Derecho a la ciudad, retos y alcances.

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- Si se trata de un derecho moral, natural, legal o de una mezcla entre los tres.

- Si se le debe aplicar a individuos, familias, comunidades o a estos tres.

- Si buscaría obligar al gobierno a adoptar las políticas favorables a la población urbana en todo caso

- Si se espera crear con él nuevas obligaciones para el Estado o si sólo busca darle nuevo ímpeto a los derechos humanos ya establecidos.

- Si es aplicable en todo el globo.

Definitivamente, el derecho a la ciudad es un concepto totalmente actual e útil para dinamizar y dar solución a las problemáticas urbanas y de los ciudadanos. Empero, se requiere puntualizar sus alcances y su misma naturaleza, para evitar generar un problema más o un conjunto de ellos que hagan imposible incluso sustentar los derechos arduamente obtenidos hasta ahora… no apostar más de lo que se tiene y no crear incompatibilidades entre lo práctico y lo legal.[1]

Finalmente, sólo para efectos integradores, debemos retomar consideraciones importantes sobre la sociedad misma, que es de donde surjan las coyunturas y necesidades sociales y en este caso, urbanas. Y es que las conductas que manda la sociedad, son copiadas en diferentes medidas por las personas. Cuando no las quieren cumplir totalmente, al menos procuran que en público las demás personas crean que sí lo hacen, al igual que pasa con dos esposos que no se llevan bien en la intimidad de su hogar pero que en la calle actúan como una pareja normal. Pasa igual que con algunas personas que quieren cambiar en algo a la sociedad: como una esposa que esperaba grandes cosas de su marido, pero que al final la decepciona.

Los sistemas sociales casi nunca son conscientes. El individuo en la vida diaria actúa como si su conducta fuera autónoma, sin saber que en verdad está perfectamente acoplada a un sistema. Este sistema planifica todo lo que las personas deberían hacer para garantizar una mejor satisfacción de sus compromisos con los demás integrantes de la sociedad. Sin embargo, no se puede hablar de absurdos como mente o alma de grupo (ni de voluntad general como Rousseau).

Toda la vida dentro de la sociedad, es un acuerdo entre las necesidades del grupo, y tiene la misma indefinición e inestabilidad que todas las situaciones de compromiso que se puedan imaginar. El sistema de evolución de estos mecanismos, está diseñado para procurar que las personas mantengan este compromiso de intereses; el problema es que nunca ha pasado que un sistema social se perpetue (aunque se intente, como con rey muerto y rey puesto, para conservar los sistemas), porque hay factores externos que entran de golpe y rompen los hábitos y conductas ordinarias.

Dentro de una misma sociedad, hay clases, las que conocemos por clases sociales. Estas clases, pese a lo que se diga, rara vez se enfrentan, porque cada una ya sabe muy bien qué esperar de la otra y la correspondencia de conductas es justo como todos se la esperan. Las clases están poco organizadas y por lo general no son conscientes de su interdependencia y viven en simbiosis, esperando unas de otras el cumplimiento de unas relaciones establecidas, que rara vez son de afecto.

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