La ética en el contexto del magisterio de San Juan Pablo II
Enviado por John0099 • 29 de Noviembre de 2017 • 1.541 Palabras (7 Páginas) • 584 Visitas
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Es obvio que la manera de entender la relación entre la libertad y la verdad incide directamente en la manera de concebir la relación entre la libertad y la ley. Algunas corrientes intelectuales han llegado a mantener la autonomía absoluta de la libertad: la autonomía moral sería equivalente a una soberanía completa. En tal caso, la libertad sería creadora de verdad y de "val ores" A menudo, dicha soberanía se atribuye a la razón humana. Tales tendencias culturales han ejercido influencia en el ámbito de la moral católica: atribuyen al hombre la facultad de dictarse a sí mismo leyes morales referentes al recto ordenamiento de la vida en este mundo. Se ha introducido una constante distinción entre un orden ético, de origen exclusivamente humano, y un orden de la salvación, para el que sólo serían relevantes algunas intenciones y actitudes interiores ante Dios y el prójimo.
Siguiendo los conceptos ya mencionados sobre la relación entre verdad y libertad, encontramos las teorías de la conciencia moral que se sitúan en oposición a la tradición del Magisterio y conducen a una interpretación "creativa" Dicha interpretación presenta distintas modalidades.
En sentido negativo, representa una reacción a la explicación, difundida en los manuales preconciliares, en los que la acción de la conciencia se definía como la mera aplicación de normas morales generales. Por otra parte, éstas no pueden acoger y respetar la totalidad de la especificidad irrepetible de cada acto de la persona. La ley no puede reemplazar a la persona en su decisión. Es más, según esta teoría, existe oposición entre la ley y la decisión personal. Por ese motivo, la conciencia ya no puede ser considerada como una instancia del juicio, sino como una instancia de la decisión, que, por sí misma, sería ley.
La elección debería basarse en motivos razonables. Respecto de las normas del Magisterio, su validez estaría dada sólo por las fundamentaciones que las sustentan.
Las enseñanzas en esta encíclica, deberían de ser solo un recordatorio de lo que ya sabemos, estamos hecho y llamados al amor, que llevado a su máxima expresión nos llevara a la libertad y a la felicidad pues estos tres conceptos no pueden ser entendidos el uno sin el otro.
Estamos hechos a la imagen y semejanza de Dios, el cual es la expresión del bien y del amor en su más grande expresión, por lo que es natural que le hombre debe de enfocar su vida hacia eso, hacia su creador.
Al recordar que estoy llamada como cualquier mujer a vivir el amor en su máxima expresión, y a ver los mandamientos como ese trampolín que me ayudarían a lograrlo, puedo aprender a exigirme a misma el luchar por ser mejor persona.
Además no debo perder de vista que la libertad es única, es un concepto único, y a comprender que el termino libertad no es un absoluto que mal llevado puede caer en un anarquismo o peor incluso en un ateísmo, hay que entender la libertad desde un punto de vista “metafísico” y no perder de vista como ya dije que estamos llamados a algo más que este mundo, y el buscar una “Libertad sin Dios” sería volverme esclavo del mundo.
Finalmente entender que la moral no es un concepto de aceptación social que cambia o se puede modificar según las tendencias o modas del momento, la moral como parte de nuestra conciencia es la naturaleza del hombre que debe de buscar hacer lo correcto, por lo que antes de realizar cualquier acto o tomar una decisión debo buscar en conciencia que es lo que moralmente se debe de hacer, escuchar a mi conciencia y entonces actuar y no solo dejarme guiar por si la intención es buena pues lo moralmente correcto y la “buena intención” no siempre irán de la mano y solo así podre ir creciendo en el amor, adentrándome en la verdad e ir creciendo en la perfección que Cristo me pide o me exige, independientemente de lo fácil o difícil que sea llevar a cabo lo que es bueno.
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