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POBLACIÓN Y BIENESTAR SOCIAL: UN ENFOQUE INTERMEDIO. MICROECONOMÍA II.

Enviado por   •  28 de Mayo de 2018  •  2.416 Palabras (10 Páginas)  •  357 Visitas

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De esta manera, considerando los anteriores aspectos tomados de los modelos de generaciones traslapadas y del modelo de crecimiento de Solow, los autores determinan finalmente que el efecto de la variación de la tasa de crecimiento demográfico sobre el bienestar a lo largo del ciclo de la vida es igual al efecto sobre las transferencias intergeneracionales más el efecto sobre la acumulación de capital.

[pic 1]Fórmula (i).

[pic 2]

Las relaciones anteriores se evidencian en la fórmula (i), donde W es el bienestar esperado de toda la vida y g es la tasa de crecimiento de la población. En este sentido, la variación del bienestar esperado con respecto a la tasa de crecimiento demográfico (Edv) es igual a dos efectos: el efecto (1) en las transferencias intergeneracionales (Eti) y el efecto (2) en la acumulación de capital (Eak). El primer efecto, que tiene como factor la diferencia de la edad promedio de consumo (Ac), en la que se refleja el consumo o gasto de las transferencias intergeneracionales percibidas por los pensionados y, la edad promedio de la fuerza de trabajo (AL), que refleja la “producción” de transferencias intergeneracionales por parte de los jóvenes trabajadores. El segundo efecto, tiene como factor la dilución de capital del tipo de Solow.

Bajo estas condiciones, el efecto sobre la acumulación de capital siempre es de carácter negativo (tal como lo concluye el análisis clásico del profesor Solow). El efecto sobre las transferencias intergeneracionales de una variación de la tasa de crecimiento demográfica puede ser positivo o negativo; ahora, las variables que determinan esta dirección pueden ser tales como las preferencias de consumo de los individuos; las edades promedios de consumo y trabajo que caracterizan la prontitud con la que los individuos inician su etapa de consumo (retiro laboral) que, en un caso extremo, ante una población que se jubila precipitadamente a edades relativamente bajas, un déficit de transferencias ante la gran contingencia de ancianos para mantener produce un efecto negativo sobre el bienestar esperado; de igual manera, cambios técnicos, científicos y sociales que generen avances en la producción marginal de los trabajadores o la incursión de nuevos sectores sociales al ámbito laboral (como la participación de la mujer y grandes diásporas) producen un mayor flujo de transferencias intergeneracionales.

2. AMPLIACIÓN DEL MODELO EN UN CONTEXTO HISTÓRICO.

El modelo desarrollado por los profesores B. Arthur y G. Mcnicoll hace parte y, al mismo tiempo constituye una respuesta de históricos esfuerzos académicos por intentar descubrir la relación existente entre la población y el crecimiento económico. En este orden de ideas, los primeros intentos por descubrir esta relación son las del profesor Thomas Malthus (1766-1834) que centró la atención en la influencia del volumen de la población sobre el nivel de renta, basados en la proporción de la relación población-tierra (al hablar de crecimiento económico, debemos prestar atención a la variable central a utilizar; hablamos del volumen de la población cuando analizamos la interacción de la población con un recurso natural fijo como la tierra; no obstante, hablamos de tasa de crecimiento de la población cuando se analiza la relación de la población con un factor de producción que se puede producir, como el capital) (Weil, 2006; 85). Posteriormente, hacia mediados del siglo XX surgieron los modelos bases, que ya hemos esbozado, del análisis de los profesores Arthur y Mcnicoll: el “modelo de Solow” y el de “generaciones traslapadas de Samuelson” que centran su atención, ya no en el volumen de la población, sino en la tasa de crecimiento de la población y su relación con la renta per cápita.

Ahora, las propuestas planteadas tanto por Robert Solow (1956), Samuelson (1958) y por los profesores Arthur y Mcnicoll (1978) surgen en un contexto histórico como respuesta a los grandes cambios demográficos que interrumpieron, en cierta medida, el proceso de transición demográfica de Occidente -reducción simultánea de la tasa de mortalidad y de fecundidad que acompaña a la modernidad-. El fenómeno del “baby boom” (1946-1964), acaecido después de la guerra como efecto de la conformación de nuevos núcleos familiares por parte de los soldados que retornaban a sus regiones de origen, disparó la natalidad observada del mundo desarrollado.

No obstante, en la actualidad se viven procesos demográficos que generan confusión sobre el futuro económico: se proyecta, con seguridad, que la población mundial crecerá hasta llegar a ser de alrededor de 9.400 millones hacia el año 2050, que la tasa de crecimiento de la población mundial disminuirá, que la población mundial se redistribuirá de los países desarrollados al resto y que, lo más importante para nuestro análisis, la población del mundo desarrollado envejecerá (Weil, 2006; 145). Es indudable que estos cambios demográficos previstos generarán cambios tanto positivos como negativos en el crecimiento económico y en el bienestar social, en este sentido, estos modelos que relacionan la población y el crecimiento económico, en particular el análisis de los profesores Arthur y Mcnicoll, ofrecen amplios elementos para afrontar estos cambios y generar posibles políticas de choque demográfico.

3. EL CASO DE CANADÁ.

Una aplicación cercana a las conclusiones del análisis desarrollado por los profesores Arthur y Mcnicoll estriba en analizar los sistemas sociales de transferencias que operan en la actualidad (Lee, 1995; 316). Estos, en particular, pueden ser: en primer lugar, el sistema de transferencias cerrado que radica en la manutención generada al interior de las familias (padres que costean la crianza, formación de sus hijos o hijos trabajadores que transfieren recursos a sus padres y herencias); en segundo lugar, el sistema de transferencias del Estado que estriba en la oferta de subvenciones, bajo un marco legal previamente determinado, a los hogares que presenten en su constitución familiar la presencia de niños, ancianos cesantes y en general, grupos poblacionales laboralmente inactiva. En tercer lugar, está el sistema de transferencias de jubilación que radica en ciertas normativas laborales que garantizan una prestación monetaria vitalicia a personas laboralmente inactivas por razones de edad o invalidez; este sistema se basa en general en una modalidad contributiva que se financia con las cotizaciones efectuadas por los trabajadores o empleadores: en este sentido, en el sistema existe una interacción entre cotizantes y pensionados, cosa que se

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