ROBERT CASTEL – LA LOGICA DE LA EXCLUSIÓN
Enviado por Jerry • 20 de Diciembre de 2018 • 4.215 Palabras (17 Páginas) • 419 Visitas
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Con la doble revolución industrial y política del siglo XVIII, un nuevo horizonte efectivamente se estableció, y también tuvo como efecto la transformación de la misma marginalidad. La industrialización produjo un tipo de posiciones vulnerables a la vez homologas y muy diferentes de los que había producido el final de la sociedad feudal.
Es igualmente la desinserción de sus vínculos tradicionales, la perdida de las protecciones cercanas y de las relaciones directas de subordinación en un marco territorial restringido, las que alimentaron en mano de obra las primeras concentraciones industriales.
Las primeras formas de industrialización descansan en una extraña paradoja, puestos que el núcleo de la modernidad que representa el nuevo proceso de producción se sustenta en grupos que ocupan una posición socialmente marginada. Las nuevas condiciones de trabajo no solo son miserables, sino extremadamente precarias y no permiten la integración de los trabajadores industriales que, hasta bien avanzado el siglo XIX, siguen siendo cuasi nómadas.
“Clases trabajadoras – clases peligrosas”: volvemos a encontrar un mismo continuum de posiciones, desde la criminalidad comprobada hasta las relaciones de precariedad del trabajo, asociadas con condiciones de vida desastrosas.
Estos proletarios ofrecen una representación bastante fiel de la marginalidad tal y como la hemos reconstruido. Sin embargo, es este proletariado el que formara el núcleo de la clase obrera.
La reestructuración de una sociedad en el sentido de su modernización conlleva la marginalización de ciertos grupos sociales. Este fue el caso durante la transformación de la sociedad feudal, así como a principios de la industrialización. Actualmente las reestructuraciones industriales acarrean efectos del mismo tipo. Se observa un doble movimiento. Por una parte, una “inestabilización”, a través del desempleo masivo y la precarización creciente de las condiciones de trabajo, de grupos que habían estado completamente integrados. Por la otra, una dificultad creciente para entrar en las relaciones reglamentadas de trabajo y para sacar provecho de las formas de socialización que le estaban ligadas. Este es el caso en particular de una parte importante de la juventud. El rebusque, el uso de toda clase de soluciones, de paliativos, se hacen necesarios para sobrevivir. Asistimos de nuevo al desarrollo de una “cultura de lo aleatorio” y a la proliferación de “espacios intermedios” en los cuales se experimentan modos de actividad desfasados en relacion con las formas de trabajo clásicas. Allí, “sufren” nuevos marginados, a veces se hunden en el abandono o en la delincuencia, y a veces buscan alternativas a la sociedad salarial e innovan.
- La vulnerabilidad social
Hablar de desigualdades supone que uno pueda comparar la situación de individuos o de grupos escalonados según un continuum de posiciones. Las condiciones del amo y del esclavo, no son “desiguales” sino heterogéneas. La desigualdad es tan masiva que no es susceptible de ser cuestionada y aparece como un hecho “natural”. Todavía en los inicios de la industrialización la situación del proletario y la del patrón son más bien irreductibles que desiguales, no son comparables entre sí. Para que el problema de las desigualdades se plantee, es necesario que una sociedad deje de ser dividida en bloques heterogéneos y se convierta en un conjunto de grupos en situación de competencia.
Una sociedad salarial funciona a partir de la diferenciación generalizada y coloca al dúo igualdad – desigualdad en el núcleo de su dinámica. Es alrededor de la repartición de la riqueza social donde se cristalizan los principales intereses en juego de la negociación o del enfrentamiento entre los grupos sociales.
La sociedad salarial encontró su estabilidad y también definió sus problemas a partir del régimen de diferenciación competitiva al mismo tiempo que de protección del salariado. El problema principal se convierte en el de la degradación del salariado a través del desempleo, del proceso de precariedad del empleo, de la multiplicación de situaciones aleatorias. Querer reducir las desigualdades, significaba inscribirse en la trayectoria ascendente de una sociedad caracterizada por lo centralizado del trabajo salariado y alimentada por el crecimiento y la creencia en el progreso social. Si se rompe esta dinámica, parecería que el problema principal pasa a ser el de intentar reducir los riesgos de disociación social. De ahí el lugar cada vez más importante de la temática de la “lucha contra la exclusión” que, en la actualidad, está reemplazando la temática de la lucha contra la desigualdad.
- Desigualdades sociales y continuum salarial
¿Cómo se estableció la conexión entre el aumento de la asalarización y la temática de la lucha contra las desigualdades? Este proceso se dio a través del desarrollo de la sociedad industrial, marcado por dos etapas principales:
- Del enfrentamiento de clases a la reducción de los riesgos sociales
El punto de vista del enfrentamiento de clase contra clase no planta el problema de la desigualdad, sino el problema del cambio radical.
Si se define el “reformismo” como un conjunto de tentativas para mejorar la condición de las categorías desfavorecidas reduciendo las desigualdades de acceso a las diferentes ventajas que ofrece la vida en sociedad, un punto de vista como este emerge ya a finales del siglo XIX en Francia.
Una sociedad de “semejantes” no es una sociedad de igualdad, por el contrario, la solidaridad de una sociedad descansa en la diferenciación jerarquizada de las funciones asignadas por grupos diferentes. Esto significa que hay que luchar contra los riesgos de destitución que amenazan a los grupos más desfavorecidos: desigualdades frente al accidente, a la enfermedad, a la vejez, que pueden precipitar a los más vulnerables, principalmente a aquellos que se encuentran en el grupo de los trabajadores, a la miseria absoluta. Así como, luchar contra la desigualdad total relativa al acceso a la educación que puede sumir a una parte del pueblo en la incultura y prohibirle cualquier participación en la vida social.
Esta posición da lugar a los primeros principios de una política de lucha contra las desigualdades:
- Reducción de las desigualdades frente a ciertos riesgos sociales mayores, el accidente, la enfermedad, la vejez sin recursos económicos, riesgos que ya no se cubrirían solo por la posesión de un
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