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Doctrina luterana

Enviado por   •  13 de Diciembre de 2017  •  2.874 Palabras (12 Páginas)  •  339 Visitas

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Lutero dijo a sus discípulos hacia el final de su vida: Les he enseñado a Cristo, pura y sencillamente, y sin adulteración. Esta afirmación resume su vida entera.

En 1546, unos treinta años después de que había clavado sus Noventa y Cinco Tesis a la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittenberg, fue sepultado dentro de sus muros, donde aún yacen sus restos.

Las ideas básicas de la Doctrina luterana, que concuerdan en su gran mayoría con la fe evangélica, se sintetizan en cuatro fórmulas latinas:

1. Solo Cristo: El único fundamento de la fe es Jesús. "Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo" (1 Corintios 3:11). "Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5)

2. Sola gratia (La Gracia sola): Cristo es el único que puede justificarnos. Las obras, incluidos los ritos eclesiales y cualquier otro tipo de esfuerzo humano, no son la causa de la salvación del hombre. Cristo murió por nosotros y a través de Él, por medio de la fe, somos salvos, para que nadie crea que fue salvo por su propio mérito, ni para que se glorifique de sus propias obras. Por lo tanto, la salvación es obra de la sola gracia de Dios. (Efesios 2:8-10)

3. Sola Scriptura (sólo la Escritura): La única fuente de revelación y norma de vida son las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento.

4. Sola fide (sólo la fe): La fe es lo único que, mediante la gracia de Dios, nos salva. Ninguna obra puede salvarnos, sino sólo la fe. Dice el apóstol Pablo: "Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá." (Romanos 1:16-17)

Autoridad de las Sagradas Escrituras (teología de la palabra)

Las Sagradas Escrituras son la misma Palabra de Dios y como tales conllevan la autoridad del mismo Dios. La teología Luterana enseña que la escritura es la fuente de toda teología y es la regla y norma para juzgar todos los maestros y todas las enseñanzas en la iglesia.

Las Escrituras divinas y la palabra proclamada que se basa en la Escritura tienen un propósito soteriológico y para este fin son inherentemente poderosas, tanto para condenar y destruir la ley y para confortar, crear fe y salvar.

Así como la ley es el medio propio de Dios para juzgar y condenar a los pecadores, la palabra del evangelio, que es el mensaje cognoscitivo de salvación por medio de la palabra expiatoria de Cristo, es su medio de salvación por la obra expiatoria de Cristo, es su medio de salvación y gracia la palabra del evangelio crea y sostiene a la iglesia que es la comunidad de los creyentes en todas partes.

O con más precisión, el Espíritu Santo siempre trabaja a través de estos medios e gracia y solo así para llamar, edificar, consolar y salvar a su iglesia.

La doctrina de la verdadera presencia del cuerpo y la sangre de Cristo en la comunión y fortalece esta función del sacramento como un medio de gracia porque por medio de su cuerpo y su sangre consiguió el perdón de pecados.

Justificación por la fe (teología de la cruz)

Según la Doctrina luterana, la fe cristiana se centra en la persona y la obra de Cristo, en su expiación substitutiva, que constituye no solamente la causa sino también la base para la justificación amorosa y misericordiosa de Dios con el pecador. Es solo por medio de la fe (sola fide) que el pecador recibe y se apropia a sí mismo de todos los beneficios que Cristo ha adquirido para el mundo: la justicia de Cristo, el perdón de Dios, la paz y reconciliación con Dios y la vida eterna, ofreciéndole así consuelo abundante y verdadera seguridad.

La fe por medio del cual el pecador se justifica es efectuada por el Espíritu Santo por medio de la palabra del evangelio y los sacramentos, sólo el Espíritu y la Palabra son responsables de la fe en Cristo.

Lutero creía fervientemente que la salvación del hombre no dependía del esfuerzo o del mérito contraído gracias a las buenas acciones, ni tan siquiera por su afán de perfeccionamiento, sino que un era fruto solo de la gracia (sola gratia) de Dios, que obra en la vida del creyente. El hombre es salvado por los méritos del propio Jesucristo, rechazando cualquier recurso a los santos o a la Virgen. Al pecador natural, no le queda más remedio, si quiere salvarse, que mantener viva su fe en la gracia del redentor, único instrumento de la justificación; por el solo hecho de reconocerse vano ante Dios se verifica el traspaso de la justicia de Cristo desde el Verbo Encarnado al sujeto creyente, por lo que, para el protestantismo, todo intento de hablar de obras del hombre, aun bajo la gracia, es interpretado como pretensión de autosuficiencia, rebeldía y soberbia frente a Dios. La negación de la gracia como don intrínseco, la reinterpretación de toda la doctrina de los sacramentos y la acentuación de los aspectos psicológicos en el proceso de la justificación (propia de la tradición luterana) derivan de la idea de la justificación por la fe, de ahí la importancia de tal principio.

Además de los tres pilares básicos ya vistos en los que se sustentó la ortodoxia luterana (la justificación por la fe, el sacerdocio universal y la primacía de las Sagradas Escrituras), recogidas en el texto fundamental del luteranismo, la Confessio Augustana, redactada por Melanchthon, la doctrina luterana elaboró otros principios doctrinales que, junto con los primeros, fueron finalmente recogidos en el Libro de Concordia, publicado el 25 de junio del año 1580, y aceptados por todos los luteranos. Entre los cuales citamos:

- La creencia de que Jesucristo es el fundador espiritual y de que Dios es uno y que la Santa Trinidad es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

- Rechazo de los sacramentos, excepto del Bautismo y la eucaristía como símbolos de la última cena de Jesucristo.

- Denuncia de la venta de indulgencias y la obtención de los perdones a cambio de bienes, así como la venta de cargos eclesiásticos.

- Condenación al culto a los santos y la valorización de la misa.

- Rechazo a la autoridad papal y a la jerarquía de la Iglesia Católica.

- La negación de que el hombre sea libre para practicar el bien o el mal.

- La abolición de la jerarquía y del celibato.

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