Crisis Habitacional y el Estado
Enviado por Sandra75 • 8 de Noviembre de 2018 • 7.474 Palabras (30 Páginas) • 323 Visitas
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Aunque el objetivo principal es relacionar la problemática planteada con los autores tratados en la cátedra, no renunciamos a ninguna fuente de información ni de datos que pudiera servirnos para avanzar en la demostración de nuestra hipótesis. Con esto nos referimos a otros autores que no hayan sido planteados en clase, así también a diarios, revistas y sitios web.
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Pequeña reseña histórica del problema de vivienda
El problema de la vivienda no es nuevo en nuestro país, persiste ya desde hace largos años como consecuencia directa del proyecto de nación que dominó las mentes de las elites gobernantes a partir de la caída de Urquiza y la federalización de Buenos Aires, hasta la crisis del 30 y el comienzo de la “década infame”. Desde esos tiempos, hasta la actualidad, el problema de vivienda ha sido una constante inherente a la lógica de distribución de focos urbanos y centros de actividad económica con la que fue planteado el país. Si bien puede decirse que esta estructura de distribución de las poblaciones y los centros de actividades económicas es ciertamente herencia colonial, con la llegada de los liberales al poder y su consiguiente proyecto de Estado-Nación, todas estas características se potencian a raíz de la apertura del país a sucesivas corrientes migratorias, así como a la inserción de Argentina en el mercado mundial y la división internacional del trabajo y al correspondiente modelo económico que de ello resulta
Observando los hechos, podemos llegar a reconocer tres momentos donde la tensión y malestar generados por el problema de vivienda se manifiesta con más fuerza. Podemos hablar entonces de tres momentos de crisis. El primero será durante las últimas dos décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX, a causa de la entrada masiva de inmigrantes promovida por el Estado para llevar a cabo el proyecto económico agroexportador de los gobiernos liberales que se encontraban en el poder. El segundo momento de crisis será a partir de la crisis del treinta y del cambio de modelo de acumulación, en el que se pasa del modelo agroexportador al de sustitución de importaciones, lo que genera una migración interna que mueve masivamente pobladores del campo a la ciudad para trabajar en la elaboración de los productos manufacturados que dejaron de importarse por la crisis. Es en ese momento que se forman las villas de emergencia, donde los recién llegados se asentaron a la espera de conseguir el acceso a una vivienda digna. En muchos casos esa vivienda nunca llegó y quedaron establecidos en esas villas de emergencia permanentemente. El tercer momento de crisis lo estamos viviendo desde hace dos décadas y por eso la intención de este trabajo es comprender mejor la respuesta que el Estado actual está teniendo ante la problemática habitacional. Veremos nuevamente que esta respuesta está determinada por su orientación ideológico-económica.
Las crisis y sus respuestas: los efectos del “Progreso”
El Estado liberal de finales del siglo XIX y principios del XX, fomentó, como ya hemos dicho, la entrada masiva de inmigrantes, en su mayoría europeos, para contar con la mano de obra necesaria para la consolidación de su modelo agroexportador. Esto llevó aparejada la concentración de una enorme cantidad de gente en las cercanías del puerto y el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Proliferaron así toda suerte de inquilinatos y conventillos donde se amontonaban familias e individuos, compartiendo los mismos baños, mismos comedores, mismos patios y hasta a veces las mismas habitaciones. No hace falta decir que las condiciones de higiene, de salud y vida que resultaron de ese hacinamiento no fueron para nada buenas. Además de las condiciones indignas de vivienda, esos conventillos eran un fuerte foco de problemas sociales, donde habitaban por igual obreros, que en muchos casos eran enérgicos militantes políticos, prostitutas y proxenetas, delincuentes y toda clase personas marginadas del sistema.
Muchos de estos conventillos e inquilinatos pertenecían a poderosas familias de la oligarquía y a unos primitivos empresarios inmobiliarios que vieron en la necesidad de vivienda de esta gran masa inmigratoria la posibilidad de un buen negocio alquilando piezas o departamentos miserables a elevados precios. Pero con la llegada cada vez más numerosa de inmigrantes, la escasez y la carestía de la vivienda, y los altos precios de los alquileres, el problema de vivienda tomó cada vez más notoriedad.
En 1907 se desató una “huelga de inquilinos” donde todos los inquilinos se negaron a pagar al mismo tiempo, logrando el congelamiento de los alquileres. Cuando quisieron implementar ese sistema de protesta otra vez, fueron duramente reprimidos por las fuerzas estatales. Ante este contexto, para el gobierno el problema era preocupante y por lo tanto debía encontrar una solución. Y tal solución llega de la mano de un gran negocio inmobiliario: el loteo y la venta de los terrenos que hoy conforman el primer anillo del conurbano bonaerense.
El loteo de los terrenos suburbanos de la capital federal, en zonas altas y bien ubicadas, que se inició en los últimos años de la década de 1880, fue principalmente destinada a la creciente clase media. La formación de estos barrios fue beneficiada con la extensión de los servicios públicos como la red eléctrica y el agua corriente o los tranvías y los colectivos posteriormente, con la llegada de las calles empedradas. No fue lo mismo lo que motivó los loteos y las ventas de las tierras de lo que conocemos como primer anillo del conurbano bonaerense. Estas tierras bajas y pantanosas, sobre las cuencas del Riachuelo, de los ríos Matanza, Reconquista, Lujan y del arroyo Maldonado, fueron loteadas y puestas a la venta con gran pompa publicitaria. En muchos casos los posibles compradores, obreros e inmigrantes provenientes de los conventillos e inquilinatos de la ciudad, eran llevados por los vendedores y agasajados con bocadillos y bebidas en grandes carpas donde se realizaban los remates de los terrenos. El eje de alrededor del cual se hacían los loteos eran los ferrocarriles, partiendo de la base de una estacione o parador. Este negocio fue de gran especulación. Se vendieron primero tierras de muy mala calidad ubicadas aproximadamente a unas 15 cuadras de la estación del ferrocarril. A los obreros e inmigrantes les fue posible adquirir esas tierras, aún al alto precio al cual los inescrupulosos vendedores las ofrecían, gracias a la posibilidad de créditos que, si bien eran de alta cuota, también eran muy extendidos. Una vez que la zona más lejana
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