Lectura: La música del cine, una asignatura pendiente

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Lectura: La música del cine, una asignatura pendiente

        El cine, respecto a otras artes visuales, se caracteriza por ser imagen en movimiento,   que se desarrolla en el tiempo y que requiere de una  duración para su percepción. Este tiempo  cinematográfico suele ser distinto del tiempo del relato que se está contando, se asienta sobre una ficción recreada por medio del montaje usando diferentes tipos de recursos como la elípsis, aceleraciones, pausas, flashback, etc... La música entra en ese tiempo de ficción dotando a las imágenes de una temporalidad real, creando un todo con ellas, dotándolas de un significado y una emotividad que puede alterar el significado mismo de la imagen. Además le sirve de puente entra las distintas secuencias, suavizando saltos y vacíos temporales, dotándo a las imagenes de unidad mediante una serie de temas repetidos o creando una atmósfera determinada; y de continuidad, mezclando y homogeneizando la discontinuidad propia del montaje (tanto visual, espacial, o temporal).         

        La relación entre la música y las imágenes, dependiendo de la importancia que se le de a una u otra, ha variado desde los inicios del cine hasta ahora. Eisenstein y la corriente rusa dieron prioridad a la imagen sobre la música, clasificándo esta como paralela o contrapuntística. En cambio, Adorno y Eisler, afirmaron que la imagen y la música eran formas diferentes de expresión y se opusieron a esa clasificación. Otros autores como Colpi, defienden que la imagen es la portadora de significado, y que la música actúa modificando ese significado: reforzando, ensalzando o rebajando el sentido de lo que está primariamente en la imagen. Otros autores, defienden el carácter independiente de la música, y su capacidad de contar una historia a otro nivel, es decir, que no sólo refuerza o amortigua las emociones, sino que también las genera.

        De lo que hay no hay duda - independientemente del punto de vista adoptaba en una época determinada - es de que la música se ve condicionada por las características del cine al ser un elemento más de un conjunto complejo y heterogéneo en donde ninguno de ellos tiene un papel dominante sobre los otros, y del que la música participa como un elemento más para alcanzar una meta determinada. Una de las características más importente de la música de cine es que debe encontrar estructuras nuevas que consigan acoplarse a la narración de la historia, que en muchas ocasiones son contrarias a la propia lógica del discurso musical - aunque su uso y repetición nos hayan hecho tomar como válidos ciertos cliches. En la mayoría de los casos, la música de cine se ve forzada a ser más simple y repetiva, y suele caracterizarse por su uso intermitente y por estar en un segundo plano respecto a los diálogos, concebida para no ser escuchada ni atraer la atención del espectador, fin que se consigue por medio de repeticiones.

        Su modo de aparición suele estar provocado por acontecimientos dramáticos o sónoros. Un ejemplo de como los elementos sonoros de la película sirven de justificación de la música, son las composiciones que Jaubert hace para las dos películas de Jean Vigo. En Zéro de conduite es el sonido de la locomotora el que le da el ritmo a la composición, y en L'Atalante es el motor de la barca a partir del cual surge el ostinato de cuerdas. En 1937, Jaubert declara que la música de cine, 'liberada de todas las contingencias académicas (desarrollo sinfónico, efectos orquestales,...), la música, merced al cine, nos revelará un nuevo aspecto de sí misma. Aún le queda por explorar el dominio que se extiende entre sus fronteras y las del sonido natural.' (Gilles Mouëllic, 2011,  pag. 23). Su música añade un componente nuevo, al utilizar el ritmo de la imagen, para así hacernos físicamente sensible del ritmo interno de la imagen, obviando su contenido sentimental, dramático o poético.