La Sagrada Escritura y la Paz
Enviado por Antonio • 24 de Octubre de 2018 • 11.481 Palabras (46 Páginas) • 349 Visitas
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Esa paz que todos anhelamos esta en nuestro interior siempre y lo que debemos es buscar la forma de compartirla con nuestros seres queridos y demás comunidad, que nos dé la oportunidad de estar felices por ello. Siempre debemos recordar que las cosas sencillas son tan importantes que no pueden sobrevalorarse por ningún precio en el mundo; debemos mantener siempre esa búsqueda de paz interior en todos nuestros actos y pensamientos; llevándolos consigo hasta el fin de nuestros días; esa es la paz que requiere la humanidad…algo sencillo pero difícil de entender y aplicar por los afanes de nuestra codicia.
ANTECEDENTES
A lo largo de los años, la iglesia católica ha venido buscando el bienestar para su pueblo, por lo tanto una de las metas más primordiales que esta tiene por cumplir, es la tan anhelada paz, a continuación se verán algunos discursos, frases u oraciones de personajes que pertenecen a la iglesia católica.
JESUS DE NAZARETH:
La esperanza de los profetas y de los sabios se hace realidad concedida en Jesucristo, pues el pecado es vencido en él y por él; pero en tanto que no muera el pecado en todo hombre, en tanto que no venga el Señor el último día, la paz sigue siendo un bien venidero; el mensaje profético conserva, pues, su valor: “el fruto de la justicia se siembra en la paz por los que practican la paz” (Sant. 3,18; cf. Is 32,17). Tal es el mensaje que proclama el NT, de Lucas a Juan, pasando por Pablo.
EL EVANGELISTA LUCAS:
El evangelista Lucas quiere en forma especial trazar el retrato del rey pacífico. A su nacimiento anunciaron los ángeles la paz a los hombres, a los que Dios ama (Lc 2,14); este mensaje, repetido por los discípulos gozosos que escoltan al rey a su entrada en su ciudad (19,38), no quiere acogerlo Jerusalén (19,42). En la boca del rey pacífico los votos de paz terrena se convierten en un anuncio de salvación: como buen judío, dice Jesús: “¡Vete en paz!”, pero con esta palabra devuelve la salud a la hemorroísa (8,48 p), perdona los pecados a la pecadora arrepentida (7,50), marcando así su victoria sobre el poder de la enfermedad y del pecado. Como él, los discípulos ofrecen a las ciudades, junto con su saludo de paz, la salvación en Jesús (10,5-9). Pero esta salvación viene a trastornar la paz de este mundo: “¿Pensáis que he venido a traer la paz a la tierra? No, sino la división” (12,51). De este modo Jesús no se contenta con proferir las mismas amenazas que los profetas contra toda seguridad engañosa (17,26-36); cf. 1Tes 5,3), sino que separa los miembros de una misma familia. Según el decir del poeta cristiano, no vino a destruir la guerra, sino a sobreañadir la paz, la paz de pascua que sigue a la victoria definitiva (Lc 24,36). Así pues, los discípulos irradiarán hasta los confines del mundo la paz israelitica (cf. Hech 7,26; 9,31; 15,23), que en el plano religioso es como una transfiguración de la paz romana (cf. 24,2), pues Dios anunció la paz por Jesucristo mostrándose “el Señor de todos” (10,36).
SAN PABLO:
Pablo, uniendo ordinariamente en los saludos de sus cartas la gracia a la paz, afirma así su origen y su estabilidad. Manifiesta sobre todo el nexo que tiene con la redención. Cristo, que es “nuestra paz”, hizo la paz, reconcilió a los dos pueblos uniéndolos en un solo cuerpo (Ef 2,14-22), “reconcilió a todos los seres consigo, tanto a los de la tierra como a los del cielo, haciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1, 20). Así pues, como “estamos reunidos en un mismo cuerpo”, “la paz de Cristo reina en nuestros corazones” (Col 3.15), gracias al Espíritu que crea en nosotros un vínculo sólido (Ef 4,3). Todo creyente, justificado, está en paz por Jesucristo con Dios (Rom 5,1), el Dios de amor y de paz (2Cor 13,11), que lo santifica “a fondo” (1Tes 5,23). La paz, como la caridad y el gozo, es fruto del Espíritu (Gal 5,22; Rom 14,17), es la vida eterna anticipada acá abajo (Rom 8,6), rebasa toda inteligencia (Flp 4,7), subsiste en la tribulación (Rom 5,1-5), irradia en nuestras relaciones con los hombres (1Cor 7,15; Rom 12,18; 2Tim 2,22), hasta el día en que el Dios de paz que resucitó a Jesús (Heb 13,20), habiendo destruido a Satán (Rom 16,20), restablezca todas las cosas en su integridad original.
SAN JUAN:
Juan explicita todavía más la revelación. Para él, como para Pablo, es la paz fruto del sacrificio de Jesús (Jn 16,33); como en la tradición sinóptica, no tiene nada que ver con la paz de este mundo.
Como el AT, que veía en la presencia de Dios entre su pueblo el bien supremo de la paz (p.c., Lev 26, 12; Ez 37,26), muestra Juan en la presencia de Jesús la fuente y la realidad de la paz, lo cual es uno de los aspectos característicos de su perspectiva. Cuando la tristeza invade a los discípulos que van a ser separados de su Maestro, Jesús los tranquiliza: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Jn 14,27); esta paz no está ya ligada a su presencia terrenal. Sino a su victoria sobre el mundo; por eso Jesús, victorioso de la muerte, da con su paz el Espíritu Santo y el poder sobre el pecado (20, 19-23).
SAN JUAN BOSCO:
"Mientras los alumnos se dejen guiar por la obediencia, como una madre lleva de la mano a su hijo, reinará la paz y la alegría en nuestro oratorio".
PAPA FRANCISCO:
6 junio de 2015. – «Quien habla de paz y no la hace está en una contradicción. Y quien habla de paz y favorece la guerra con la venta de armas es un hipócrita».
- 1 enero de 2015. – «Muchos niños y personas inocentes sufren en el mundo. Señor, concédenos tu paz».
ARTHUR CHAMBERLAIN (POLÍTICO BRITÁNICO)
“Para hacer la paz se necesitan por lo menos dos, más para hacer la guerra basta uno sólo.”
CICERÓN (106 AC-43 AC) (ESCRITOR, ORADOR Y POLÍTICO ROMANO)
“Si queremos gozar la paz, debemos velar bien las armas; si deponemos las armas no tendremos jamás paz”.
JUAN PABLO II:
- “Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz.”
- “La paz exige
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