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Hábitos del pensamiento riguroso

Enviado por   •  7 de Enero de 2019  •  4.166 Palabras (17 Páginas)  •  385 Visitas

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“las diversas disposiciones de los hombres respecto a los hábitos del alma vinculan con las diversas disposiciones de sus cuerpos.” “a la buena constitución del cuerpo responde la nobleza del alma.” Para disponer de un conocimiento o inteligencia influye mucho la salud de nuestro complejo físico y mental ya que un juicio poco fíe nos puede llevar a resultados falsos, los vicios pueden ser un limitante para la sabiduría por qué alteran nuestra esencia del pensamiento y pervierten nuestra alma. Un amigo del placer es un enemigo de su cuerpo y se convierte pronto y fácilmente en un enemigo de su alma. Los espíritus no se comunican más que por los cuerpos por eso debemos cuidar de él y si no se nos interpone un limitante fisiológico no haya que búscalo por qué sería tentar a dios, y por lo tanto es una falta muy grave. Es cierto que la enfermedad es una grave inferioridad, ella disminuye el rendimiento; perjudica la independencia del alma, desvía la atención, puede falsear el juicio, cambia fácilmente el carácter del hombre y por concluyente cambia sus pensamientos. El ideal siempre debe ser “alma sana en cuerpo sano” y Para poder cuidar de nuestro cuerpo es deseable, una vida al aire libre, hacer ejercicio, descansar nuestro cuerpo con actividades manuales, ejercitar la respiración correcta, reservarnos cada año vacaciones, descansar correctamente ya que demasiadas horas entorpecen lo vuelven aunó pesado, espesan la sangre y atenta contra la agilidad del pensamiento y la última y más importan cuidar de nuestra alimentación, comer sano.

Capítulo III

Para que todo en nosotros se oriente en el sentido del trabajo, no basta la organización interna, ni haber fijado la vocación y la administración de las fuerzas: es necesario aún ubicar la propia vida respecto a su medio, A sus obligaciones, relaciones y decoro. La palabra que se nos presenta ante todo es simplificar, no podemos realizar un viaje difícil llevando con nosotros mucho equipaje. Dentro de una misma situación exterior, un espíritu de simplificación puede mucho, y lo que no se excluye de lo externo, siempre es posible excluirlo del alma. El trabajo Pacífico y sabio no debe de ser asociado a los tiroteos o caprichos desinteresados de una vida del todo exterior. La vida mundana es fatal para la ciencia. La idea y la ostentación, la idea y la disipación son enemigas mortales y no debemos dejarnos atrapar por ese engranaje que acapara poco apoco todo el tiempo, las preocupaciones, las disponibilidades, las fuerzas y que los prejuicios no sean jamás nuestros dictares

El hombre es como un herido, tiene necesidad de cuidados y calma así que al terminar el trabajo realizado es necesario que descanse y se reponga que vea el interés de lo que hace y con ello se tira que renace su vigor y orientación hacia nuevos tormentos.

En la organización de una vida consagrada, el punto esencial que salvaguardan y al cual todo lo demás se subordinados, es el ordenamiento exterior e interior de la soledad. Para entrar en esta intelectualidad, es necesario despojarse de todo lo que no es de importancia o valor, es necesario aplicar el retiro. Evitando la familiaridad, pues demasiada familiaridad engendra menosprecio y da materia a muchas distracciones, no correr tras las novedades que ocupan en vano el espíritu, evitar tareas inútiles que consumen horas y favorecen al vagabundeo de los pensamientos. Al llevar a cabo un retiro de lo exterior o interior y la calma del silencio nos envuelve, lejos del ruido empezamos a establecer el orden de los pensamiento, de los sentimientos, en la investigación y estamos en la mejor disposición para aprender, para acomunar, para crear, para crear y así estaremos listos para la obra, para el conocimiento para la verdad. Y para que el espíritu de la soledad nos conduzca hacia las soledades interiores, como a Jesús al desierto, es necesario que nosotros le proporcionemos las nuestras.

No nos convirtamos por esto en el aislado que se ha mencionado antes; no debemos estar lejos de la familia por haber abandonado el bullicio que hacen, el cual los separa de ellos espiritualmente y por lo tanto impide la verdadera fraternidad, debemos crear un balance en entre la soledad interior y exterior, acercarnos a la muchedumbre con un alma de silencio. Un claro ejemplo es Jesús ya que nos ha demostrado que es posible poseerse a sí mismo y estar a la vez dado integro al prójimo. Todas nuestras explicaciones muestran bien que se estiró ja, hemos hecho el elogio es un valor que debe estar atemperado por otros conexos, que los perfeccionan y lo hacen útil. El sacrificio del trato y de simpatía de nuestros hermanos vale una compensación. “cuantos inconvenientes se podrían ahorrar, decía, si hubiese más unión y ayuda mutua.

En todo caso, aun permaneciendo aún aislamiento externa, buscad espiritualmente la sociedad de los amigos de lo verdadero. Debemos formar parte de sus grupos sin tiendo la fraternidad Que nos une a ellos y a todos los investigadores. Con la ayuda de otros podremos llegar a un entendimiento profundo y obtener relaciones que nos ayudarán en nuestros trabajos.

La dependencia de las relaciones del pensador no significa una exclusión de sus deberes ni un olvido de sus necesidades desde que aquellas son nuestros, forma parte de nuestra vida, aún como intelectual, puesto que no separemos al hombre el intelectual.

No olvidemos pues, que en las relaciones, aún en las más comunes, tenemos algo que cosechar. Debemos saber que no todas nuestras relaciones sociales no nos convienen por qué pueden atrasarnos en nuestros estudios y alentar el proceso de entendimiento. Pero no por esto debemos alejarnos demasiado recordemos que. Demasiada soledad sería contraproducente. El hombre demasiado aislado se convierte en tímido, abstraído un poco incivil; titubea en lo real y pierde el sentido d los fines.

La vocación intelectual, en sentido estricto, es lo contrario de la acción; la vida contemplativa y la vida activa siempre han estado opuestas como surgimiento de mentalidades y aspiraciones contrarias. La contemplación es regimiento, la acción es expansión, desgaste; la primera aspira a la luz, la segunda ambiciona el don. El deber puede obligar a un despliegue de acción, como antes a la sociabilidad, y en este caso deberá sacar provecho de nuestras observaciones. La acción regulada por la conciencia para las normas de lo verdadero, la dispone para recogimiento cuanto llegue su momento y la une a la providencia que es asimismo fuente de verdad. El pensamiento y lacio tiene un mismo padre. Si en este mundo cada cosa tiene su medida, la vida interior también debe tener la suya. Ella exige que la acción se limite y ceda el lugar al recogimiento,

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