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PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA NUEVA EDUCACIÓN

Enviado por   •  20 de Noviembre de 2017  •  6.811 Palabras (28 Páginas)  •  415 Visitas

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Se ha pensado que el niño es un ser esencialmente alegre, en lo cual hay mucho de cierto, y que por su condición natural y por el solo hecho de ser niño es esencialmente alegre, en lo cual hay mucho de cierto, y que por su condición natural y por el solo hecho de ser niño es por su condición natural y por el solo hecho de ser niño es esencialmente feliz; y por lo tanto se ha inferido de aquí que esta predisposición suya es suficiente para garantizarle su alegría a despecho de lo que podamos hacer los adultos en su contra. Se dice, por ejemplo, que cualquier cosa basta para hacer al niño alegre. Pero no observamos que del mismo modo cualquier cosa basta para hacerlo desgraciado.

De aquí pues que la nueva educación se preocupe por dotar a la niñez de un ambiente no sólo agradable, hermoso, sino en el cual puedan tener expresión sus naturales inclinaciones, ya que nada contraría tanto su espíritu, la apoca y entristece, como las restricciones a la libre expresión de su naturaleza.

La libertad

Así, pues, nada caracteriza tanto a la Nueva Educación como el espíritu de libertad, y nada ha caracterizado tanto la vieja educación como el espíritu de dominio, de coerción, de opresión que sobre los niños ejercía. Bajo el manto de la disciplina y del orden se ha hecho sufrir a los niños la más odiosa de las tiranías, tanto más odiosa cuanto que se ha ejercido en contra de pobres niños indefensos, que no han cometido otro crimen que venir al mundo sin su voluntad; y lo que es peor, se ha ejercido hipócritamente en nombre de su bienestar, cuando en puridad de verdad era tan sólo por ignorancia y comodidad del maestro.

No sólo se ha obligado al niño y aún se le obliga, por ejemplo, a estar inmóvil, en silencio, sentando en bancos incómodos, fijos en el suelo, siguiendo asombrado los torrentes de supuesta sabiduría que se escapaban de labios del maestro, para supuesta sabiduría que se escapan de labios del maestro, para atesorarlos en su memoria como reliquia sagrada, sino que ni siquiera se omitían los más odiosos aspectos de todas las tiranías. Allí estaba el terror en la forma de palmeta, de látigo, de encierro, de amenaza, de malas notas, de privaciones y castigos.

En la nueva educación el niño tiene el derecho a la libertad no sólo de acción sino pensamiento, de espíritu. Basado en su predisposición natural a la actividad, el niño puede moverse, salir, entrar, del aula de clase cuando sus necesidades se le exigen y siempre que no perjudique a los demás. No está obligado a memorizar ni a creer todo lo que el maestro dice “porque el maestro lo dice”. Antes bien se le invita a discutir, a opinar libremente y sus opiniones se estudian, se toman en cuenta; y aun cuando sean absurdas y ridículas nadie pretendería burlarse de ellas, antes bien se hace que el mismo comprenda su error e investigado por sí mismo lo rectifique.

Respeto a la personalidad del niño

Pero la salud, la alegría y aun la misma libertad del niño no son más que un mito, si el maestro no estima como elemento fundamental de la educación el respeto a la personalidad del niño.

El niño, ha demostrado la psicología experimental, es un ser humano con tendencias innatas particulares propias que lo distinguen de los demás de su especie. Querer extinguir estas diferencias y conformarlos todos a un patrón o norma que el maestro fije, no sólo es matar en el niño todo sano impulso de originalidad, de inventiva, de iniciativa, y hacer de él un muñeco de molde, sino que es destruir en él toda oportunidad de progreso para la especie. La humanidad progresa precisamente en virtud de las diferencias individuales que existen entre lo hombres. Si todos fuésemos iguales, pensáramos lo mismo y obráramos de común acuerdo, el progreso social sería imposible. Y la nueva, educación se da cuenta de que educamos no para un régimen de cosas establecido de antemano, sino que educamos para el progreso social; que el progreso se basa en una. condición ineludible de cambio y que es por tanto incompatible con todo régimen estático.

Pero respetar la personalidad, dar oportunidad a su libre expresión, favorecer sus impulsos de creación, no significa de ninguna manera hacer del niño el árbitro absoluto de sus destinos y único dirimente en relación con los problemas de su propia educación. Respetar su personalidad significa tenerla en cuenta, no ignorarla, proceder conformidad con ella, no en contra de ella. Hasta para oponerse a los deseos del niño, cuando éstos van en contra de él mismo o en contra del grupo, es necesario tomar en cuenta la personalidad del niño, es decir, sus tendencias instintivas.

No es absolutamente necesario, por ejemplo, apelar al castigo para reprimir una tendencia indeseable cuándo basta valerse de otra de resultados contrarios o no darle a aquella oportunidad para manifestarse. Y en el caso de que la represión sea el único curso abierto a la corrección, esta debe racionalizarse y desvincularse de toda idea de venganza, de odio, de deseo de mortificar: que el lo que realmente perjudica la niño por las reacciones naturales de odio, de humillación, que a su vez provoca en su espíritu.

Nuevo concepto de educación

El estudio del niño y la aplicación a la enseñanza de estos principios derivados de la psicología infantil han cambiado por completo el concepto mismo de la educación. El ideal del pasado de confundir la educación con los conocimientos es totalmente inaceptable ante las nuevas concepciones. "La Educación, dice Angelo Patri, no está en los libros de textos. Una gran parte de ella ha de encontrarse fuera de ellos y no podrá nunca encerrarse dentro de sus pergaminos. Las grandes fuerzas educativas son las personas y las experiencias y sus relaciones, entre sí; y la mejor manera de dominar el niño estas fuerzas es con sus manos. Las manos son las que han elevado al hombre de la senda a pie, a la amplia carretera de poderosa máquina. Las manos son las que nos han dado seguridad en lo poco que conocemos de este mundo.

Dewey define la educación como “el proceso de reconstruir las experiencias de la humanidad dándoles así mayor valor social mediante una experiencia individual superior y dándole al individuo, al mismo tiempo, un dominio más perfecto sobre sus propios poderes”.

La nueva educación se considera pues no como un proceso de injertar en la conciencia del niño elementos ajenos a su propio crecimiento físico o espiritual. La educación del niño, es la vida del pifio-en toda su pujante plenitud.

El nuevo método de

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