Ayudemos a quienes han dejado de congregarse en la celula o la iglesia
Enviado por Rebecca • 1 de Noviembre de 2018 • 1.736 Palabras (7 Páginas) • 342 Visitas
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Si un líder le solicitan que visite a uno de estos hermanos, pídale a Jehová que le brinde su espíritu santo para que lo dirija y que bendiga sus esfuerzos. “[Haga] rodar sobre Jehová mismo [sus] obras, y [sus] planes serán firmemente establecidos.” (Pro. 16:3.) Piense en pasajes bíblicos y puntos estimulantes que pueda usar para fortalecer la fe de su hermano. Reflexione en el excelente ejemplo del apóstol Pablo (léase Romanos 1:11, 12). Él anhelaba ver a los cristianos de Roma y darles dones espirituales a fin de fortalecerlos. También confiaba en que el estímulo sería mutuo. ¿No deberíamos nosotros tener esa misma actitud cuando intentamos ayudar a quienes se han alejado del rebaño?
¿De qué podría hablar con un hermano que esta en desanimo
preguntarle al hermano cómo conoció la verdad. Hablen de los viejos tiempos, de los buenos ratos que pasan juntos en el servicio a Dios, y anímelo a recordar lo agradable que era estar en las reuniones de celula y cultos de la iglesia . Mencione lo feliz que usted se siente de estar cerca de Jehová (Sant. 4:8). Dígale lo agradecido que está por todo lo que Jehová le da a su pueblo, en especial por la esperanza y el consuelo que nos brinda cuando atravesamos problemas (Rom. 15:4; 2 Cor. 1:3, 4).
¿Qué bendiciones sería bueno recordarles?
Algo que puede ser útil es recordarle al hermano de las bendiciones de nuestro rey. Una de ellas era la oportunidad de conocer cada día mejor la Palabra y los propósitos de Dios (Pro. 4:18). Seguro que, como andaba por espíritu, le era más fácil resistir las tentaciones (Gál. 5:22-26). Gracias a ello podía orar a Dios con una conciencia limpia y tener “la paz de Dios que supera a todo pensamiento” y que guarda nuestros “corazones y [...] facultades mentales” (Fili. 4:6, 7). Cuando hable con el hermano, tenga presentes esas ideas, muestre verdadero interés por él y, sobre todo, anímelo con bondad a congregarse (léase Filipenses 2:4).
Supongamos que usted es un lider y que está visitando a un matrimonio que se ha vuelto inactivo. Quizá pueda animarlos a recordar cómo se sintieron cuando conocieron la verdad de la Palabra de Dios. ¡Qué maravillosa y lógica era esa verdad! ¡Cómo llenó sus vidas y los liberó espiritualmente! (Juan 8:32.) De seguro su corazón rebosaba de gratitud por lo que estaban aprendiendo sobre Jehová, su amor y sus extraordinarios propósitos (compárese con Lucas 24:32). Recuérdeles el privilegio que tenemos los cristianos dedicados de orar a Dios y de tener una relación estrecha con él. Invítelos a responder de nuevo a “las gloriosas buenas nuevas del Dios feliz”, Jehová (1 Tim. 1:11).
Siga demostrándoles que los ama
Dé un ejemplo que muestre lo efectiva que puede ser la ayuda que se da a los inactivos.
¿Qué cualidades se requieren para ayudar a quienes se han apartado?
El amor es lo que nos impulsa a ayudar a los hermanos. Jesús les dijo a sus discípulos: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:34, 35). Así es, el amor es la cualidad que caracteriza a los verdaderos cristianos. ¿No deberíamos mostrarles ese amor a los hermanos? ¡Por supuesto que sí! Claro, para ayudarlos debemos demostrar también otras cualidades cristianas.
¿De qué cualidades estamos hablando? Además del amor, quizás se requieran compasión, bondad, apacibilidad y gran paciencia. En algunos casos incluso es probable que haga falta ser perdonador. Pablo escribió: “Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión” (Col. 3:12-14).
¿Por qué merece la pena esforzarse por ayudar a los hermanos a recordar ese primer amor?
En el mundo, no hay nada que valga la pena, pero una sola vida vale mucho más que todo el oro del mundo. Así lo recalcó Jesús en la parábola sobre la oveja perdida (Mat. 18:12-14). Nunca olvide este punto y siga esforzándose con toda urgencia por ayudar a las queridas ovejas del gran pastor, pues al ayudar, nosotros mismos nos ayudamos.
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