Caída de las Cortes franquistas, entrada en la Transición, el terrorismo y el proceso constituyente.
Enviado por Kate • 17 de Enero de 2018 • 6.428 Palabras (26 Páginas) • 452 Visitas
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Como conclusión, la Transición supuso un paso hacia años de cambios democráticos, hacia un nuevo proyecto constituyente que nos repercute a día de hoy. Además, a lo largo de este trabajo no solo profundizaremos en el auge de los partidos y cambio del sistema político español sino también en las reivindicaciones de los nacionalistas, que en este periodo serán muy prominentes.
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(6) Carta Magna, Constitución de 1978:
LA TRANSICIÓN. LA MONARQUÍA DE JUAN CARLOS I. DE LA MUERTE DE FRANCO A LA DIMSIÓN DE ARIAS NAVARRO.
- La Transición
Los antecedentes que anuncian la llegada de un cambio político-social-económico como la Transición, vienen dados por el deterioro de un régimen dictatorial y de su legitimación a manos de los intelectuales y de la prensa. Toda Transición democrática va de la mano de una resurrección de la sociedad civil (movilizaciones ciudadanas). La Transición puede explicarse como el consenso de los actores políticos, para poner en marcha una nueva reorganización política después de un régimen dictatorial.
La peculiaridad de la vía española en comparación con otras transiciones es que la sociedad española tenía una mayor conflictividad social y regional, con un terrorismo cada vez más en auge. También existían otras particularidades: por una parte, España (que estaba a un nivel de desarrollo inferior a algunos países iberoamericanos en los 50), estaba en 1975 entre los primeros países desarrollados; por otra, el cambio de la Iglesia, la tolerancia con la prensa y el contacto con el exterior (apertura hacia el mercado exterior). La monarquía española juega un papel imprescindible en este proceso. La transición española tuvo en la monarquía un instrumento para evitar la quiebra de la legitimidad. Se trataba del régimen político deseado por Franco y, después de muchas dudas e intentos de cambios sucesorios, Don Juan Carlos sería nombrado su heredero. También, él representaba la legitimidad dinástica opositora al franquismo como hijo del Jefe de la Casa Real, Don Juan de Borbón y Battenberg que desde los años cuarenta estaba enfrentado con el Régimen.
Como resultado final, se puede decir que la Transición fue un proceso pausado y profundo al mismo tiempo.
- La nueva monarquía: el rey Juan Carlos I
Tras la muerte de Franco, el heredero sabía perfectamente cuáles habían de ser los principios en los que fundamentar la convivencia nacional.
En noviembre de 1975, Juan Carlos I era una incógnita como monarca: Juan Carlos el Breve, como lo definió Santiago Carrillo. Al fin y al cabo el padre de éste, Don Juan, era el legítimo heredero de la Corona de su padre Alfonso XIII pero estaba en el exilio rodeado de discrepantes con Franco; mientras que su hijo era el elegido por éste último para su sucesión. Educado desde 1.948 en España, durante años estuvo muy cerca de las altas esferas franquistas.
Una de los puntos discrepantes entre padre e hijo fue el enfoque respecto a los mandos militares. ``Yo me daba cuenta de que la clave estaba en el ejército; era necesario integrarme en él para poder contar con él´´ Juan Carlos I (1985). Esto nunca lo hubiera hecho su padre que pensaba que los militares habían traicionado a la monarquía de Alfonso XIII al no haber vuelto a la antigua forma de estado una vez acabada la Guerra Civil. En mayo de 1977, cuando las elecciones generales estaban próximas, se produjo la renuncia de Don Juan a sus derechos dinásticos. Juan Carlos necesitó aproximarse al pueblo. La accesibilidad, la simpatía y la capacidad del monarca le hicieron ser el perfecto ejemplo de heredero. Al comienzo de la Transición, lo que hizo el monarca fue no romper con el sistema anterior sino que aprovechando sus propias reglas, introdujo los oportunos cambios para que la voluntad de los españoles se desvelara.
- Arias Navarro
Tras comenzar el reinado, era necesaria una figura gubernamental de transición alejada, de las esferas políticas franquistas que pretendían continuar con un régimen franquista sin Franco. El monarca tenía la necesidad de disponer de una persona capaz de dirigir la reforma institucional en los propios organismos del régimen pasado para ocupar el sitio del difunto Carrero Blanco pero de manera democrática.
El gobierno de Carlos Arias Navarro, formado en diciembre de 1975 tras el asesinato de Carrero Blanco (7), intentó afrontar un proceso reformador que fue imposible de cumplir y que acabó apenas seis meses después, a pesar de que según las leyes del momento debería permanecer hasta 1979.
Arias Navarro era fiel seguidor de Franco, al cual elogiaba constantemente en sus discursos, incluso más que al rey (8). No concebía siquiera la posibilidad de entrevistarse con la oposición más moderada, en este caso Gil Robles, porque Franco no lo hubiera hecho. Veía a la sociedad española como el objetivo pasivo de sus medidas y que esta siempre estaría bajo su mandato. El gobierno fue denominado por la prensa con los apellidos de quienes parecían ser los personajes más destacados, Arias-Fraga-Areilza-Garrigues.
- La incapacidad de Arias Navarro
En enero de 1976, en las Cortes, la opinión pública se hizo eco de la incapacidad de Arias Navarro de trascender las pautas ideológicas del franquismo.
A partir de este momento se sucedieron diversas y multitudinarias huelgas. Éstas eran producto del descontento laboral y estaban propiciadas principalmente por el sindicato Comisiones Obreras.
Un dato importante de este periodo es la desvinculación del ejército de cualquier actuación de orden público, negándose, por ejemplo, a aceptar la militarización de los transportes. Esta fase de la Transición fue muy difícil para algunos gobernadores civiles por el elevado grado de movilizaciones y por la ineficacia de los medios utilizados contra ellas.
En varias ocasiones Arias Navarro siguió declarando que su propósito era continuista del franquismo y que mientras él siguiera en el poder, ese sería el proyecto de Gobierno.
Al complejo panorama político de la transición se sumaron las difíciles circunstancias económicas de la segunda mitad de los años sesenta que exigieron una prudencia, admirable, a los dirigentes obreros y sindicales.
Se decidió que el programa de reforma política fuese encomendado a una Comisión Real al margen de los
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