TRABAJO PRÁCTICO 2 CÁTEDRA: Teología II
Enviado por Jillian • 28 de Agosto de 2018 • 2.854 Palabras (12 Páginas) • 381 Visitas
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Dios manifiesta su amor al hombre por la atención particular, verdaderamente amorosa, que pone en su formación. Cuando creaba al hombre, estaba pensando en Cristo, el hombre que había de venir. Este relato nos describe pues la creación como un acto libre y amoroso de Dios. Estamos aquí en el corazón mismo del porqué de la creación. Una vez creado el hombre, el Señor Dios le confía el jardín para que lo cultive y lo guarde.
El hombre ha sido creado libre y responsable del mundo y de sí mismo. Pero, en rigor, un ser no puede ser creado verdaderamente libre. Por tanto, uno no puede ser creado «ya» como un ser libre. Dios es originariamente libre porque es Dios y no debe más que a sí mismo su existencia.
La creación de la mujer se sitúa en el mismo registro del símbolo y del amor:
«El Señor Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le daré una ayuda apropiada"» (Gen 2,18). Entonces Dios da un paso decisivo: «El Señor Dios hizo caer sobre el hombre un sueño profundo, y mientras dormía le quitó una de sus costillas, poniendo carne en su lugar. De la costilla tomada del hombre, el Señor Dios formó a la mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: "Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada hembra porque ha sido tomada del hombre". Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y son los dos una sola carne» (Gen 2,21-24).
Las primeras palabras del hombre son de admiración y asombro ante aquella que Dios ha dado a Adán por compañera. «Llegó la mujer, y le vino al hombre la palabra» (E Beauchamp).
El «primer» relato bíblico de la creación (Génesis 1)
El primer capítulo del libro del Génesis, y por tanto de toda la Biblia, es un largo poema sobre la creación. La creación del hombre no tiene lugar hasta el sexto día, al término de todo el proceso, como creación de aquel para quien todo lo demás ha sido creado y a cuyo dominio está destinado.
Con relación al mundo creado, el hombre y la mujer son pues reyes, o mas exactamente intendentes, porque permanecen sometidos al orden de las cosas establecido por Dios El poema acaba repitiendo el estribillo, pero en grado aumentativo Lo que en otras etapas de la creación estaba bien, ahora esta «muy bien» Por consiguiente, el mundo en que vivimos no es fruto de una emanación del mal, es un don de Dios y es muy bueno
Se dice del hombre que es creado «a imagen y semejanza de Dios» El termino «imagen» se repite tres veces, dos de ellas en relación inmediata con la afirmación de la diferenciación sexual «varón y mujer los creo» (literalmente en un lenguaje mas crudo «macho y hembra»), como si esta diferenciación perteneciera a la imagen de Dios
Dios ha creado el mundo en un acto libre y gratuito, por una iniciativa que nada le imponía Este mundo es un don lleno de bendiciones que Dios ha hecho al hombre Al hombre lo hace imagen de si mismo, es decir, que le transmite ciertos atributos divinos como la inteligencia, la libertad o la capacidad de amar Incluso en su carne, en su manera de ser varón y mujer, relación ordenada a un amor que es también imagen del amor de Dios, el hombre se asemeja a Dios. Desde el principio Dios bendice al hombre y a la mujer y les manda multiplicarse. Todos estos dones son prendas de un don definitivo al que están llamados por vocación: participar de la vida de Dios y, por tanto, hacerse como dioses.
Esto se reveló cuando el Hijo de Dios se hizo hombre, «él a cuya imagen había sido hecho»21. El hombre ha sido creado a imagen de Dios para que el Hijo mismo de Dios pudiera hacerse hombre. Hay una reciprocidad de la imagen. El Hijo de Dios se hace hombre a imagen del hombre a fin de revelarle plenamente que él es imagen del Hijo de Dios.
Toda la creación está hecha para el hombre. Asimismo, se ha podido observar que el hombre del paraíso es vegetariano: tiene derecho a comer frutos y plantas, pero no animales. Esta es confiada a la libertad del hombre. Hoy parece evidente que el hombre es capaz de destruir inconscientemente la creación explotándola de manera anárquica.
En el evangelio de Juan el tema de la creación del mundo y del hombre por Dios está muy presente. La creación es obra de un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
LA CREACIÓN EN LA FILOSOFÍA Y LA TEOLOGÍA
La idea de creación —según Jean Ladriére— es ante todo una idea religiosa.
La creación no es una generación de un ser vivo a otro, siguiendo la ley de la especie. No obstante, sigue habiendo cierta proximidad entre ambos temas, ya que el acto creador de Dios es también un acto de paternidad.
Entre Dios y la creación no hay ningún intermediario. Nuestra representación nos mueve a cosificar el alma. Es a la vez biológico y humano, porque la intención de los padres, normalmente, es engendrar a un ser humano.
El acto de Dios se sitúa en una trascendencia absoluta con respecto a esta generación humana. Realiza un acto de creación constante del ser suscitado. Hace del ser total así engendrado una persona espiritual y un interlocutor ya inmortal de su creación. El cuerpo es el ser humano considerado desde el punto de vista de su condición y su fragilidad físicas. El alma es el mismo ser visto desde el ángulo de su dimensión espiritual, inteligente y libre. El hombre era para ellos, no sólo alma y cuerpo en el sentido que acabamos de decir, sino también espíritu, cuando vivía en comunión libre con Dios, es decir, en la gracia.
CREACIÓN EN LA MODERNIDAD
El término de creación, deja lugar sobre todo al término de «física», transformación científica moderna del término filosófico de naturaleza (physis). El mundo no es ya una teofanía, un gran libro que habla de Dios en todas sus páginas. No es más que un material que hay que dominar por medio del descubrimiento constante de nuevas leyes científicas.
El antropocentrismo, rechazado mayoritariamente por la ciencia, que relega al hombre a un papel de «gitano» de la naturaleza, es en cambio claramente proclamado por el cristianismo, desde la Biblia hasta el Vaticano II: «Creado el hombre a imagen de Dios, recibió el mandato de gobernar el mundo en justicia y santidad, sometiendo a sí la tierra y cuanto en ella se contiene, y de orientar a Dios la propia persona y el universo entero, reconociendo a Dios como Creador de todo, de modo que, con el sometimiento de todas las cosas al hombre, sea admirable el nombre de
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