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Monografía Alicia Moreau de justo

Enviado por   •  25 de Abril de 2018  •  6.924 Palabras (28 Páginas)  •  315 Visitas

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la siguió hasta su casa diciéndole cosas que ella no entendía pero sabía que eran malas. Al día siguiente, antes de salir de su casa, llenó su portafolios con más cosas que hicieran ruido. Salió de su casa y vio al hombre devuelta, la siguió hasta la escuela entonces ella ya se cansó. Cuando sale de la escuela y este hombre la vuelve a seguir, ella espera a que él se acerque y le golpeó la cabeza con el portafolios y como hizo mucho ruido el hombre se asustó, se fue y nunca más volvió. Alicia, cuenta que esto la marcó muchísimo ya que reflejaba lo que era la sociedad en esa época. Como es que la mujer crecía bajo la dominación sobre el hombre. La gente que veía que ese hombre la seguía, no hacía nada. Porque era algo normal. Y en cualquier caso, si alguien quedaba mal y expuesto ante las críticas iba a ser Alicia por provocar a un hombre. Esa mirada tenía la sociedad.

Todo esto es consecuencia de que no había educación sexual, ni en las escuelas ni en las casas. La forma de proteger a las chicas era manteniéndolas en una burbuja aislada sin información. Siendo que esto realmente era descuidar a las chicas ya que por la falta de información “podían ser fecundadas apenas producida su pubertad” según decía Alicia. Las madres solo daban aviso de que iban a menstruar, y lo que tenían que hacer. Pero no se hablaba de cómo venía un bebé al mundo. Es más, en la casa de los Moreau había un pequeño cofre sobre una mesita que habían traído de Francia y a Alicia le decían que ella vino al mundo en esa cajita. Alicia dijo que su padre era un librepensador pero que entre serlo y decirles a los chicos la verdad, hay mucha distancia.

Alicia realizó su secundaria en la escuela normal n°1, sobre la calle Córdoba. Se recibió en el año 1905, luego de siete años: cinco de magisterio y dos de profesorado de ciencias. Alicia cuenta que la educación que ellas recibían era precaria, no conoció a Sarmiento y el Rivadavia que ella conocía no era el que realmente fue. “Lamentablemente nosotras nos formábamos con todo lo viejo, lo tradicional, todo lo que no modificaba de bien pensante de la gente que iba a las procesiones; había muchos que entonces iban a misa.” dice Alicia cuando se le preguntaba por su formación académica.

En cuarto y quinto año de secundaria tuvo como profesor de Instrucción cívica y moral a Hipólito Yrigoyen. Alicia lo recuerda como “un hombre alto, erguido, muy buen mozo, no de cara linda pero imponente, un hombre que se imponía. Le acompañaban todos sus gestos. Hablaba muy poco, generalmente nos proponía un tema.” Él usaba para enseñar el texto “Historia de la Filosofía de Balmes” el cuál a Alicia le disgustaba por tener algo de religión. Hipólito prefería que sus alumnas investigasen por cuenta propia y que en clase se armen debates. Le gustaba la discusión pero él no se metía, dejaba que las alumnas que eran muy discutidoras charlen entre sí y él presidía.

En una ocasión, Emelina Magnet (compañera de banco de Alicia) y Alicia leyeron los libros de Paul Letournau para una exposición que tenían que hacer en la clase de Hipólito, ambas se entusiasmaron muchísimo con el tema. Llegado el día de la exposición. Emelina empezó a hablar sobre el origen de la familia, pero ella no empezó hablando sobre Adán y Eva como era lo normal en la época, sino que para ella el inicio de la familia estaba en los animales, tales como sapos y ranas. Yrigoyen la interrumpió y le dijo “¡Basta señorita! ¡Lo que está usted diciendo es profundamente inmoral!”. Alicia la defendió con sus argumentos válidos ya que ella había leído mucho sobre el darwinismo y estas teorías ya las sabía y las apoyaba. Como Hipólito respetaba mucho a Alicia, se terminó la clase. Alicia cuenta años después que esto que sucedió la hizo caer en la cuenta de lo que era la moral en esa época y la enorme hipocresía que existía.

Alicia tenía una personalidad discutidora. Discutía todo lo que no entendiera. Discutía con amigos, con profesores. Discutía. Tal vez lo heredó de Armand o por lo apasionada que era por saber cada vez más.

La directora de la escuela, la señorita Gramondo, siempre traía un obispo que charlaba con ella, con las alumnas y con profesores. Seguía cada movimiento de la escuela. Era una especie de filtro, no dejaba entrar ninguna idea moderna a la escuela y mucho menos alguna idea que vaya contra la iglesia.

Hipólito Yrigoyen sabía distinguir entre sus alumnas a las que les gustaba debatir, investigar y aprender. A esas alumnas les prestaba libros y charlaba sobre estos. A Alicia le había prestado en varias ocasiones libros de Derecho. Asique Alicia, desde secundaria tenía amplios conocimientos sobre los derechos, y se despertaba en ella un cierto desagrado a la exclusión de la mujer en esos derechos.

En el Normal n°1, el darwinismo era algo mal visto. Pero Alicia tuvo dos profesores que eran darwinistas como ella, Delio Aguilar y Eduardo Hombelrg. Hombelrg estudió Medicina pero nunca ejerció su profesión, enseñaba Física, Química y Mineralogía aunque siempre terminaba hablando sobre el arte, la filosofía y la historia natural que era lo que de verdad lo movilizaba y Alicia se hipnotizaba escuchándolo. Tuvo un gran respeto hacia este hombre que fue director del Jardín Zoológico.

Alicia tenía un pensamiento revolucionario que sacó del darwinismo, que ella explicaba con las siguientes palabras: “Yo continúo cada vez más profundamente convencida de que es el conocimiento y el respeto de la verdad, de la justicia y de la libertad lo que en definitiva ayudan al hombre, productos todos de la evolución moral de la especie.”

Alicia describe la adolescencia en su época con una muy marcada separación sexual. Las chicas no podían salir solas. Si sus padres no podían acompañarla, mandaban a una sirvienta para que vaya con ellas, pero si no tenían plata para eso, las muchachas debían recurrir hasta a un hermanito menor. Era muy mal visto que una mujer ande sola por la calle y era algo impensado que una mujer ande sola por la calle de noche, eso le dejaba una fuerte marca a la mujer. Pero esta marca no la ponían simplemente los hombres, sino que las mujeres también. Las mujeres mayores se entre se entretenían y pasaban el tiempo espiando a través de las persianas, ya que no existían tantas otras cosas que hacer. Entonces las mujeres mayores se dedicaban a hablar de lo que hacía tal chica o tal otra, y lo que dejaban de hacer. Si una chica menor o una mujer soltera andaban por la calle, eran blanco seguro a recibir los piropos callejeros de cualquier hombre. Y esos piropos, iban acompañados hasta de insultos, eran de la peor calidad verbal que podían encontrar.

En 1905, Armand había descubierto en la Facultad de Filosofía y Letras

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