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Al compás de la ruidosa campana, Géminis ingresaba a su primera clase, Literatura

Enviado por   •  2 de Octubre de 2018  •  2.881 Palabras (12 Páginas)  •  411 Visitas

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de mí? –Respondió la chica nacida bajo el signo de Leo, mientras cerraba la puerta con todas sus fuerzas. Escorpio sonrió ante la respuesta de su amiga y salió de aquella habitación con un objetivo en mente, averiguar quiénes eran esas chicas.

Lunes, 10:15.

Los hermanos corrían por el ahora vacio pasillo en busca del salón de Tauro y Géminis. Los mejores amigos sabían que algo no andaba bien, y ellos se encargarían de contarles la verdad.

– Voy a mostrarle a esa chica lo que pasa al copiar a Leo Hadid –Murmuraba Leo, unos pasos más a delante de los chicos, caminando hacia la salida.

Los hermanos se observaron cómplices y siguieron avanzando por detrás de la castaña, prestando atención a las cosas que mascullaba.

– Encontró a su égale*, ¿Verdad? –Comprobó Capricornio, escondiéndose velozmente detrás de cubo de basura.

– Sip, y al parecer no sabe de lo que son capaces de hacer –Respondió Acuario, mientras corría ágilmente detrás de la castaña, la cual seguía maldiciendo en voz baja.

– Voy a salir y le voy a arrancar los pelos a esa est… –Leo no pudo terminar de hablar, ya que había sido interrumpida por Acuario.

– Me parece que vos no te vas a ningún lado.

– ¿Y vos sos…? –Preguntó incrédula la castaña, mirando con curiosidad al desconocido.

– La persona que evitó que te arranquen los ojos, alias Acuario. Un gusto –Respondió él, regalándole una sonrisa amistosa.

Mientras tanto, Escorpio corría por detrás del par. Ella no iba a permitir que nadie le prohibiera averiguar quiénes eran esas extrañas, ella misma se encargaría de hablar con ellas. Como si los pensamientos de la rubia hubieran invocado a aquellos seres oscuros las chicas de ojos negros entraron en el establecimiento, haciendo que Escorpio detuviera el paso.

Una mano se posó en su muñeca. El agarre era fuerte, y, aunque usara todas sus fuerzas, no podría soltarse. Giró su cabeza velozmente para observar al dueño de la mano. Una chica de ojos avellana la observaba seriamente al mismo tiempo que la obliga a correr a través del instituto, no la había visto nunca anteriormente.

– ¡Corre! –Gritó la pelirroja y corrió lejos, seguida de la rubia.

Lunes 10:50.

El silencio abundaba dentro de aquel salón de conserje, lugar a donde los hermanos habían guiado a las mejores amigas. Ninguna de las chicas sabía lo que estaba pasando, por qué esos desconocidos las guiaban allí o por qué todavía no se habían marchado.

– Esto es absurdo, me voy –Dijo Escorpio, en un ademán de abandonar la habitación.

– Espera, no te vayas –Intervino Acuario, jalando a la rubia de la manga de su sudadera.

La escorpiana observó al chico con desaprobación, no podía creer que estaba obedeciendo a un completo desconocido, pero, al mismo tiempo, sentía curiosidad sobre lo que tenía que decirle.

– Vos, nosotros, no somos normales –Explicó el chico de tatuajes, pasando su vista por la pequeña habitación.

– ¿Nosotros? Me suena a manada –Interrumpió la castaña, alzando una de sus cejas.

– Bienvenida a la familia –Respondió Capricornio–, creo que ya podemos salir, tenemos que buscar a los demás.

– ¿Demás? ¿Cuántos son? –Preguntó Leo, mirando con curiosidad a la capricorniana.

– Doce en total, tenemos que encontrarlos a todos.

Lunes, 11:11.

El segundo receso se daba en aquel instituto, los cuatro jóvenes caminaban juntos por los pasillos, buscando rastros de actividad paranormal. Nada parecía fuera de lo común.

– Insisto en que esa Tauro es una de los nuestros, ya escuchaste lo que le decía a Géminis –Dijo Acuario, su hermana escuchaba lo que este decía.

– Ni siquiera sabemos a qué clase van, no podemos ir y simplemente contarles todo –Respondió la pelirroja, observando por encima del hombro de Acuario, a otra chica pelirroja que caminaba algo apresurada.

– Emm, lamento interrumpir su conversación, pero a esa chica la está siguiendo su clon –Informó Leo, señalando con su dedo a la otra pelirroja.

– No es su clon, es su égale –Corrigió Acuario–. Ahora sí, corran.

El grupo corría por los vacios pasillos de la escuela, seguían el sonido de las pisadas veloces de la chica, cada vez estaban más cerca.

– A la izquierda –Dijo Escorpio, señalando con su mano el camino.

Se escondieron detrás de una columna para observar la escena que se había armado. La chica estaba en frente de Tauro y Géminis, sus égales estaban detrás de cada uno, y ninguno había notado su presencia.

– Wow, es verdad eso de que hoy en día hay muchos gemelos –Comentó la pelirroja, mientras observaba a ambos pares de iguales–, aunque los suyos son medio raritos…

– Mira quién habla de gemelos –Respondió Géminis, con una pequeña sonrisa en su rostro.

La pelirroja lo miro confundida.

– Tenemos que intervenir –Susurró Leo, intentando entrar en la escena, Acuario colocó un brazo delante de ella, evitando que caminara hacia delante.

– Todavía no.

La chica pelirroja se giró lentamente hasta encontrarse de frente con su égale, quien le sonrió con malicia, detrás de ella, Géminis y Tauro repetían la misma acción.

– Ahora.

Nadie sabe que hubiera sido de esos tres adolescentes si Acuario, Leo y Escopio no los hubieran sacado a rastras de allí.

Ya no eran cuatro, ahora eran siete, y los siete se dirigían a toda velocidad hacia la cafetería. Sabían que sus égales no se atreverían a atacar en un espacio repleto de gente, había demasiada presencia humana en ese lugar.

– ¿Quiénes son ustedes? –Habló por primera vez Tauro, observando a las personas que la acompañaban.

– Tú manada, bienvenida al club.

– Once y once, no formar parte de este grupo de psicópatas –Pidió la pelirroja, rodando los

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