Formar a jesus
Enviado por Stella • 24 de Octubre de 2018 • 2.944 Palabras (12 Páginas) • 325 Visitas
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Luego se lleva a los discípulos a un viaje misionero. Hay que ir con Jesús, llevados por él a la misión. En ese viaje inolvidable van a suceder cuatro acontecimientos: una tempestad, curación de un endemoniado, sanación de una mujer enferma, vida para una niña difunta. La misión necesariamente enfrenta máximos obstáculos. Pero Jesús va en la barca. Hay que despertarlo y experimentar el poder de la fe que vence toda cobardía. En el corazón del discípulo habrá siempre lucha entre fe y cobardía. No desistir ante tempestad sino vencerla (4, 35-41).
Pasar el mar, ir a la otra orilla. “Iglesia en salida” dice el papa Francisco. Invitación del Señor. Encontrar allí al hombre, el de todos los nombres, sin Cristo, muerto en vida. Deshumanizado. Pero necesitado de Cristo. Diálogo, choque, acción de Cristo transformadora. Misión de Cristo, del discípulo es hacer de ese hombre un ser humano digno: sentado, vestido, en sano juicio, humanizado, Pero hacer de él también un testigo que va a su mundo con una palabra, no aprendida de memoria sino vivida: qué hizo Jesús en mí. Para ello hay que pensar como Jesús que a sus ojos un hombre vale más que dos mil cerdos (5, 1-20).
Y luego una mujer marginada. En su mundo nuevo esa palabra, no es digna de ningún ser humano, no puede existir. Es necesaria la experiencia de Jesús, “tocar su manto”, es necesario ser testigo no escondido sino valiente. Saber dar la cara por él y su acción ante todos. Y luego el camino de la muerte para unos pero para Cristo siempre el camino de la vida. Cristo en ese camino mantiene a todo precio, la esperanza. Una vez más la lucha entre el temor y la fe. En ese escenario de muerte Jesús entró, tomó de la mano y dijo levántate. Vida suya comunicada. Acciones hoy sacramentales en nosotros. A los doce años se abre el camino no de la muerte sino de la vida (5, 21-43). El discípulo ha visto y vivido el reino, la acción salvadora de Jesús, en sí mismos y en los demás. Es su formación ideal.
4. Contraste
Cristo con sus discípulos han hecho un viaje triunfal. Ningún mal les ha resistido. Llegan a Nazaret, conocido y familiar. ¿Cómo es recibido Jesús con sus discípulos, entre los suyos? Con reserva, con cierta desconfianza. Capaz de bajar los ánimos. Cristo hace lectura de este hecho. Hay que vivir también, como enviados de salvación, en un mundo desconfiado y reacio, que sigue pensando más en sus propios valores que en la visita del profeta que abre a un mundo distinto, no el de los hombres sino el de Dios. El discípulo tiene que aprender esa lección, a valorarla y a enfrentarla. La misión no se frustra allí. Después Jesús recorría los pueblos vecinos enseñando (6, 1-6). Siempre ir adelante, a un más allá.
5. El momento de ir solos a la misión
Solos es un decir. El discípulo nunca está solo. La palabra viva que lo habita es la del Señor que le habla y habla en él. “Predicar es hacer hablar a Dios” dijo san Juan Eudes. El poder salvador de Jesús vive y actúa en él. Vivirán esa experiencia cuando al regreso cuenten la derrota del mal obrada por ellos. El envío implica la llamada personal. Acercarse a Jesús y escuchar al oído sus consignas. La misión es divina y está por encima de todo recurso humano. Privilegiar el papel de la casa como lugar de evangelización. "Ligeros de equipaje” pero portadores de la riqueza invaluable de la salvación (6, 7-13). Para el discípulo que parte gozoso el sacrificio martirial de Juan Bautista es el aviso de que corre el riesgo del profeta y del enviado: el martirio (6, 14-29).
6. Las tareas del apóstol
En una larga parte del evangelio de Marcos (6, 30-8, 27) se trazan las tareas del apóstol de Jesús. Regresan de la misión, donde Jesús que los espera y acoge. Los invita al descanso, y el evangelio en un pasaje no carente de humor, les muestra que para el apóstol no hay descanso. Cuando llegan al lugar escogido por Jesús lo encuentran lleno de gente. El descanso queda para la vida eterna. Jesús enseña cómo reaccionar: se pone a enseñar con calma, sin reproches. Es la primera narración de la multiplicación de panes. Tarea del apóstol alimentar a la multitud: Denles ustedes de comer (6,30-45). Y luego nunca ir sin Jesús. No dejarlo en la orilla; no enfrentar la oscuridad y el viento sin él. Recogerlo en la barca (6, 46-52). Conciencia de la novedad de la misión. No es mera continuación del pasado sino la irrupción nueva de Dios en el mundo. El pasado tiene su razón de ser pero el mundo nuevo se construye (6, 1-23). Ir a donde está la humanidad que espera sentarse en la mesa con Jesús: la cananea y su hija son el prototipo de una humanidad que necesita y espera; de cómo romper barreras y dar dimensión nueva a la salvación (7, 24-30). Termina la sección con la curación emblemática de un ciego (8, 22-26). El discípulo debe ser siempre un caminanate-vidente.
7. Camino de Jerusalén con Jesús hacia la muerte y resurrección
En los evangelios sinópticos Jesús culmina su ministerio con un viaje mesiánico a Jerusalén. Allí se va a vivir la pasión, muerte y resurrección. El discípulo debe seguir con Jesús por ese camino corriendo el mismo riesgo. Debe empezar con una decisión clara y personal sobre Jesús: a quién voy siguiendo; no nos pregunta solo qué dice la gente sino qué dices tú. (8, 27, 30). Jesús hará tres anuncios detallados de su pasión, muerte y resurrección a lo largo de ese camino. El discípulo no puede ir con él sin saber lo que va a pasar (8, 31-32; 9, 30-32; 10, 32-34). En ese camino Jesús va a exponer las grandes exigencias de la vida cristiana (10, 1-45). Termina el relato con la curación de un ciego. Ver y creer van de la mano en el evangelio. Todo discípulo para aceptar la palabra de Jesús debe ser sanado de sus cegueras (10, 46-52).
8. Lectura de Jesús del tiempo futuro
El discípulo de todos los tiempos debe saber cómo va a ser la vida del discípulo en el marco del tiempo y de la historia (13, 1-36). Jesús ha hablado de su pasión, muerte y resurrección. ¿Es un final? ¿O es el comienzo de una etapa duradera, sin la presencia física de Jesús, pero llena de él en una manera nueva de encontrarlo? El Señor parte pero quedan los discípulos y en ellos queda él. El discípulo vive en un mundo conflictivo. Un mundo que pasa como todo lo meramente humano. Donde incluso los mayores poderes se desmoronan y pierden. El mismo Templo, frente al que están, está llamado a desaparecer. Pero con él no desaparece ni Dios ni su acción. Los poderes humanos se derrumbarán, se
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