Proyecto: “Festejemos La Independencia”
Enviado por karlo • 10 de Septiembre de 2018 • 2.571 Palabras (11 Páginas) • 341 Visitas
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El segundo que reproducimos, es mucho más completo e interesante desde el punto de vista musical. Igualmente escrito en compás de 3 x 8, consta de siete periodos de ocho compases, el primero presenta el tema y los restantes son variaciones. Los periodos se inician siempre en la tónica de Sol Mayor, pasan a la dominante en el curto compás y resuelven en la tónica en el último. El segundo periodo acusa la falta de un compás, después del compás tercero el cual debió ser igual al cuarto compás del periodo siguiente. La melodía como puede verse, lleva abundantes grupitos en su primera parte y procede por terceras paralelas en la segunda. Emplea además escalas y pasajes en octavas, todo esto sobre un acompañamiento casi uniforme. Demás esta decir que ambos cielitos se corresponden a la familia de la Contradanza y su música guarda estrecha relación con la música de las Contradanzas contenidas en los manuscritos mencionados.
Estamos pues frente a los Cielitos que se bailaron en nuestros salones, en épocas en que la música criolla era más una cuestión de rotulo que de fondo, sobre todo tratándose de los compositores que habitualmente cultivaban la música europea. Y esto mismo se observa al analizar la música correspondiente al Minué Montonero, compuesto de un tiempo lento y un Cielito, estampado en el mismo álbum manuscrito, el cual nos falta aun analizar.
Como todo acontecimiento histórico trae como consecuencia una manifestación en todos los aspectos. También en las artísiticas. Los poetas Vicente Lopez y Planes, Crisostomo Lafinur, Esteban de Luca y Juan Cruz Varela exaltan la gesta patriótica, apareciendo por primera vez en la literatura argentina el contenido épico. Los músicos recogen estos versos en numerosos himnos, marchas patrióticas, coplas y canciones alegóricas.
Los músicos:
Juan Pedro Esnaola, Juan Bautista Alberdi, Nicanor Albarellos. Estas canciones se cantaban en las reuniones sociales llamadas tertulias, donde poetas y músicos mostraban sus habilidades como parte del esparcimiento, cantando a la patria y a sus héroes reafirmando la identidad Nacional--
El 15 de abril de 1815, una revolución terminó con el gobierno unitario de Carlos María de Alvear. Los revolucionarios exigieron la convocatoria de un Congreso General Constituyente. Inicialmente se enviaron diputados de todas las provincias iniciando las sesiones el 24 de marzo de 1816. Cada delegado representaba 15.000 habitantes
El Congreso de Tucumán
El Congreso se inició el 24 de marzo con la presencia de 33 diputados. Según la decisión de los propios delegados, la presidencia del Congreso era rotativa y cambiaba cada mes.
Varios territorios que habían pertenecido al Virreinato del Río de la Plata no pudieron hacer llegar sus representantes, incluyendo las provincias del Alto Perú que habían recaído ante los realistas. Salvo Córdoba, las provincias de la Liga Federal (Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe) resolvieron no concurrir al Congreso de Tucumán como señal de protesta hacia el Directorio (unitario y pro monárquico) por la no ratificación del Pacto de Santo Tomé, firmado el 9 de abril, por el que éste había reconocido la autonomía de Santa Fe.2
En cuanto al Paraguay, tal territorio actuaba como un estado independiente desde el año 1811, en que se había independizado de España, ante las actitudes hipercentralistas de los sucesivos gobiernos establecidos en Buenos Aires. Los territorios de la Patagonia, Comahue y el Gran Chaco se encontraban bajo el dominio indígena o deshabitado.
En una de sus primeras decisiones, el Congreso nombró Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata a uno de sus diputados, el general Juan Martín de Pueyrredón.
Durante varias semanas se discutieron los alcances de sus atribuciones y su funcionamiento interno, además de tomar decisiones de política nacional e internacional. El cuerpo tenía la facultad de intervenir en casi todos los asuntos que se presentaban a su consideración, lo que provocó interminables debates.
La presión de algunos de sus miembros, y de influyentes dirigentes nacionales —entre ellos el general José de San Martín, gobernador de la Intendencia de Cuyo— hizo que se iniciara la discusión sobre la Declaración de Independencia.
La votación finalmente se concretó el 9 de julio. En ese momento presidía el cuerpo uno de los representante de San Juan, Francisco Narciso de Laprida. Ningún país reconoció en ese momento la independencia nacional.
El 21 de julio fue jurada la Independencia en la sala de sesiones por los miembros del Congreso, ante la presencia del gobernador, el general Manuel Belgrano, el clero, comunidades religiosas y demás corporaciones.3 4
Las discusiones posteriores giraron en torno de la forma de gobierno que debía adoptarse para el nuevo Estado. La situación de guerra abierta con la monarquía española y la creciente injerencia del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve hizo que, tácticamente, muchos de los que podían tener simpatías por el federalismo, decidieran abroquelarse monolíticamente en una especie de "unitarismo" coyuntural ante los ataques externos.
Las labores del Congreso continuaron en Buenos Aires, donde comenzó a deliberar a principios de 1817, y donde sancionó la Constitución Argentina de 1819. El Congreso fue disuelto en 1820, tras la derrota del Directorio en la batalla de Cepeda, que marcó el inicio de la Anarquía del Año XX.
Acta de la Independencia
Declarada por el Congreso de las Provincias Unidas en Sudamérica.
En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de 1816: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España, los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados ¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli? Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo
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