EL CARÁCTER DEL OBRERO DE DIOS.
Enviado por Ledesma • 9 de Marzo de 2018 • 1.631 Palabras (7 Páginas) • 388 Visitas
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amor para servir
“Porque el hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir” (Marcos 10:45)
Se trata de servir sin esperar nada a cambio. Sin buscar tomar ventaja de la situación por eso, no se puede servir sin amor. No puedes esperar que alguien cambie antes de amarlo. Nuestra alma debe tener tal magnitud que nos sea posible abrazar a todos los hombres. Todos somos hijos de Dios y el Señor no los considera como una molestia, carga o atadura.
Solo somos seres humanos, debemos amarnos y cuidarnos.
No hay obrero de Dios que sea superior al resto de los hombres, el servir al prójimo nunca es ser condescendiente, es una obligación que tenemos con nuestros semejantes.
-Interesarse por las personas
¿Cómo puedes predicar el evangelio si eres tan frío con respecto a la humanidad y no te interesas por ella?
Jesús murió por toda la humanidad y nosotros debemos amara cada alma que encontramos y dedicarnos a la tarea interminable de servir. Un obrero de Dios que discrimina a los otros es como un doctor que no quiere examinar a sus pacientes o un maestro que desprecia a sus alumnos. No tiene vocación.
Dispuesto a padecer
¿Qué es el sufrimiento?
El sufrimiento es inevitable. Cristo vino al mundo a sufrir por toda la humanidad. Sin embargo, Dios no quiere ver sufrir a su pueblo, no desea que nos falte nada, quiere vernos satisfechos. El sufrimiento es algo que nosotros elegimos sabiendo que el camino más fácil y más cómodo no siempre es el mejor. Debemos estar dispuestos a padecer, eso es parte de servir a Dios; es parte del compromiso con Dios y con sus hijos.
- Sufrir con gozo
Estar dispuesto a sufrir significa estar dispuesto a enfrentar dificultades, escasez o pruebas por el Señor. Es estar preparado para soportar y valientemente vencer obstáculos. Quién está dispuesto de esta forma no necesariamente sufrirá pero asumirá y vencerá las dificultades con entereza porque su mente y su corazón se ha comprometido a sufrir gozoso por el Señor.
Se trata de estar listo ante Dios, esto indica valentía y fortaleza.
“Cuando estés bien, trabajaras. Cuando te sientas incomodo seguirás trabajando. Estés enfermo o goces de buena salud, servirás.” Un hombre que se queja y auto compadece, no está listo para asumir la voluntad de Dios. No está dispuesto a sacrificarse por los demás.
- Preparados para padecer
No podemos decir estar dispuestos a servir al señor y retirarnos al encontrar alguna prueba o dificultad que no esperábamos. Eso significa tener miedo, es una falta de confianza en Dios.
Debemos decir “Por tu amor, y por la gracia que me has dado hoy, estoy comprometido totalmente con tu obra. Venga el cielo o el infierno seguiré trabajando. Sea competente o incompetente, seguiré trabajando hasta el final”.
Si no estamos así dispuestos seremos siempre vulnerables. Debemos estar entregados por completo.
Somete su cuerpo
- Servir con nuestros cuerpos
Muchos han malentendido las escrituras considerando al cuerpo como una molestia de la cual debamos liberarnos ni mucho menos la raíz del pecado. Al contrario, el cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
Debemos someter al cuerpo para tenerlo bajo control, no para causarnos daño. Nuestro espíritu siempre debe ser más fuerte que nuestros antojos o necesidades físicas, es la práctica del ejercicio, de la disciplina y autocontrol.
- Disciplinar nuestros cuerpos
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene”
Debemos evitar todo aquello que no sirva a nuestro propósito de ser obreros de Dios.
Así como los atletas que corres en una carrera necesitan controlar su cuerpo, los que predican el evangelio como siervos del señor también deben hacerlo. Se trata de poner al cuerpo en servidumbre, de hacerlo nuestro esclavo. El cuerpo debe responder a la voluntad del espíritu.
- Ser siervos
Para servir a Dios debemos plantearle las mayores exigencias a nuestro cuerpo, debemos hacer que nuestro cuerpo responda no solo a las necesidades físicas sino también a las exigencias del servicio a Dios.
- Cuidar el templo de Dios
Además de controlarlo, debemos cuidar el cuerpo. No se trata de ser imprudente y caer en enfermedad. El descuido del cuerpo denota falta de amor a la vida y a la obra de Dios, lo que se busca es la mesura.
Diligente, no perezoso
El deseo de servir a Dios no basta; se requiere de verdadera disposición. Se requiere de un proceso de destrucción y reconstrucción de lo que hemos sido para convertirnos en seres útiles a la voluntad divina. Cada siervo debe ser solícito en su servicio.
Ser negligente es buscar el descanso y evadir el trabajo. Una persona diligente busca la oportunidad de servir, aprovecha bien cada oportunidad. El servicio transforma el carácter.
-Servir con diligencia
La pereza constituye el mayor problema en muchas personas. Una persona diligente no considera que nada sea difícil y no conoce la holgazanería. La disposición debe ejercitarse de tal modo que no sólo no nos moleste servir sino que nos deleitemos en hacerlo.
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