Trabajo practico de sociología
Enviado por tomas • 29 de Diciembre de 2018 • 1.858 Palabras (8 Páginas) • 311 Visitas
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Con el paso de los minutos, noté que Bauti, uno de los compañeros de mi hermano, estaba triste, cuando le pregunté a qué se debía ese estado de ánimo, me contesto:
‒ La directora del colegio me puso una nota en el cuaderno rojo y llamo a mis papás porque le pegué a un compañero porque estaba usando un juguete que era mío y solo mío‒.
‒ ¿A ver Guido vos que sabés tanto, tenés alguna explicación sociológica para esta situación? ‒ Dijo mi mamá irónicamente.
‒ En verdad sí, según Berguer y Luckman, el hecho de que a Bauti le hayan puesto una nota en el cuaderno rojo, pertenece a un mecanismo llamado terapia, defendida por una teoría de la desviación, es decir un aparato de diagnóstico y un sistema conceptual para la “cura de almas”. Como la conducta de Bauti fue desafiante a la normativa del colegio, las autoridades de esta institución lo invitaron a reincorporarse en la sociedad mediante un mecanismo terapéutico (nota en el cuaderno rojo) ‒ procedí.
‒ Por otro lado, la razón por la cual Bauti le pegó a su compañero, es una de las características fundamentales de la socialización primaria. Él se veía identificado emocionalmente con el juguete, lo tenía como un objeto internalizado, generando una relación unidireccional con el mismo. Esta relación conlleva al egocentrismo del niño, que se da como consecuencia de su auto identificación como individuo. Bauti no pudo aceptar que otro compañero jugase con su juguete porque éste cumplía un rol especial en su vida. Sin embargo, la terapia es necesaria puesto que ahora Buti va a tomar conciencia, reconoce que “uno no debe pegarle a los compañeros”, en la que “uno” es él mismo como parte de la generalidad que incluye, en principio, todo aquello de la sociedad que resulta significante para el niño. Esta abstracción de los roles y actitudes de otros significantes concretos se denomina el “otro generalizado”. ‒
‒ Ah bueno... ya entendí como viene la cosa ‒ interrumpió mi mamá. ‒Vos mucha teoría pero poca práctica… deberías “identificarte emocionalmente con la carrera jajaja, ya recursaste Análisis y ahora apuesto que también Álgebra ‒. Esta acotación me enfureció mucho. Sin embargo, decidí contestarle basándome en argumentos de Berguer y Luckman y otros autores:
‒ Te voy a ser sincero, recursé Análisis porque no le encuentro sentido alguno a esa materia, ¿para qué me sirve saber derivadas e integrales en la vida? Eh? Lo veo tan externo y tan lejano que ni ganas me dan en ir a las clases. Las formulas son totalmente estáticas, uno para aprenderlas tiene que reproducirlas hasta el hartazgo, se aprende como algo ajeno a uno. En cambio, en Sociologia sos parte, es como estar estudiándote a vos mismo, sos parte del objeto de estudio (al menos según la sociologia reflexiva de Gouldner) ‒. Ante este sincericidio, mi madre cambio de temperamento y sin darse cuenta, me contestó con conceptos de Mills:
‒ Tranquilo hijo, tenés que entender que no estás solo en esto, tus afectaciones y valores, sobrepasan tu fuero íntimo, la complejidad de Análisis Matemático te afecta a vos y a un montón de adolescentes más. Además, ni que fuese la gran cosa… es una materia del CBC, ya la vas a sacar...‒.
Llegamos al dentista.
- ¿Bueno, te volvés solo, no? Nos vemos a la noche” Dijo relajada. Entre a al consultorio y esperé sentado hasta ser llamado por el dentista‒
- “Crespin Guido, adelante” esa voz me resultaba muy familiar, cuando me dirigí hacia la sala, el dentista se encontraba de espaldas, me recosté sobre esa especie terrorífica de reposera, él no emitía sonido alguno. Esos rulos me sonaban de algún lado. Estaba seguro de que conocía a éste dentista. ‒
Cuando se dio vuelta acerté mi suposición. Era Diego Berenstein. Tenía una actitud sospechosa. Se dirigió hacia el sector donde se encontraban las herramientas de tortura dental, agarró una especie de taladro y lo apunto a mis dientes.
“ESTO TE PASA POR DECIR UEBER Y NO WEBER MUAJAJAJA” Gritó en un tono endemoniado
“AAAAAHH, NO POR FAVOR” desperté de golpe
“Que paso Guido estas bien? Entró mi mama asustada
“Tuve una pesadilla”.
Me levanté, cepillé mis dientes, desayuné y me vestí tal cual lo venía haciendo desde siempre. Ese día juré nunca jamás cambiar el orden de las acciones habituales por el resto de mi vida. De no ser así, Diego aparecería debajo de mi cama y taladraría mis dientes.
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