Es importante definir el tema que abordaremos a lo largo de este escrito.

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El hecho de crecer en estas familias no inculcará en los niños preferencias que deban tener, un claro ejemplo es lo que pasa en la familia tradicional –donde existe una madre y un padre–, donde a los niños se les enseña a jugar con figuras de acción, a identificarse con el color azul, pues “eso es de niños”; a las niñas a jugar con muñecas y saltar la cuerda pues “eso hacen las niñas”. Este el modelo bajo el que las familias han criado a sus hijos, al que llamamos estereotipo de género, el cual podemos definir como un conjunto de ideas preconcebidas que muchas personas ven como verdades justas y que llegan a intervenir en las actitudes, creencias y conductas, como por ejemplo; al hombre se le observa dominante, agresivo y a la mujer débil, dependiente, impresionable, pero, ¿Quién dice que esto no puede ser diferente? ¿Acaso la sociedad siempre tiene la razón en cuanto a los prejuicios que formula? Una clara respuesta a esto es ¡NO!, podemos considerar que no siempre a las mujeres les gusta el color rosa o los hombres no tienen sentimientos y si realmente la cuestión de los estereotipos especificará la orientación sexual de los hijos, ¿Por qué existen homosexuales? Personas que fueron criadas de este modo, con estos hábitos, inculcándoles objetos y comportamientos con los que debían identificarse y aun así no lo hicieron. El que el niño crezca contando con la figura paterna y materna, viendo la interacción entre personas de distinto sexo, y creciendo con la idea de que esto es lo correcto, no cambia sus preferencias, ya que al crecer determinará su sexualidad, independientemente de lo que sus padres sean, al igual que todos lo hacemos. Un ejemplo de ello es el cuento infantil “Paula tiene dos mamas”[7] donde la escritora estadounidense Lesléa Newman relata una historia donde se presentan diversos tipos de familias que existen –dos padres, dos madres, una sola madre, un solo padre etc.– en el los niños son felices, pues lo importante es tener una familia donde todos se quieran. Lesléa criada en una familia judía conservadora, creció rodeada de familias similares a la de ella –con un padre y una madre– sin embargo, siempre se preguntó cómo eran las demás. Al escribir este libro enseña a los niños la diversidad de familias que existen afirmando que todas son buenas, haciendo que los niños pertenecientes a estas estirpes se sientan identificados, al mismo tiempo que es un apoyo para estas parejas y aún más importante educando a la sociedad, instruyéndolos con tolerancia, con aceptación.

Lesléa es una mujer lesbiana, la cual creció en un ambiente tradicional, y esto no definió su identidad; lo cual es una prueba más, que aunque se cuente con todo lo socialmente aceptado, no definirá la identidad; pues esto depende de cada persona y no de las tendencias de sus padres.

Una pareja de este tipo está unida por amor, al igual que las demás, es un compromiso entre dos personas, que desean disfrutar una vida juntos; su deseo de poder adoptar, es una oportunidad más para los niños, ya que las posibilidades de ser adoptado aumentan, al aumentar el número de solicitantes. Son ventajas para los niños, y debemos darles oportunidades a los niños en lugar de arrebatárselas.

Lo fundamental para la admisión de la adopción es que “existan ventajas reales para el niño con el proceso de adopción”[8] esto quiere decir que mientras los adoptantes cuenten con los requerimientos que se solicitan para el proceso, éste se puede llevar a cabo, así como lo menciona el juez José Daltoe Cezar “mientras se cumpla con los requisitos socio-económicos y psicológicos aplicables a los heterosexuales, la solicitud será aceptada; incluso cuando se haga en nombre de ambos (…)”[9].

El objetivo de la adopción estriba en que el niño pueda tener la asistencia material, moral y educativa necesaria para poder tener un desarrollo sano, una vida llena de oportunidades, un futuro prometedor; la cual podría verse truncada por la negativa hacia parejas homoparentales, basados en prejuicios sin fundamento alguno que respalde tales concepciones, considerándosele como poco ortodoxo, ya que no es una familia tradicional; lo cual no prueba que el niño adoptado presentara consecuencias negativas en su vida por el proceso de formación en una familia de este tipo.

Como lo demuestra la investigación realizada en otros países, “existen familias de padres homosexuales e hijos biológicos que nos pueden llevar a la conclusión de que la negativa a la adopción en tales casos es debida más a prejuicios en relación a la homosexualidad que a daños afectivos para el niño”[10].

El adoptar es derecho de las parejas, sí ya es legamente permitido que estas parejas puedan contraer matrimonio, ¿Qué sentido tiene hacerlo si no pueden formar una familia? Esto también es derecho del niño; no se le puede arrebatar la oportunidad de tener una familia haciendo discriminación a estos entes solo porque se crea que no son “idóneos” para el adoptado ¿Acaso todas las parejas heterosexuales cuentan con las circunstancias ideales para su formación? La revista Pediatrics reveló que el desarrollo personal y el comportamiento social, cualidades decisivas del éxito de cualquier niño, no varían respecto a otros niños lo cual permite un desarrollo integral normal. Otro estudio, del American Journal of Orthopsychiatry, informa que dos de cada tres niños criados con padres homosexuales tienden a tener más empatía por el prójimo y, gracias al estilo de crianza más abierto debido a la diferente mentalidad de los padres, se sienten más libres y decididos a la hora de perseguir sus sueños e intereses ¿Es esto acaso muestra de los problemas psicológicos que como depresión, bajo autoestima que los niños criados por parejas homosexuales llegan a desarrollar? Creemos que no.

La Universidad de California (EEUU) encargó a sus investigadores un estudio sobre la repercusión en niños de cuatro a ocho años al ser educados en familias homosexuales y heterosexuales. Las conclusiones fueron que “entre los 82 niños que fueron adoptados indistintamente por parejas heterosexuales y padres o madres homosexuales, el aumento de sus capacidades intelectuales y la adaptación social fueron prácticamente iguales. Durante los dos primeros años tras la adopción, se efectuaron pruebas psicológicas a los niños para estimar su desarrollo cognitivo y de adaptación y se entrevistaron periódicamente a los padres y madres para conocer el comportamiento de esos niños. Tanto los niños acogidos por heterosexuales como por homosexuales aumentaron 10 puntos en sus capacidades intelectuales y estabilizaron sus problemas de conducta. Por otro lado, del total de las parejas homosexuales con deseos de adoptar,