Actividades. La zona de confort

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A partir de aquí nuestra educación, nuestros valores, nuestra personalidad y nuestros sueños empiezan a determinar el camino que queremos seguir. Algunos por su forma de ser, sus expectativas y por qué no, la suerte que hayan tenido en la vida, alcanzarán sus objetivos más rápido que otros. No por ello serán más o menos felices, simplemente habrán llegado a esa meta que en su día se fijaron.

Pero como decíamos antes, las zonas de confort se transforman, se modifican y no siempre de forma positiva. Cuando la rutina de aquello que creíamos era nuestra zona mágica empieza a desmoronarse y nos consume día a día, es cuando la tensión emocional y la tensión creativa han dejado de formar un gran equipo, y es nuestra personalidad la que juega un papel decisivo en nuestra toma de decisiones.

Aquí es cuando la sociedad se divide en dos grandes grupos, los conformistas y los inconformistas. Los que se pasarán la vida intentando aceptar que eso es lo que les ha tocado y los que harán todos lo posible por cambiarlo.

Quiero hacer un alto antes de seguir con mi exposición ya que no pretendo dar a entender que ser conformista sea algo reprochable. Demasiadas veces nos permitimos la licencia de juzgar los actos ajenos, pero, ¿quiénes somos nosotros para cuestionar sus decisiones? Alguien dijo una vez “El que juzgue mi camino le presto mis zapatos”. Ser conformista no es sinónimo de dejadez, solo es una actitud que mucha gente ha decidido tener ante la vida y que ya les va bien y les sirve.

Por otro lado estamos los inconformista, los que nos pasamos la vida rompiendo con los convencionalismo y huyendo de las rutinas que nos ahogan. Los que hemos creado nuestros refugios como los japoneses crean sus edificios, flexibles, para que en caso de terremoto los daños colaterales se minimicen.

Seguramente somos muchos los inconformistas que hoy formamos parte del alumnado de vuestra universidad. Personas que al igual que yo no hemos querido renunciar a nuestros sueños aunque algunos consideren que ya es tarde para nosotros. Pero esa madurez emocional nos hace más fuertes y capaces de enfrentarnos a este reto con la clara convicción de que podemos lograrlo. Porque los inconformista sabemos que el esfuerzo, la perseverancia y la actitud ante los nuevos retos son la clave del éxito.

¿Por qué el grado de Administración y Dirección de empresas? Estoy convencida de que este grado nos ofrecerá las herramientas que muchos de nosotros necesitamos para lograr alcanzar nuestros objetivos. Algunos querrán evolucionar profesionalmente en sus empresas, otros al igual que yo, para crear la suya propia en la que poder ofrecer al mercado, a nuestro equipo y a nuestros clientes una forma diferente de hacer las cosas.

Por último y no menos importante es la elección de la metodología que consideramos más óptima para lograr nuestros objetivos. UNIR ha sido nuestra elección, una universidad actualizada y adaptada a las nuevas tecnologías que nos ofrecerá el apoyo y todos los recursos a su alcance para ser en un futuro graduados de éxito.

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Inconformistas del mundo, nunca dejéis de soñar.

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