¿Qué tipo de liderazgo hará que las unidades de Voici trabajen alineadas?

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Contrató a personal adicional para supervisar a estos proveedores, pero, aun así, hubo que volver a trabajar algunos lotes.

Después de las fiestas, los adolescentes perdieron interés en las faldas. Los niveles de

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inventario aumentaron. Las faldas restantes se vendieron con enormes descuentos. A la vez, un reconocido analista de la industria criticó duramente a la empresa por no reforzar sus operaciones, con lo que cayeron las acciones de Voici. Siendo una profesional como era, Margie asumió plena responsabilidad, pero Jack supo que en verdad no se trataba de un problema exclusivo de las operaciones de Margie. Los períodos prolongados entre el diseño y la comercialización hacían imposible una precisa elaboración de pronósticos. Cuando los problemas de los proveedores provocaron la falta de existencias de Harry and Sally, la línea de vestimenta infantil de Voici, Jack supo que tenía que darle una buena mirada a las operaciones de la empresa con la junta.

Al llegar a la larga entrada del hotel, Jack bostezó. “Por favor”, dijo. “Qué cansado que estoy”. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el tapizado de cuero del Mercedes C320. “¿Qué hora será en Los Ángeles”.

Li, que iba en el asiento del acompañante junto al chofer, miró su reloj. “Son las 15:02 de ayer”, dijo. El automóvil estacionó junto al bordillo y un mozo del hotel abrió la puerta. Jack, Robert y su anfitrión bajaron del coche. “Ha sido un placer tenerlos con nosotros”, dijo Li, con una gran reverencia. “Les deseo un feliz viaje a casa”.

Una relación conveniente

“Maldición”, masculló Jack al cortarse el cuello con la afeitadora. La crema blanca de afeitar se tiñó de rojo. Se enjuagó la cara con el agua que salía del diminuto grifo del Boing 777 de Air China y se secó la herida con algo de papel de seda.

Desde que había abordado el avión, Jack había estado luchando con la idea de que la negociación con la ciudad de la cadena de suministro china no era una opción para él. Voici estaba demasiado descentralizada.

Fundada en 1970, Voici Brands había comenzado con una línea de vestimenta y adquirió cuatro marcas más en los siguientes 35 años. Cada negocio era como una subsidiaria, tanto por su propio legado, su propia gestión y su propio conjunto de proveedores. Margie era una gerente de línea típica. Su conocimiento del mundo de la moda, la venta minorista y los detalles de adquisición imponía un respeto universal dentro de la empresa. A decir verdad, Jack incluso se sentía un poco intimidado por ella.

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Jack no puede forzarlos a aceptar la consolidación. Algunos de los directores de unidad podrían hacer aspaviento y algo de politiquería tras bambalinas.

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Al igual que todos los directores comerciales de las demás líneas, con los años Margie había forjado contratos estables y fijos con los proveedores, desde fábricas textiles hasta casas de producción, desde despachantes de aduanas hasta depósitos, desde asesores de tecnología hasta empresas de transporte. Sus empleados trabajaban con estos proveedores, seguían los procedimientos exclusivos de la unidad y se capacitaban en sus sistemas.

Jack recordó cuán incómodo se sintió cuando tuvo que preguntarle a Margie sobre la falta de cuero. Al parecer, su principal proveedor, una empresa en Australia, se había visto afectado por una huelga de trabajadores.

“¿No era esa la misma empresa que había

tenido problemas de gestión hace unos años?”, preguntó Jack. “Sí, es esa”, dijo Margie. “Tenían algunos problemas. Cambiaron de gerencia y todo ha ido bien hasta ahora”.

“Bueno, ¿cuál es el problema ahora?”, preguntó Jack con sequedad. “Y, ¿por qué todavía hacemos negocios con esta gente?”. “Aplican un proceso especializado que produce el cuero tan suave que nos gusta”, contestó Margie. “Nuestra relación con ellos se remonta a décadas. Hasta la huelga, siempre habían cumplido con las entregas”.

Jack también había sido gerente de unidad y entendía las relaciones cercanas que Margie y los demás vicepresidentes habían generado con los proveedores a lo largo de los años. Si alguien hubiese intentado cancelar a alguno de sus proveedores clave y, a la vez, hacerlo responsable del resultado final, hubiese dicho, “Sobre mi cadáver”.

Jack quitó el tapón de la minúscula pileta del avión y observó cómo el agua de la afeitada se escapaba formando una espiral. “No puedo forzarlos a aceptar la consolidación”, pensó. “Margie se puede hartar y renunciar”. Algunos de los otros directores de unidad también se sentirían resentidos. Podrían hacer aspaviento y algo de politiquería tras bambalinas. La iniciativa de consolidación sería un gran fracaso y, en tres años, estarían bailando sobre la tumba de la empresa. (Y, tal vez, sobre la suya).

Se secó la cara, abrió la puerta plegable y

volvió a su asiento, otra vez pensando en el lustroso piso de producción de la ciudad de la cadena de suministro, los cientos de máquinas de coser, las mujeres con sus pañuelos, completamente concentradas… y Marquise, que había empezado a estrangular el mercado de Voici. “Cambiar o morir”, pensó. “Que sea cambiar. Pero, ¿cómo?”.

Se sentó y abrió la revista en un extenso artículo sobre la gestión de la cadena de suministro. El artículo describía el éxito de un gigante de las telecomunicaciones gracias, en gran parte, al zar de la cadena de suministros

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millones a través de las eficiencias operativas. “Esa es la clase de persona que necesito”, pensó Jack. “Alguien que tome al toro por las astas”. Sin duda que Margie reaccionaría de modo negativo si tuviese que lidiar con una persona así. Se necesitaría mucha sutileza para convencerla a ella y a los demás directores de unidad de que esta era una buena idea. Lo

mejor sería empezar con poco.

“Les voy a pedir a los vicepresidentes sénior que asignen voluntariamente partes de su cadena de suministro para revisión”,