Teología de la vocación: Perspectivas a la luz de algunos documentos eclesiales.
Enviado por Sara • 15 de Marzo de 2018 • 4.275 Palabras (18 Páginas) • 323 Visitas
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Decir “Sí” a la vida significa decir “Sí” a Dios que me llama y me llama a amar. Es afirmada
una vocación de Dios escondida en las aspiraciones más profundas de cada uno. Acoger la vida y la
tensión hacia algo más es ya un responder a Dios que se dona continuamente; una llamada universal
que encuentra su revelación y su entendimiento último en el encuentro con el Hijo de Dios hecho
hombre, en el cual todo ha sido creado y en el cual todo encuentra su re-velación y su cumplimiento.
“Vocación”, en este perfil, es llegar a ser siempre más concientes de que la identidad de cada
uno está escondida con Cristo en Dios y que en su rostro se nos ofrece nuestro rostro más íntimo.
1.2 Modelo trinitario-eclesial
Este segundo modelo hace de trasfondo al “Documento conclusivo del Congreso Internacional
por las vocaciones” de 1981, al “Plan Pastoral vocacional” de 1985 y al documento “Nuevas
vocaciones para una nueva Europa” de 1998.
No se puede comprender y apreciar la vocación cristiana y las vocaciones especiales, si no se
llega al misterio de Dios, al Padre que por un libre designio de amor toma la iniciativa, al Hijo que
encarnándose cumple el designio del Padre y al Espíritu Santo que suscita la Iglesia y la enriquece de
dones. “Toda vocación hace referencia al designio del Padre, a la misión del Hijo y a la obra del
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Espíritu Santo... Toda la Iglesia está constituida en estado de vocación y de misión; por ende, cada
miembro de la Iglesia es constituido en estado de vocación y de misión” (N. 7-8).
La Iglesia es una comunidad de llamados (ekklesía). El sujeto de la llamada es Dios. La Iglesia
existe como comunidad de convocados. Y, como la vocación divina se realiza según un dinamismo
trinitario, la Iglesia se presenta como una gran convocación trinitaria. Lo que equivale a decir que la
Iglesia lleva en sus entrañas el misterio del Padre que llama a todos a la salvación, el misterio del Hijo
que es llamado y enviado por el Padre para revelar al hombre su altísima vocación, y el misterio del
Espíritu Santo que llama y consagra para la misión, y en el cual está puesta la fecundidad vocacional
de toda la Iglesia (n. 4).
Dentro de este contexto trinitario, el Plan Pastoral pone en evidencia como todos los fieles, en
fuerza de su bautismo, son llamados a cooperar en la misión universal de la Iglesia, y como cada estado
de vida sea, en la comunidad cristiana, vocación y misión. “Todos los cristianos son llamados a
colaborar en el adviento del Reino de Dios... sin embargo el Señor Jesús, fundando la Iglesia, ha
querido enriquecerla de especiales ministerios a servicio de la comunidad y del reino”.
Se explica también como algunos de estos ministerios son necesarios para el mismo Ser de la
Iglesia, y otros para su Bien-estar.
El mismo tejido teológico aparece en el documento “Nuevas vocaciones para una nueva
Europa” de 1998. El icono trinitario es el contexto del Padre que llama a la vida, del Hijo que llama al
seguimiento y del Espíritu Santo que llama al testimonio (n. 15-18).
1.3 Modelo comunitario – ministerial
Este modelo, impulsado por el libro de Y. Congar “Ministerios y comunión eclesial”, de 1971,
aparece claro en los documentos eclesiales Ministeria quaedam, de 1972 y “Evangelii nuntiandi” de
1975. Según la visión del Congreso Internacional de 1981, la pastoral vocacional nace del misterio de
la Iglesia comunión y se pone al servicio de la misma, “a fin de que los dones jerárquicos y
carismáticos que Dios reparte a su Pueblo, encuentren generosa acogida”. La Iglesia, así, es una
comunidad de llamados y al mismo tiempo instrumento de la llamada de Dios.
“Todos en la Iglesia han recibido una vocación. Todos, en comunión con el Magisterio, deben
tener clara conciencia de ser una comunidad de llamados. Deben descubrir el valor del propio don, a
la luz del misterio de Dios y de la Iglesia” (N. 13)
“La vocación bautismal conduce al cristiano a cumplir la elección de su estado de vida y a
concretizar, en una Iglesia totalmente ministerial y en la variedad de los ministerios, su específica
aportación a la redención del mundo” (N. 6)
Según esta línea, si la Iglesia es totalmente ministerial, hace falta el desarrollo de una pastoral
de concientización de que toda vocación es un ministerio: desde el ministerio ordenado, a los
ministerios instituidos, hasta las diversas formas de vida de la Iglesia, como el ministerio de los
esposos, de la viudez, de la vida consagrada, de la misión.
Aunque esta visión ministerial de la vocación ha tenido un cierto rechazo
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