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La justicia, la misericordia y la restauración de Dios.

Enviado por   •  25 de Febrero de 2018  •  1.812 Palabras (8 Páginas)  •  335 Visitas

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Pero para los que creemos en Él, lo reconocemos como nuestro Señor, la justicia del Señor es para hacernos volver a Él. Para que esa alegría perdida vuelva a nosotros, tenemos que ser despertados de toda atribulación del pasado. Despojarnos realmente de todo lo que no es del agrado de Dios.

Dios llama al arrepentimiento verdadero. Hace un llamado a Israel a que vuelva a El en el versículo que escribí como base de esta predica. Pero arrepentirse no es disculparse, es más que una simple expresión externa de dolor. El arrepentimiento se trata de que veamos nuestros pecados como Dios los ve. Si realmente me he arrepentido, entonces he cambiado mi manera de pensar acerca de rechazar la autoridad legítima de Dios sobre un problema particular de mi vida. Ahora entonces, no solamente me someto a Dios, sino que también estoy de acuerdo con Él en que ese acto en particular es completamente pecaminoso y aborrecible. Mi creencia acerca de la conveniencia de ese pecado en particular, ahora ha cambiado. En este punto, mis sentimientos acerca de ese pecado cambian del deseo a la repugnancia, de anhelar tenerlo a desear dejarlo. Mientras esté de acuerdo con la perspectiva de Dios con respecto a este pecado, sentiré lo que Dios siente al respecto. Mis emociones estarán de acuerdo con Él y me alejarán del comportamiento pecaminoso para siempre.

Joel afirma que el pecador debe “rasgar” su corazón y cuando hacemos este acto en verdad y en espíritu, la misericordia de Dios se manifiesta sobre nuestras vidas. La misericordia de Dios puede llamarse su compasión. Es el amor de Dios hacia el que esta sufriendo las consecuencias del pecado. La base de la misericordia se basa en los meritos del Salvador. Este atributo también puede llamarse la clemencia de Dios.

De nada sirve ir modificando de a poco nuestras “vestiduras”. Lo que es pecado tiene que salir completo, no de a partes. El diablo quiere eso, porque sigue teniendo territorio parcial en nosotros. Hay que reconocer qué áreas de nuestra vida le hemos dado al enemigo, y arrepentirnos de todo corazón. Y como mencioné anteriormente ver nuestros pecados como Dios los ve. Que no quede nada del pasado dando vueltas, ni pensamientos, ni costumbres ni nada.

Luego que nos arrepentimos de corazón viene la restauración de Dios a nuestra vida. En Joel 2:25 dice “Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.” Que Bueno es el Señor, en este pasaje vemos que restaura todo aquello que fue destruido, todo aquello que perdimos Él nos lo devuelve y de sobremanera ¡Cuanta ganancia hay en nuestro arrepentimiento a través de su misericordia! ¡Y los versículos que siguen son más alentadores! Los versículos 26 y 27 dicen:”Ustedes comerán hasta saciarse, y alabarán mi nombre, pues yo, el Señor su Dios, haré maravillas entre ustedes. Y nunca más mi pueblo será avergonzado. Entonces sabrán ustedes que yo estoy en medio de Israel, y que yo soy el Señor su Dios, y nadie más. Y mi pueblo nunca más será avergonzado”

La buena noticia es que Dios nos ha prometido restaurar todos los males de nuestro pasado, las angustias de las relaciones rotas, las luchas de la derrota, y las frustraciones de nuestras vidas. Todas las veces que nos hemos sentido rotos sin posibilidad de reparación, Dios ha prometido restaurar. No podemos cambiar el pasado. No podemos volver atrás y hacer las cosas de nuevo. Pero desde el momento que reconocemos y nos arrepentimos de todo corazón Él restaurará lo que se ha perdido. Podemos aprender de los pecados de nuestro pasado y resolverlos para vivir en plenitud de Cristo a partir de este día en adelante. El Señor prometió a Israel a través de Joel que después de ese tiempo de hambruna y plaga, él iba sanar su tierra. También Dios dijo al Rey Salomón: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” – 2 Crónicas 7:14. Esta es Su promesa para nosotros también.

Cuando Dios restaura nuestros años perdidos, Él nos trae la alegría sobrenatural, la revelación, la paz y la victoria, ¡más allá de nuestras capacidades humanas! Él puede lograr más en nosotros, para nosotros y a través de nosotros, algo que nunca creímos posible. Hay tal poder en el arrepentimiento, que devuelve a nosotros todo que la langosta destruyó.

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