ANALISIS: “¿Es la realidad el reflejo de unos derechos y garantías consagradas en la constitución política de Colombia?”

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Es así como la realidad que se muestra en la mayoría de los medios es de progreso, de un país que según estadísticas- No sé si del realismo mágico- cada día mejora en temas como seguridad, desempleo o incluso en calidad de vida, pero tales no son más que maquillaje ante una infructuosa garantía de un pleno goce de los derechos humanos que son inherentes a la naturaleza de cada individuo que habita el territorio nacional. Es necesario también pode decir que los pocos intentos por nuevas garantías y soluciones han sido mermados por la corrupción de quienes a decir verdad son los encargados de hacer cumplir lo estipulado en los artículos que conforman la gran estructura y norma de normas como lo es la carta política de Colombia.

El colapso de la Constitución ha sido más que evidente, cuando no ha logrado sus objetivos vitales como garantizar los derechos humanos, una alternativa política al conflicto que busque la reconciliación de la que tanta necesidad tiene el país y que la sociedad en general se apropie de la democracia, un tema en el que es menester hacer hincapié para derrumbar la idea de que solo unos pueden hacer democracia, solo unos pueden llegar a tomar las decisiones importantes en el país, pues si la constitución establece en su artículo 40 que: “Todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político. Para hacer efectivo este derecho puede: 1. Elegir y ser elegido., 2. Tomar parte en elecciones, plebiscitos, referendos, consultas populares y otras formas de participación democrática, 3. Constituir partidos, movimientos y agrupaciones políticas sin limitación alguna; formar parte de ellos libremente y difundir sus ideas y programas. 4. Revocar el mandato de los elegidos en los casos y en la forma que establecen la Constitución y la ley. Ver la Ley 131 de 1994, 5. Tener iniciativa en las corporaciones públicas. 6. Interponer acciones públicas en defensa de la Constitución y de la ley.”[4]; Y entonces, si la misma norma suprema de esta nación hace posible que un derecho como el poder entrar en ese campo político tan turbio pero así mismo de un poder que si en quienes se encuentran allí sentados primase el bien común verdaderamente se lograrían grandes logros.

Por último y tras lo dicho anteriormente, es imprescindible afirmar que a pesar de las múltiples reformas a una constitución flexible, que no sacia las necesidades de una nación en declive pero con un potencial inmenso, aún hay muchas cosas por hacer, aun puede ser posible un verdadero cambio que trae consigo una generación que ha de vivir una paz, una etapa de postconflicto y reconciliación con quienes han perpetuado un conflicto armado, de intereses particulares y político, los cuales han generado violencia y más violencia; Y no son palabras que son sueños lejanos, son hechos que de un tiempo para acá muestran una juventud empedernida por que las cosas cambien, son jóvenes como quienes escriben este texto que se educan al día a día en la realidad del país, en la búsqueda por ayudar socialmente a quienes realmente lo necesiten y sobre todo en fomentar desde ese propio entorno en el que cada uno vive un cambio por la paz, por los derechos humanos, por el derecho que desde que cada persona nace adquiere, a la vida, al mínimo vital, a una vivienda digna a la salud y los otros tantos que no dejan de ser importantes pero los cuales es necesario sean garantizados por un Estado cuyo deber no es el estar alejado de los ciudadanos sino todo lo contrario, velar porque lo que necesita este pueblo colombiano para salir adelante les sea otorgado sin restricción alguna.

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