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Comunicación de los procesos legales

Enviado por   •  5 de Noviembre de 2018  •  29.973 Palabras (120 Páginas)  •  355 Visitas

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omnisciencia y omnipotencia de la infancia (El arte de amar 141)”.

Por su parte, Ruano afirma que la racionalidad “sólo hace referencia a un estado, como consideración estática de la razón, -mientras que la expresión «racionalización» haría referencia a un proceso, como consideración dinámica de ella (Racionalidad y Conciencia Trágica 62)”.

La tarea de encontrar una definición de la racionalidad no es simple, aunque su caracterización facilita encontrar una común unidad que se desprende de una característica que se halla, a decir de Ruano, en toda clase de racionalidad: “su potencial de dominio de la realidad; o cuando se sostiene la idea de que la racionalidad consiste en un «método»; un método que en cuanto tal presupone ciertas capacidades de reflexión y de lenguaje y que está dirigido al dominio consciente de la realidad (Racionalidad y Conciencia Trágica 62)”.

Por su parte, Popper, considera que el racionalismo:

“Supone [...] la idea de que nadie debe ser su propio Juez, y también la idea de imparcialidad. (Esto se halla íntimamente relacionado con la idea de la <objetividad científica>[...]). La fe en la razón no solamente es una fe en nuestra propia razón, sino también - y más aún - en la de los demás. [...] pues el racionalismo se halla íntimamente relacionado con la creencia en la unidad del género humano" (La Sociedad Abierta y sus Enemigos 445 - 451).

Si se observan los aspectos señalados hasta aquí sobre la racionalidad, es posible percatarse de que tan sólo se ha expresado parte de los elementos que forman el concepto de razón, es decir: un sistema de coordenadas que contiene un extenso carácter objetivivo y universal, que representa el fundamento de todos los juicios correctos o válidos y que son expresados por medio del lenguaje.

La racionalidad radica en las personas, quienes hacen afirmaciones y realizan acciones. Las enunciaciones pretenden ser verdaderas en tanto que las acciones intentan ser eficaces. Habermas señala que: “El saber puede ser criticado por no fiable. La estrecha relación que existe entre saber y racionalidad permite sospechar que la racionalidad de una emisión o de una manifestación depende de la fiabilidad del saber que encarnan (Teoría de la acción comunicativa 24)”.

Este autor señala que, en una primera instancia, existe una versión cognitiva en sentido estricto del concepto de racionalidad y que se define tan sólo por referencia al empleo de un conocimiento descriptivo en dos vertientes de utilización. La primera cuenta con un carácter no comunicativo, es decir, emplea el concepto racionalidad cognitivo-instrumental, mismo que connota su propia autoafirmación exitosa en el mundo concreto gracias a que contiene un gran potencial manipulador de la información y es sumamente adaptable a los entornos contingentes. La segunda vertiente se basa en actos de habla, se trata de la racionalidad comunicativa, concepto mucho más amplio que se encuentra relacionado con el conocimiento.

La racionalidad comunicativa asume connotaciones que le conducen a integrar concensos entre las personas, por medio de la argumentación hablada, de las que elimina las primeras subjetividades para aceptar, posteriormente, un grupo de ideas y convicciones que comparten en común unidad y de manera racionalmente motivada. Con estom, garantizan la unidad del mundo concreto a partir de las subjetividades individuales del entorno en el que sus existencias se desarollan.

Hacer referencia a los acontecimientos y la posibilidad de fundamentar las manifestaciones facilitan que los agentes de la comunicación logren evocar en común las cosas que suceden en el mundo. La racionalidad de la manifestación requiere esencialmente que quienes hablan planteen con claridad la pretención de validez y de crítica de su enunciado, así, éste podrá ser aceptado o rechazado por el interlocutor. En el segundo caso, referirse a los hechos y la factibilidad de fundamentación de las normas de comportamiento posibilitan una intervención eficaz en el orbe. Al respecto, Habermas apunta:

Para la racionalidad de la acción es esencial que el actor base su acción en un plan que implique la verdad de p, conforme al que poder realizar ¿? el fin deseado en las circunstancias dadas. A una afirmación sólo se la puede llamar racional si el hablante cumple las condiciones que son necesarias para la consecución del fin ilocucionario de entenderse sobre algo en el mundo al menos con otro participante en la comunicación; y a una acción teleológica sólo se la puede llamar racional si el actor cumple las condiciones que son necesarias para la realización de su designio de intervenir eficazmente en el mundo. Ambas tentativas pueden fracasar: es posible que no se alcance el consenso que se busca o que no se produzca el efecto deseado. Pero incluso en el tipo de estos fracasos, queda de manifiesto la racionalidad de la emisión o manifestación: tales fracasos pueden ser explicados (Teoría de la acción comunicativa 28).

Es así que se le llama racional a un individuo que percibe y comprende sus requerimientos de existencia mediante valores estandarizados y aprendidos en el entorno cultural en el que se desenvuelve; pero principalmente, en el momento en que surge su capacidad adaptativa a actitudes reflexivas de cara a esos estándares valorativos con que interpreta sus necesidades. En este punto es importante señalar que las reglas de comportamiento guardan una pretensión de universalidad, en tanto que los valores culturales no cuentan con ella.

Los valores generan entre las personas que los asumen, una serie de interpretaciones que pretenden describir un interés común para darle nombre y utilidad. El carácter de reconocimiento que se da entre un grupo de personas respecto a los valores culturales no representa la demanda de una aceptación generalizada de dichos rasgos, mucho menos en un rango universal. De lo anterior se desprende que las argumentaciones que intentan justificar los parámetros de valor establecidos no cubran las necesidades del discurso. En el caso prototípico tienen la tarea de elaborar crítica tan sólo desde una perspectiva estética.

Resumiendo, desde la perspectiva haberniana, la racionalidad tiene su base en la “eficiencia”, misma que ha de entenderse como una serie de intervenciones o acciones de las personas sobre el mundo objetivo. Estas intervenciones contribuyen a la generación de los estados de las cosas, por lo que se considera una versión cognitiva de la racionalidad, un saber descriptivo.

La acción es la materialización de la racionalidad, obtiene el reconocimiento

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