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Día 11: Hagámonos los mejores amigos de Dios (Rom 5:10

Enviado por   •  12 de Junio de 2018  •  5.629 Palabras (23 Páginas)  •  453 Visitas

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A Dios le agradan diferentes tipos de sacrificios de adoración: La gratitud, la alabanza, la humildad, el arrepentimiento, las ofrendas, la oración, el servicio a los demás, el compartir con los necesitados. La verdadera adoración tiene un precio. La adoración sacrifica nuestro egocentrismo. Necesitamos retirar el enfoque de nuestra persona y ponerlo en Dios para adorarlo. La adoración requiere esfuerzo y energía. No es siempre ni lo más conveniente ni lo más cómodo, y en ocasiones la adoración es un acto de voluntad absoluta. La adoración pasiva es una incongruencia. Ofrecemos sacrificio de adoración a Dios cuando lo alabamos, cuando le adoramos, cuando ayudamos a los demás.

Día 13,

Punto de reflexión: Dios quiere todo de mí.

Día 14: Cuando Dios parece distante. (Isa. 8:17)

El Señor ha escondido su rostro del pueblo, pero yo esperaré en Él, pues en Él tengo puesta mi esperanza.

Dios es real, sin importar como te sientas. Cuando las cosas marchan bien en nuestra vida, es fácil adorar a Dios. El grado de adoración más profundo es alabar a Dios a pesar del dolor: Agradecer a Dios durante una prueba, confiar en él durante la tentación, aceptar el sufrimiento y amarlo aunque parezca distante. La prueba de la amistad es el silencio y la separación. En nuestra relación con Dios, no importa lo íntima que sea, el péndulo se moverá también hacia el distanciamiento.

Para madurar nuestra amistad, Dios la pondrá a prueba con períodos de aparente separación: Momentos en que sentiremos que nos abandonó o nos olvidó. Por supuesto Dios no nos abandona. En la separación sentimos que nada funciona, que las oraciones rebotan del techo, pero esto es una parte normal de la prueba y de la maduración de nuestra amistad con Dios.

Dios ha prometido varias veces que nunca nos dejará ni nos abandonará, pero Dios no nos promete que siempre sentiremos su presencia. Todos los cristianos atravesamos está situación por lo menos una vez, y por lo general varias veces. Es doloroso y desconcertante, pero es absolutamente vital para el desarrollo de la fe.

Confía en que Dios cumplirá sus promesas: Durante las épocas de sequía espiritual debemos depender pacientemente de las promesas de Dios y no de nuestras emociones. No importan las preocupaciones, el carácter de Dios no cambia con las circunstancias. Al confiar en la palabra de Dios podemos mantenernos fiel, aunque nada parezca tener sentido. Recordemos que adoramos a Dios de una manera más profunda, cuando mantenemos la confianza en Él, a pesar de que sintamos que nos ha abandonado.

Recuerda lo que Dios hizo por ti: Aunque Dios nunca hubiera hecho nada por ti, aún así merecería tu continua alabanza por lo que Cristo hizo en la cruz, que es el motivo más importante de la adoración. Con el sacrificio de Cristo Dios nos libro de tener que pasar la eternidad en el infierno, y para que pudieras estar en su gloria para siempre, por ello nunca más te preguntes: que motivos tienes para agradecer a Dios.

Día 14,

Punto de reflexión: Dios es real, no importa como me sienta.

Propósito # 2

Fuiste hecho para la familia de Dios

Día 15: Hecho para la familia de Dios (Heb. 2:10)

Fuiste hecho para pertenecer a la familia de Dios. Él nos creó para formar parte de su familia, y es una familia para amarlo, honrarlo y reinar con Él para siempre. Dios le da importancia a las relaciones, y especialmente a la relación con cada uno de nosotros. Dios diseñó un plan para tener una familia, por eso nos creó y nos adopta, y así compartir con nosotros todo lo que Él tiene, porque eso le agrada mucho. Cuando depositamos nuestra fe en Cristo, Dios se convierte en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Los demás creyentes en los hermanos y la iglesia en nuestra familia espiritual. Dios crea a todos los seres humanos, pero sólo somos sus hijos al aceptar a Cristo por medio de la fe. Tu familia espiritual es más importante que tu familia humana, porque durará para siempre. Es un vínculo más permanente y una unión más fuerte.

Beneficios de pertenecer a la familia de Dios: Cuando entramos a la familia de Dios, recibimos varios regalos asombrosos: el nombre de la familia, los privilegios familiares, la semejanza a la familia, el acceso a la intimidad de la familia, y la herencia familiar. Dios nos da las riquezas de su gracia, bondad, paciencia, gloria, sabiduría, poder y misericordia. La herencia incluye estar con Dios para siempre, seremos completamente transformados para ser como Cristo, estaremos libres de pena, muerte y sufrimiento. También recibiremos una recompensa y nos asignará puestos de servicio, podremos compartir la gloria con Cristo. Esto significa que nuestra herencia eterna es invalorable, pura, permanente y está protegida. Nuestra meta, objetivo y empeño debería ser esta herencia eterna.

El bautismo nos identifica con la familia de Dios: Las familias saludables tienen orgullo familiar y se identifican como parte de una. En nuestra familia espiritual lo hacemos por medio del bautismo. Este es el anuncio público al mundo de nuestra aceptación a Cristo.

El bautismo simboliza el segundo propósito de Dios para nuestra vida: La participación en la comunión de la familia de Dios. Con él declaramos nuestra fe, representa la muerte de la vieja vida, anuncia nuestra nueva existencia en Cristo, y una celebración de nuestra incorporación a la familia de Dios.

El bautismo no nos convierte en miembros de la familia de Dios, eso sólo es posible mediante la fe en Cristo. El bautismo es la muestra de que somos parte de esa familia, es una señal visible de nuestra fe y de un compromiso interno hecho en el corazón.

El privilegio más grande de la vida es ser parte de la familia de Dios y, como Jesús nos santificó, Dios está orgulloso de nosotros. Ser incluido en la familia de Dios es el más alto honor y privilegio que jamás recibiremos.

Cuando halla situaciones negativas en tu vida recuerda a quien perteneces.

Día 15,

Punto de reflexión: Dios me hizo para pertenecer a su familia.

Día 16: Lo que más importa (1 Cor 13:3)

No importa lo que diga, lo que crea o haga, sin amor estoy en quiebra.

La

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