Una ciudad con ecos de eternidad
Enviado por Sandra75 • 16 de Mayo de 2018 • 858 Palabras (4 Páginas) • 270 Visitas
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Para los musulmanes, Jerusalén es el tercer lugar más sagrado, después de La Meca y Medina. Para Mahoma, fue la ciudad de los santos profetas que lo precedieron. Y así, antes de que La Meca fuera el centro de universo islámico, Mahoma ordenaba a los musulmanes que se inclinara a orar ante Jerusalén. Según interpretaciones anteriores de un pasaje del Corán, Mahoma hizo un místico “vuelo nocturno” a Jerusalén ayudado por el arcángel Gabriel. Desde allí, en la roca donde Abraham había ofrecido a su hijo en sacrificio (hoy el santuario del Domo de la Roca, en la cima del Monte del Templo), Mahoma ascendió en una escalera al trono de Alá. Esta ascensión confirmo la continuidad entre Mahoma y los profetas anteriores y los mensajeros de Dios, incluso Jesús, en un linaje que se remonta a Adán. Y estableció una conexión divina entre la Meca y Jerusalén. Así, para miles de millones de creyentes que quizás nunca la vean, Jerusalén sigue siendo una ciudad esencial a su sagrada geografía. Por eso el futuro de la ciudad no es solo un conflicto levantino entre árabes y judíos.[pic 2]
Desde una perspectiva secular, por supuesto, los santuarios adorados por judíos, cristianos y musulmanes son preciadas atracciones turísticas e importantes fuentes de ingreso. Pero Jerusalén no es una Disneylandia del espíritu. Tanto Israel como los palestinos tiene raíces reales en la Tierra Santa, y ambos reclama a Jerusalén como su capital. Naciones Unidas, con el apoyo del Vaticano quiere internacionalizar la ciudad bajo su jurisdicción pero la cuestión no es geopolítica. No habrá una solución duradera al problema de Jerusalén que no respete los lazos con la ciudad formados por cada fe. Quien controle Jerusalén estará siempre restringido por el significado que ha adquirido la ciudad en tres milenios de guerras, conquista y expresión profética. Bendecida o maldecida, Jerusalén esta erigida con los ladrillos de la imaginación religiosa. Si no fuera así, Jerusalén sería lo que no ha sido nunca: una ciudad cualquiera un una colina.
Tomado de NEWSWEEK EN ESPAÑOL
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