstante, yo les digo que es muy posible, y muy probable, que el soñante a pesar de todo sepa lo que su sueño significa, sólo que no sabe que lo sabe y por eso cree que no lo sabe. (Sobredeterminación psíquica)

PREMISAS

- EL SUEÑO ES UN FENÓMENO PSÍQUICO

- EN EL HOMBRE HAY COSAS ANÍMICAS QUE ÉL SABE SIN SABER QUE LAS SABE

Debo advertir que mis dos supuestos no son de igual valor. La primera es la que queremos demostrar con el resultado de nuestro trabajo; la segunda fue demostrada ya en otro ámbito: el de los fenómenos hipnóticos: si un hombre era puesto en estado de sonambulismo y después de hacerle vivenciar alucinatoriamente toda clase de cosas se le despertaba, parecía, al principio, no saber nada de lo ocurrido; pero al insistir, al asegurarle que lo sabía, que tenía que recordarlo, el hombre empezaba a recobrarlo, y el recuerdo se hacía cada vez más nítido.

Puesto que al final sabía y entretanto no había averiguado nada de otro lado, esta justificado inferir que también antes tenía el saber de esos recuerdo, solo que le eran INACCESIBLES, él no sabía que los sabia, creía que no los sabia. El mismo caso hemos conjeturado en el soñante.

Existe un nítido parentesco entre el estado hipnótico y el estado del dormir, que es la condición de soñar: la hipnosis ordena un dormir artificial, y las sugestiones que le hacemos son comparables a los sueños del dormir natural. Las situaciones psíquicas son análogas. En el dormir natural, retiramos nuestro interés de todo el mundo exterior; en el estado hipnótico también, pero con excepción de una persona, la que nos ha hipnotizado, con la cual permanecemos en rapport.

Entonces, es muy probable que el soñante tenga un saber sobre su sueño; se trata únicamente de posibilitarle que descubra su saber y nos lo comunique. No le pedimos que nos diga enseguida el sentido de su sueño, pero el origen de éste, el círculo de pensamientos y de intereses del que proviene, podrá descubrirlo.

Nuestra TÉCNICA para el sueño es muy simple: le preguntaremos por el modo en que ha llegado al sueño y lo que él inmediatamente enuncia deberá considerarse como esclarecimiento. Pasamos por alto la diferencia entre que “crea saber algo” o “no lo crea”.

Nuestra TÉCNICA: les propongo que descompongamos el sueño en sus elementos y abordemos la indagación para cada uno de ellos por separado: así quedará establecida la analogía con las operaciones fallidas.

Podrán decir ustedes que aquel a quien se pregunta por los elementos oníricos singulares pueden responder que no se les ocurre nada. Hay casos en los que daremos por buena esta respuesta; ¿qué casos? Se trata de los casos en que nosotros mismos, los intérpretes, podemos tener determinadas ocurrencias.

Pero en general contradiremos al soñante, le aseguraremos que tiene que tener una ocurrencia y la obtendremos. El ofrecerá una ocurrencia, cualquier ocurrencia, no nos importa cuál; ciertas informaciones, que podemos llamar históricas, las comunicará con particular facilidad.

Y de esta manera notaremos que los anudamientos de los sueños a impresiones de los últimos días son mucho más frecuentes de lo que habíamos creído inicialmente. Por fin, a partir del sueño el soñante se acordará de acontecimientos lejanos, y eventualmente incluso de un pasado remoto.

Ustedes comenten un grave error cuando opinan que es arbitrario suponer que la ocurrencia inmediata del soñante por fuerza ofrece lo buscado o lleva a ello, pues podría ser caprichosa y descolgada. Existe en ustedes una creencia en la libertad y la arbitrariedad psíquicas, creencia acientífica y que debe ceder ante el reclamo de un determinismo que gobierne también la vida anímica.

Si al preguntado se le ocurre esto y no otra cosa, les ruego que lo respeten como a un hecho. Puede demostrarse que la ocurrencia que el preguntado produce no es arbitraria ni indeterminada, no está desconectada de lo que nosotros buscamos. (Sobredeterminación psíquica)

Cuando exhorto a alguien a decir lo que se le ocurre sobre un elemento determinado del sueño, le estoy pidiendo que se abandone a la asociación libre reteniendo una representación de partida. Esto exige una actitud particular de atención, totalmente diversa de la requerida en el caso de la reflexión, y que excluye a ésta.

Existe un grado mayor de libertad de asociación cuando abandono esta representación de partida y establezco que la ocurrencia libre debe consistir, por ejemplo, en un nombre propio o en un número. Esta ocurrencia tendría que ser aún más arbitraria que la utilizada en nuestra técnica.

No obstante, puede demostrarse que en todos los casos está estrictamente determinada por importantes actitudes anteriores; ellas no son conocidas en el momento en que producen sus efectos.

Se procede del siguiente modo: se evocan asociaciones urdidas con el nombre que emergió; ellas ya no son del todo libres, sino que, como en el caso de las ocurrencias sobre los elementos oníricos, quedan desde ese momento ligadas. Y esto se prosigue hasta que se agota la impulsión que lleva a producirlas.

De igual modo, ciertas melodías que se nos ocurren de improviso resultan condicionadas por un itinerario de pensamientos al que pertenecen y que tiene una razón para ocuparnos sin que nosotros sepamos nada de esa actividad. Es fácilmente demostrable que el vínculo con la melodía se anuda a su texto o a su origen.

Sí las ocurrencias que emergen de manera enteramente libre, están condicionadas de ese modo y se insertan dentro de un contexto determinado, con derecho inferiremos que ocurrencias con una ligazón única, a saber, la ligazón con una representación de partida, no pueden estar menos condicionadas. La indagación muestra que además de la ligazón que les procuramos mediante la representación de partida, puede reconocerse una segunda dependencia: respecto de círculos de pensamiento y de interés de alto contenido afectivo; vale decir, de complejos, cuya participación no es conocida en el momento, y es, por lo tanto, inconciente.

Ahora admitimos que las ocurrencias libres están determinadas y no son arbitrarias como habíamos creído. Lo aceptamos también respecto de las ocurrencias sobre los elementos del sueño.

Podrían objetar que la ocurrencia sobre el elemento onírico estará determinada por el trasfondo psíquico de ese mismo elemento, el cual no nos es conocido; no nos parece demostrado. Estaríamos dispuestos a esperar que la ocurrencia sobre el elemento

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