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Antecedentes de la ética (Adolfo Sánchez Vázquez) Ética y filosofía

Enviado por   •  1 de Enero de 2018  •  2.781 Palabras (12 Páginas)  •  483 Visitas

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Desde Hegel hasta nuestros días, el pensamiento ético reacciona también contra el formalismo y el universalismo abstracto, y en favor del hombre concreto, contra el racionalismo absoluto y en favor del reconocimiento de lo irracional en el comportamiento humano, contra la fundamentación trascendente de la ética y en favor dela búsqueda de su fuente en el hombre mismo.

De Kierkegard al existencialismo

Caracterizado como el anti-Hegel por su oposición al racionalismo absoluto hegeliano, para él, lo que vale es el hombre concreto, el individuo en cuanto tal, es decir, su subjetividad. Kierkegard distingue tres estadios de autenticidad de la existencia individual: estético, ético y religioso. El estadio superior es el de la religión, porque la fe que lo sustenta es una relación personal, puramente subjetiva, con Dios. Lo ético ocupa un estadio inferior, en él, el individuo en su comportamiento tiene que adecuarse a normas generales, con lo cual pierde en subjetividad, o sea, en autenticidad.

Max Stirner pretende reconquistar al hombre concreto, y lo encuentra en el Yo, la voluntad individual o el Único. La actitud consecuente y sincera es, por tanto, el egoísmo integral, así como la negación absoluta de toda instancia o autoridad que pueda sujetar al individuo.

El existencialismo de Jean-Paul Sartre renueva en nuestros días la línea individualista e irracionalista de Kierkegard. Para Sartre, Dios no existe, y de esta verdad hay que sacar todas las consecuencias. Al desaparecer el fundamento último de los valores, ya no puede hablarse de valores, principios o normas que tengan objetividad y universalidad. Queda solo el hombre como fundamento sin fundamento de los valores.

Según Satre, el hombre es libertad. Cada uno de nosotros es absolutamente libre, y muestra su libertad siendo lo que ha elegido ser. La libertad es, además, la única fuente de valor. Cada individuo escoge libremente, y al hacerlo crea su valor. Así pues, al no existir valores objetivamente fundados, cada uno debe crear o inventar los valores y normas que guíen su conducta. Cada acto o cada individuo vale moralmente no por su sumisión a una norma o a un valor supremo, lo valioso es elegir y actuar libremente. Pero existen los otros, y yo sólo puedo tomar mi libertad como fin, si tomo también como fin la libertad de los demás. Su ética no pierde su cuño libertario e individualista, ya que el hombre se define con ella, por su absoluta libertad de elección y por el carácter radicalmente singular de esta elección.

El pragmatismo

Se distingue por su identificación de la verdad con lo útil, como aquello que ayuda a mejor a vivir y convivir. En el terreno de la ética, decir que algo es bueno equivale a decir que conduce eficazmente al logro de un fin, que lleva al éxito. Los valores, principios y normas carecen, por tanto, de un contenido objetivo, el valor de lo bueno, varía con cada situación. Se convierte en una variante utilitarista teñida de egoísmo, a su vez, al rechazar la existencia de valores o normas objetivos, se presenta como una versión más del subjetivismo e irracionalismo.

El psicoanálisis y ética

Fundada por Sigmund Freud, algunos de sus descubrimientos más importantes acerca del papel de la motivación inconsciente en la conducta humana tienen consecuencias importantes para las investigaciones éticas.

El supuesto básico del psicoanálisis es la afirmación de que existe una zona de la personalidad, de la que el sujeto no tiene conciencia, y que es precisamente el inconsciente. En ella son arrojados y se almacenan recuerdos, deseos o impulsos reprimidos que pugnan por salir de ese fondo obscuro, burlando la “censura” que ejerce la conciencia. El inconsciente por ello, no es algo pasivo e inerte, sino activo y dinámico, e influye poderosamente en la conducta real del sujeto. Para Freud, la energía que se manifiesta en esa actividad inconsciente es de carácter sexual y le llama libido. Cuando no puede ser encauzada o adaptada y es reprimida, se crean las condiciones para perturbaciones psíquicas como la neurosis.

Freud distingue tres zonas de la personalidad: el ello(fuerzas, impulsos o tendencias inconscientes), el yo(la conciencia) y el súper-yo(normas y prescripciones que se imponen a lo largo de la educación, se presenta como una especie de conciencia moral inconsciente que entra en conflicto con la conciencia moral(consciente). El comportamiento moral del hombre, que se presenta como consciente, obedece a fuerzas o impulsos que escapan al control de su conciencia. El acto propiamente moral es aquel en el que el individuo actúa consiente y libremente, los actos que tienen una motivación inconsciente deben ser descartados del campo de la moral. La ética no puede ignorar esta motivación, y por ello ha de mostrar que es inmoral tratar como un acto moral el de obedecer a fuerzas inconscientes irresistibles. Por otro lado el psicoanálisis le ayuda a poner en su verdadero lugar aquellas normas que se imponen autoritariamente.

El marxismo

Aporta una explicación y una crítica de las morales del pasado al mismo tiempo que señala las bases teóricas y prácticas de una nueva moral. El hombre real para Marx es, en unidad indisoluble, un ser espiritual y sensible, natural y propiamente humano, teórico y práctico, objetivo y subjetivo. El hombre es, ante todo, praxis; es decir, se define como un ser productor, transformador, creador; mediante su trabajo, transforma naturaleza exterior, se plasma en ella y, a la vez, crea un mundo a su medida, a la medida de la naturaleza humana.

El hombre es un ser social, sólo produce, produciendo a la vez determinadas relaciones sociales sobre las cuales se elevan las demás relaciones humanas, entre ellas las que constituyen la superestructura ideológica, de la que forma para la moral. Además es un ser histórico, las relaciones diversas que contrae en una época dada constituyen una unidad o formación económico social que cambia históricamente. Al cambiar la base económica, cambia también la superestructura ideológica, y con ella, la moral.

En cada época histórica, el agente principal de cambio es la clase o clases cuyos intereses coinciden con la marcha ascendente del movimiento histórico. De estas premisas se deducen las siguientes tesis fundamentales para la ética:

1.- La moral, como toda forma de la superestructura ideológica, cumple una función social.

2.- Han existido hasta ahora diferente morales de clase, e incluso en una misma sociedad pueden coexistir

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