El contrato social: una realidad soñada colombiana.
Enviado por Rebecca • 31 de Diciembre de 2017 • 1.545 Palabras (7 Páginas) • 510 Visitas
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Otro dilema que se encuentra en la propuesta de Rousseau son las costumbres a la hora de hacer leyes. En una gran nación podemos encontrar mucha más diversidad étnica y cultural, pero el problema es que, en muchos casos, las leyes resultan inútiles debido a que son las mismas para todo el territorio, sin tener en cuenta la variantes del clima y la situación social. Con la constitución del 91’ (la vigente) nos quedamos cortos en ciertas cosas, además que, como los tiempos cambian, la gente también, entonces sus costumbres y su modo de vida no es el mismo que el de hace 24 años. Las minorías, en este caso los grupos étnicos, no están en las mismas condiciones de los demás grupos sociales, por eso, dichas leyes no les sirven. Y cuando las leyes no le sirven a un pueblo, ya sea que esté conforme una parte mínima, terminarán en perturbaciones y confusión, lo que causa un caos. Por eso muchas naciones no pueden prosperar y Colombia está entre ellas. No entienden que la participación por parte de todo el pueblo es necesaria para que se conserve el orden pues no importa cuán grande sea un territorio y cuantos recursos produzca, si no hay un buen gobierno ni una buena administración, nada provechoso se puede esperar o sacar del país. La constitución, como lo denomina Rousseau, ‘sana y fuerte’, es lo primero que debe buscarse.
En consecuencia, si asociamos la idea de Rousseau de un buen gobierno y una buena administración del territorio, nos topamos con la clave para poder instituir un pueblo: el goce de la abundancia y la paz, lo que cualquier nación desearía, la utopía máxima.
Tal vez hasta la frase famosa de Maquiavelo, “el fin justifica los medios” se podría aplicar a nuestra realidad. Sin embargo, para nuestros líderes, es fácil tergiversar la idea inicial de Rousseau y convertirla en algo malo. Su fin, hacernos creer que todo ha mejorado, sus medios, la prensa, las estadísticas supuestamente verídicas, el amarillismo, las propagandas, el control de información por parte de los medios de comunicación y muchos otros. Nos venden la ilusión de un país mejor, cuando nuestro alrededor nos dice lo contrario. Sacan provecho del olvido del pueblo para implantar ideas erróneas, ortodoxas e impensables. Todos los fondos que deberían ser invertidos para la educación y el desarrollo social se van acortando o desapareciendo, porque así es la única manera de que el pueblo se calle y no actúe, implantando el miedo y la ignorancia como fuentes vitales para mantener la ilusión viva.
Muchos creían que, al conformarnos como República nos liberaríamos de los yugos de la ley (en ese tiempo el rey) y en estos días, que la guerra empezó hace 60 años. Si nos ponemos a analizar todos nuestros antecedentes, podremos encontrar que Rousseau predijo nuestra perdición desde que nos llamamos por primera vez la Gran Colombia, y no hemos cambiado. Nos cogieron cuando apenas éramos como un niño ingenuo y ajeno al mundo. Nos corrompieron, nos explotaron, se aprovecharon de nuestra vulnerabilidad y cambiaron nuestros ideales revolucionarios por ideales ajenos. Tuvimos la entrada a la libertad, pero nos la arrebataron; nunca la volvimos a recuperar. Nos guiaron a partir de ideas vacías y con malas intenciones, utilizando la amnesia del pueblo como ventaja, y desde la Patria Boba, nos volvimos la Nación del olvido y de las malas decisiones. Entonces, aunque el Contrato Social haya tenido muchas propuestas idealistas, no se equivocó mucho acerca de la realidad de algunos países, y mucho menos, acerca de lo que cualquier nación podría aspirar. Y con nosotros, fue algo más que una aspiración. Fue la descripción de nuestra realidad soñada, nuestra realidad inalcanzable.
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