Ética y Práctica Profesional en el nivel medio superior
Enviado por Christopher • 15 de Noviembre de 2018 • 16.561 Palabras (67 Páginas) • 371 Visitas
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Asimismo, se propicia que los profesores recurran excesivamente a los apuntes o libros de texto de carácter sintético (con frecuencia, obsoletos o inadecuados).
Estas prácticas auspician la memorización sin sentido y desalientan o ignoran procesos de apropiación del conocimiento que desarrollen aptitudes académicas indispensables para integrarse al mercado de trabajo o continuar estudios superiores. Además, los procesos de revisión y actualización de programas de estudio que pudieran corregir estas fallas se convierten en desgastantes ejercicios burocráticos, o procesos ausentes de liderazgo académico. Los mecanismos de concertación interinstitucional que coadyuvarían a resolver los problemas derivados de la vigencia de más de 300 planes de estudio, son incipientes y se dan mediante acuerdos bilaterales que sólo resuelven parcialmente el problema.
Una proporción elevada de los egresados no cuenta con una preparación suficiente para cursar estudios superiores. Concurren en ello la falta de calidad.
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La misión del Instituto.
Ser una Institución que brinde servicios educativos en los diferentes niveles y grados académicos para formar profesionistas de excelencia, fomentando los valores y aptitudes que promuevan el respeto a la dignidad humana, con la firme convicción de servicio hacia y para la sociedad, a través de una obligación ética, social y cultural, siempre comprometidos con los principios democráticos y humanísticos.
1.3. La responsabilidad social y ética de los futuros egresados.
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Se llama Responsabilidad Social a la obligación/compromiso que los miembros de una determinada comunidad, sociedad, ya sea individualmente cada uno, o bien como parte de un grupo social, tendrán entre sí, así como también para con la sociedad o comunidad en su conjunto.
En tanto, esta responsabilidad puede tener dos formas, por un lado puede ser negativa, es decir, existe la responsabilidad de alguien de abstenerse de actuar, o en su defecto, puede ser positiva, implicando que sí hay una responsabilidad por parte de alguien de actuar.
Por ejemplo, cuando cualquiera de nosotros que formamos parte de una sociedad conducimos un automóvil asumimos una obligación que es la de procurar ir sobre el respetando todas las señales e indicaciones de tránsito; lisa y llanamente porque la acción de conducir, en caso de ser desempeñada sin la pertinente responsabilidad social que le corresponde puede ocasionar un serio daño al resto de los individuos que forman parte de la misma y ni hablar de lo que nos puede ocurrir a nosotros mismos si la practicamos irresponsablemente.
La ética es aquella instancia desde la cual juzgamos y valoramos la forma como se comporta el hombre y, al mismo tiempo la instancia desde la cual formulamos principios y criterios acerca de cómo debemos comportarnos y hacia donde debemos dirigir nuestra acción, designamos con la palabra "Ética" el comportamiento , la conducta y el actuar de las personas.
La universidad es el lugar en el que se aprende el conjunto de saberes que permitirá al futuro titulado iniciarse en el ejercicio de una profesión con eficiencia y avanzar en los conocimientos propios de un ámbito del saber, de forma y manera tal que pueda -si así lo eligiera- emprender la investigación, especialización y profundización de los mismos. Sin embargo, no resulta tan obvio que la universidad sea el lugar en el que se aprende, específicamente, un conjunto de saberes éticos y ciudadanos. Al menos, no para todos.
Nuestra propuesta sostiene que una de las funciones de la universidad es de carácter ético y, por lo tanto, no puede entenderse una formación universitaria de calidad que no incorpore en forma sistemática y rigurosa situaciones de aprendizaje ético y de formación ciudadana.
Las dimensiones de la función ética de la universidad que podemos identificar en la sociedad actual son tres: una es la formación deontológica relativa al ejercicio de las diferentes profesiones; otra es la formación ciudadana y cívica de sus estudiantes; y la tercera es la formación humana, personal y social que contribuya a la excelencia ética y moral de los futuros titulados en tanto que personas. En relación con estas tres dimensiones puede afirmarse que la primera está razonablemente aceptada como un signo o indicador de calidad; la segunda va siendo progresivamente admitida como una necesidad y un reto en los que la universidad debe colaborar, y la tercera se considera -salvo en algunas universidades- propia de otros niveles del sistema educativo y difícil de ser integrada en la misión y función de las universidades.
La cultura docente y la calidad en la formación universitaria
Aunque sea brevemente, conviene situar el tema en relación con el sentido y la misión actual de la universidad, dentro del contexto de los cambios relativos a la cultura docente.
En efecto, sólo un cambio en las culturas docente y laboral del profesorado hace posible nuestra propuesta, de igual manera que sólo este tipo de modificaciones puede lograr una universidad de calidad. Así ha acontecido en el ámbito de la investigación y así deberá acontecer en el ámbito de la docencia y del aprendizaje. Expresamente, nos referimos no sólo a la docencia, -actividad del profesorado- sino también al aprendizaje -actividad del estudiante, mediada por la actividad del profesorado-. No podemos olvidar que una parte importante de las resistencias ante los cambios en la universidad tienen su causa en una actitud pasiva del estudiante, en extremo interesado en la obtención de un título para la competencia con otros en cuestiones estrictamente profesionales, a menudo alejadas, e incluso contrarias, de las propuestas éticas relativas a los valores que planteamos.
Estos cambios de perspectiva en relación con la cultura docente deben posibilitar el planteo de la formación universitaria no sólo en clave profesional sino también ciudadana. Tal y como hemos formulado en párrafos anteriores, existen razones para afirmar que una formación universitaria de calidad no puede separar la meta profesional de la ciudadana. Nos referiremos a tres de ellas: la primera relacionada con el concepto actual de formación universitaria; la segunda con el objetivo de cohesión social, y no sólo de competitividad; y la tercera derivada de las investigaciones sobre desarrollo moral y aprendizaje ético. Todas están relacionadas entre sí y con la construcción de ciudadanía en el espacio universitario.
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