RECONSTRUCCIÓN Y READECUACIÓN DEL PEI: HACIA LA FORMACIÓN DE MEJORES CIUDADANOS

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El hombre, devenido en ciudadano, se encuentra situado en el terreno del deber. El derecho, a su turno, remplaza el apetito animal. Las inclinaciones naturales, estrictamente individuales, ceden ante los derechos de los demás. El mundo de los caprichos se derrumba poco a poco y el hombre se ve convertido en un ciudadano respetuoso de los derechos ajenos como condición esencial para tener y ejercer los propios.

Todo pacto social, todo contrato social, todo derecho de ciudadanía y todo logro en la moralidad y la civilidad se obtienen a cambio de la perdida de las ventajas del hombre natural. Ya el individuo debe reprimir sus instintos, controlar sus apetitos y hacerse civil y moral.

En palabras de Rousseau, el hombre de “animal estúpido y limitado, se convirtió en un ser inteligente, en hombre”. En otras palabras, el “hombre natural” no es realmente un hombre; este rango sólo lo logra al entrar al Estado, al hacerse miembro del cuerpo público con todos sus derechos y todas sus obligaciones. La condición moral es, pues, la condición humana por excelencia. El hombre en estado de naturaleza es un animal estúpido y limitado; la condición humana se confunde, en este sentido, con la condición política. El hombre se realiza en tanto asciende a la condición de subidito de un Estado.

“Simplificando: el hombre pierde su libertad natural y el derecho ilimitado a todo cuanto desea y puede alcanzar, ganando en cambio la libertad civil y la propiedad de lo que posee. Para no equivocarse acerca de estas compensaciones, es preciso distinguir la libertad natural, que tiene por limites las fuerzas individuales, de la libertad civil, circunscrita por la voluntad general; y la posesión, que no es otra que el efecto de la fuerza o del derecho del primer ocupante de la propiedad, que no puede ser fundada sino sobre in título positivo.”

A un estado natural corresponde una libertad natural y un derecho ilimitado. A un estado civil corresponde una libertad civil y un derecho positivo.

¿Qué pierde el hombre al abandonar su estado de naturaleza y suscribir el pacto social?

Pierde la libertad natural y el derecho ilimitado, basado en la fuerza o derecho del primer ocupante.

La vida en sociedad, como miembro de un Estado o una Republica, le priva al hombre de sus instintos y del derecho del mas fuerte que, como se dijo al comienzo, no es, en sentido estricto, un derecho.

Pero Rousseau señala otras adquisiciones:

La libertad moral.

Esta libertad moral es sinónimo de obediencia a la ley. Y esta obediencia a la ley, la llama el filósofo libertad. Paradójicamente, el hombre sólo adquiere plenamente su libertad en tanto adquiere conciencia moral; el hombre se hace libre no en tanto actualiza sus derechos, sino en tanto cumple con sus deberes. El acto culminante de la realización de la libertad individual es obedecer la ley. Sólo los que obedecen la ley son libres.

En torno a las competencias ciudadanas.

El tema de las “competencias ciudadanas” emerge un poco de forma suave en la Secretaría de Educación del Distrito de Bogotá; ese tema que emerge de una manera un poquito casual, y yo diría muy pobre, muy pobre, debido a hechos un poco azarosos (como que la Secretaria de Educación fue nombrada Ministra de Educación), se convirtió en una de las políticas centrales del Ministerio a partir del año 2004: la creación de estándares para evaluar el desempeño en competencias ciudadanas. Hasta el punto que se conformo un equipo de cerca de veinte intelectuales, no sólo tecnócratas, que trabajaron en la prueba que se implementaron originalmente para un millón de niños y luego para cerca de tres millones de estudiantes en el año 2004. Pasa de un hecho muy casual, de una Alcaldía y una coyuntura, a una política ministerial de orden superior. Y por eso se hace necesario conocer la historia de ese proceso. Nace en la Secretaria de Educación de Bogotá un poco en el contexto de Cultura ciudadana, , y ahí sí, como dice el maestro Teodoro Adorno, cuando una palabra se vuelve neutral va progresivamente a esconder dominación, y una de ellas es la palabra “ciudadanía”. Una palabra que se ha vuelto bastante neutral. Uno no sabe si se trata de una actitud republicanista en la vía de Rousseau o Hanna Arendt, o una visión neoliberal de la ciudadanía, o una visión liberal social, comunitaria. La noción de ciudadanía y cultura ciudadana se volvió casi como un slogan, pero sin contenido, y todo lo que se vuelve así termina escondiendo y promoviendo la exclusión, la discriminación y la dominación, decía el profesor Teodoro Adorno. Se entiende la educación como practica de la emancipación, no de la libertad solamente.

La segunda tesis del documento oficial de esa Secretaría de Educación en sus inicios: la institución educativa puede evaluar la eficiencia de su acción frente a ciertos estándares de ciudad. ( Evaluar para mejorar la educación). Por ello se descubre que de entrada la ciudad se estandariza (por eso la idea de Antanas Mockus es que la cultura es para estandarizar, una concepción conductista de la cultura, todo lo contrario a la historia de la cultura que es placer, deseo, imaginación. Acá, en el discurso oficial distrital, la cultura es una forma de aconductar, de mejorar la productividad). Mucha razón tenía Walter Bejamín al decir que en nombre de la cultura se pueden cometer los peores crímenes contra la humanidad. Todo documento de cultura es, al mismo tiempo, un documento de barbarie, afirma el profesor Walter Benjamín.

Oigan: Eficiencia, Ciudad estandarizada, es decir, Ciudad estandarizada… Oigan el peligro de esa propuesta. ¿Qué diría el maestro Aristóteles?, ¿qué diría todo el discurso multicultural sobre la ciudadanía?... Es que no solamente se planteo la estandarización de los contenidos, es que se paso hacia una ciudadanía ¡estandarizada!, y como dicen todos los textos de la Secretaria de Educación de la época: Que el ciudadano se comporte constructivamente. Nada de critica, nada de debate. Por eso es muy llamativo que se asimile una ciudad estandarizada con la eficacia educativa.

Frente a las competencias básicas que debe tener un estudiante, ¿qué diría Kant? ¿Qué diría Fichte, Schelling, Hegel, Marx.. la gran tradición filosófica? ¿Cuál es la esencia del proyecto de la Modernidad educativa? Si uno le preguntara al maestro Kant, respondería: La autonomía del intelecto y de la voluntad, Sapere Aude..Que todos los ciudadanos tengan la capacidad para decidir y dirigir su vida sexual, económica,